Cuando Fidel Castro puso a Cuba en el epicentro de la Guerra Fría

Internacional
/ 5 octubre 2012

"Nosotros creíamos que era inevitable el conflicto y estábamos decididos a aceptar ese riesgo", recordó el propio Castro décadas más tarde.

La Habana, Cuba.- Casi cuatro años tras el triunfo de la Revolución, la Cuba de Fidel Castro se convirtió en el epicentro de la Guerra Fría con la crisis que estuvo a punto de desencadenar la catástrofe nuclear en octubre de 1962.

"Nosotros creíamos que era inevitable el conflicto y estábamos decididos a aceptar ese riesgo", recordó el propio Castro décadas más tarde.

La Crisis de los Misiles centró entonces todas las miradas en el país liderado por el joven guerrillero de 36 años. La pequeña isla caribeña pasó a ser así el gran protagonista latinomericano en el conflicto ideológico entre Estados Unidos y la Unión Soviética que marcó la segunda mitad del siglo XX. El conflicto, asimismo, impulsó de forma irreversible la "sovietización" de la Revolución cubana.

"Eran años de fervor patriótico", recuerda Caridad, una habanera de 55 años, que vivió la crisis de niña. "Todos estaban movilizados". Las baterías antiaéreas conocidas como las "Cuatro bocas" apuntaban al mar desde el Malecón de La Habana.

La crisis se había destapado pocos días atrás después de que un avión espía estadounidense captara imágenes impensadas en Cuba.

La Unión Soviética preparaba entonces en secreto la instalación de hasta 42 misiles nucleares con capacidad de alcanzar las principales urbes norteamericanas. El acuerdo entre Moscú y La Habana incluía "armas nucleares tácticas que en el momento en que estalla la crisis ya disponían de todas sus ojivas nucleares", narró Castro en sus charlas con el periodista francés Ignacio Ramonet publicadas en 2006.

La "Operación Anádir" era una réplica a los misiles estratégicos Júpiter instalados por Estados Unidos en Turquía. Como ocurrió a menudo durante la Guerra Fría, ambas medidas eran una extensión a terceros países del conflicto ideológico entre las dos potencias.

La mayor de las Antillas encarnaba en esos años mejor que ningún país los proyectos de autodeterminación en el Tercer Mundo. Como pocos países, también, Cuba había desafiado entonces con éxito el creciente poder hegemónico de Estados Unidos.

Pleno de confianza tras el triunfo de abril de 1961 sobre la invasión de exiliados cubanos anticastristas en Bahía de Cochinos, Fidel Castro estaba dispuesto a plantarle cara a Washington también durante la "Crisis de Octubre", como se conoce al conflicto en Cuba.

"El estado moral del pueblo es sumamente alto y se enfrentará al agresor heroicamente", aseguraba Castro en una misiva del 26 de octubre al líder soviético, Nikita Jruschov, en los días más álgidos de la crisis.

Castro tenía en 1962 razones para temer a una invasión norteamericana. La Crisis de los Misiles era el culmen de una larga escalada de tensiones entre Washington y La Habana.

Pocos meses tras el triunfo de 1959, el castrismo aprobó las primeras reformas agrarias que expropiaban también a los grandes capitales norteamericanos. Tras la suspensión en 1960 de la histórica cuota del azúcar que Estados Unidos compraba a Cuba, ambos países rompieron relaciones diplomáticas un año más tarde.

En abril de 1961, el gobierno de Kennedy apoyó finalmente la fallida invasión de Bahía de Cochinos. Desde entonces, a Castro le obsesionaba la necesidad de impedir un ataque estadounidense.

La Crisis de los Misiles se gestó en La Habana con la mirada puesta en el norte y con el viento a favor de la rivalidad entre Washington y Moscú.

Una delegación encabezada por el hermano menor de Fidel y ministro de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro, viajó a comienzo de julio de 1962 a Moscú para sellar el acuerdo militar conocido como "Operación Anádir": la instalación de los misiles nucleares en suelo cubano.

Con las bases en el Caribe, la Unión Soviética aspiraba a restaurar el "equilibrio de poder" en la carrera armamentista de la Guerra Fría.

El momento en el que el conflicto estuvo más cerca que nunca de convertirse en una enfrentamiento nuclear duró 13 días a partir del 15 de octubre. Jruschov y Kennedy pusieron fin a la crisis el 27. Pero el pacto de las superpotencias dejó también en el camino las pretensiones de Cuba.

Castro le recriminó a Jruschov el acuerdo a sus espaldas. A su juicio, la isla había sido "objeto de cambio" en el enfrentamiento entre la Casa Blanca y el Kremlin.

"Nosotros nos enteramos por vía pública de que los soviéticos estaban haciendo esa proposición de retirar los proyectiles. ¡Y no se había discutido en absoluto con nosotros", recordaba en 2006. La Habana esperaba que Washington dejara también la base naval de Guantánamo y levantara el embargo.

La Crisis de los Misiles cambió la percepción de la amenaza atómica en el mundo. Y su desenlace marcó también para Cuba el acercamiento definitivo a la Unión Soviética una vez superadas las diferencias entre Castro y Jruschov.

Pese al germen de autodeterminación de 1959, la Cuba castrista pasó definitivamente a la órbita de influencia soviética en las décadas posteriores. La dependencia de Moscú duró hasta el derrumbe de la Unión Soviética, que puso por su parte a la isla al borde del colapso durante el llamado "periodo especial" de los 90.


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