Así se explica el atractivo de Donald Trump entre los votantes evangélicos

Internacional
/ 26 febrero 2016

Los cristianos suelen ignorar los defectos de un político si este puede prometerles protección. Parece que algo así está por detrás del enorme apoyo a Donald Trump.

Donald Trump ya superó las expectativas en esta temporada electoral en Estados Unidos. El empresario conquistó a un grupo que según pensaba la mayoría de los comentaristas lo rechazaría categóricamente: los cristianos evangélicos.

Recientemente, su apoyo ayudó al precandidato del Partido Republicano a ganar las primarias de Carolina del Sur. “Un tercio del 65% de votantes republicanos que se identifican como evangélicos votó por Trump, más que por cualquier otro candidato”, informó el diario estadounidense The Washington Post.

Es un dato que se suma a varias otras encuestas que confirmaron la popularidad de Trump entre los cristianos evangélicos. Más de un tercio de los votantes evangélicos blancos republicanos (el 37%) de todo Estados Unidos apoya a Trump, frente a un 20% que apoya a Ted Cruz, según una encuesta de NBC News y Survey Monkey realizada el mes pasado.

Muchos líderes religiosos, investigadores de la religión y analistas políticos siguen perplejos.

El artículo del Post, escrito por el historiador Joseph Loconte, ofrece una posible explicación: a los cristianos les gusta sentirse protegidos, incluso aunque su protector no sea muy afín a Jesús.

“Frente a una cultura política cada vez más hostil con sus creencias —y a un gobierno que no tiene la menor consideración para con sus libertades religiosas—, los evangélicos creen que Trump será el mejor guardián de sus libertades”, escribió Loconte.

El periodista comparó el atractivo de Trump al de Car los El Grande, o Carlomagno, quien tuvo el apoyo del Papa León III alrededor del comienzo del siglo IX.

“No importaba que Carlos tuviera varias esposas y amantes. Tampoco molestó al pontífice que tuviera reputación de despiadado”, escribió Loconte. “Era un líder político que sabía cómo hacer las cosas, que podía ponerse duro con los enemigos de la Iglesia, que podía proteger el Imperio… ¿Les suena familiar?”.

Los votantes religiosos ya tuvieron que pasar por alto unas cuantas gafes de alto perfil de Trump, como cuando llamó al libro de la Biblia "Dos corintios”, trató de poner su dinero para las ofrendas en el plato de la comunión y discutió en público con el Papa Francisco.

A pesar de los reveses, hasta ahora Trump supera a Cruz, hijo de un predicador evangélico, y a Marco Rubio, quien habla frecuentemente sobre su fe católica.

“Hay algo absurdo en ver a Donald Trump tratar de cumplir el papel de árbitro de la religión para 2016”, escribió McKay Coppins, periodista sénior de política de BuzzFeed, en una columna para The New York Times publicada en enero. “Este es un hombre cuya (…) experiencia religiosa más famosa es el rumor de que inició un romance con su segunda esposa entre los bancos de una iglesia en Manhattan (mientras todavía estaba casado)”.

En el artículo del Post, Loconte sostuvo que los votantes cristianos evangélicos también deberían reconocer semejante absurdo, antes que enfrenten las consecuencias de alinearse al protector equivocado.

“Carlomagno ejercía tanta influencia sobre los asuntos de la Iglesia como el propio Papa. Nombraba y deponía obispos, modificó la liturgia eclesiástica, escribió nuevas normas para la vida monástica y enviaba agentes a despedir sacerdotes”, escribió Loconte. “Al consagrar a una autoridad política brutal, la Iglesia Católica terminó perdiendo la reputación”.

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