Británicos anhelan un país que nunca existió
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En Great Yarmouth, un pueblo costero en decadencia, como en todo el Reino Unido, se escucha decir que el sentido comunitario que otrora unía al país estaba destrozado.
En toda Gran Bretaña —desde arruinados pueblos mineros galeses hasta balnearios de mar ingleses congelados en el tiempo— la gente dice que votó por abandonar la Unión Europea y saltar a lo desconocido para recuperar su país, ¿pero qué país es ése?, porque se diría que el golpe terrible que le asestaron al proyecto europeo derivó del anhelo por una Gran Bretaña que quizá nunca existió.
En un día soleado en Great Yarmouth, un típico balneario de mar inglés donde el crujido de los pasos en los pisos de los hoteles se mezcla con el chillar de las gaviotas, la gente que paseaba por la playa, ancianos en su mayoría, anhelaba un tiempo pasado.
En este pueblo costero en decadencia, como en todo el Reino Unido, se escucha decir que el sentido comunitario que otrora unía al país estaba destrozado. La culpa la tenían los políticos, los banqueros, los extranjeros, los burócratas europeos e incluso la corrección política.
Yvonne Pycroft, una mujer de 69 años con luces púrpuras en su pelo blanco, expresó los sentimientos de muchos que votaron por la salida cuando dijo que no sabía si la situación mejoraría al salir de la Unión Europea, "pero lo que teníamos no nos gustaba, así que hicimos una apuesta. Espero que todo cambie para bien".
En el Club Obrero de Haltwhistle, una pintoresca aldea que goza de fama por ser el centro geográfico de Gran Bretaña, hombres canosos coincidieron en que su país estaba mejor antes de ingresar a la UE en 1973. Salvo Dryden Smith, el hombre más viejo del club, uno de los pocos que dijo votar por la permanencia. Con medallas lustradas en su blazer, dijo que la calidad de vida había mejorado mucho desde su juventud.
"Tengo 81 años. Me cuidan en todos los sentidos. Qué más puedo pedir", dijo el hombre manos temblorosas. "Vengo aquí y disfruto de mi whisky. Venimos con mi esposa y la pasamos bien. Antes no podíamos porque no teníamos dinero".
Votantes por la salida, muchos de ellos jubilados, dijeron a los periodistas de The Associated Press que cruzaron Gran Bretaña la semana pasada que estaban hartos de recibir órdenes de Bruselas, pero aparte del movimiento libre de gente, que trajo a cientos de miles de migrantes europeos a Gran Bretaña, les resultaba difícil encontrar ejemplos de cómo la UE ha penetrado en sus vidas.
Siguen disfrutando de muchas de las características singulares de su país: la libra en lugar del euro, conducir por la izquierda y usar enchufes eléctricos con tres patas en lugar de dos, la norma en casi todo el continente.
En Gales, más del 52% votó por la salida a pesar de recibir más dinero de Europa del que aportan. Jenny Hughes, asesora en educación de la ciudad de Pontypridd, dice que le recuerda una escena en la comedia de Monty Python "La vida de Brian", en que los habitantes de la Judea ocupada se preguntan "qué beneficios nos han traído los romanos" aparte de mejorar la higiene, la salud, la educación, el riego, el orden público y los caminos.
"Dicen que es la oportunidad de intentar algo contra (el primer ministro conservador David) Cameron, contra los banqueros", dijo Hughes. "Votan contra la inmigración, contra el establishment".
Salvo en Escocia e Irlanda del Norte, donde triunfó la permanencia, la gente en empobrecidas poblaciones mineras, acereras y navieras reconoció haber votado por la salida sin tener una idea clara de las posibles consecuencias económicas. Ante la sensación de ser ignorados e incluso abandonados por el laborismo, el partido tradicional de la clase trabajadora, dijeron, ésta era una oportunidad de hacer oír su voz.
En Great Yarmouth, Pycroft dijo que anhelaba el retorno a la época en que los chicos jugaban a los "conkers" con castañas, un juego tradicional del recreo escolar que algunas escuelas prohibieron por razones de seguridad y nadie se ofendía por los versos infantiles que hablaban de ovejas negras.
Bebiendo una cerveza en una rambla frente al mar, Sean Sutton y Maria Atkins, ambos de 46 años y partidarios de la salida, opinaron que no se trata de glorificar el pasado.
"Éramos el mejor país del mundo para fabricar acero y producir carbón y de todo y ya no queda nada", dijo Sutton, con las gafas para sol sobre su cabeza rapada.
Los empleos en la industria pesada que daban a la gente un ingreso y un sentido de identidad se han ido al exterior y los trabajadores migrantes reducen los sueldos de los empleos que quedan en el país, dijo.
También, añadió, ha desaparecido el espíritu comunitario "que te permite dejar abierta tu puerta trasera, si quieres. Puedes ir de compras sin miedo a que te ataquen. Adicionalmente, es a eso a lo que tiene que volver Gran Bretaña".
Varios estudios han revelado que los niveles de criminalidad descienden en Gran Bretaña y otros países de Europa occidental. Las cifras de la oficina oficial de estadística de la UE revelan que los crímenes violentos registrados por la policía disminuyeron 18% entre 2002 y 2012.
Según Atkins, el trato entre la gente ha cambiado. Los modales y el respeto a los ancianos han "volado por la ventana", dijo y Sutton acotó que la culpa era en parte de los inmigrantes.
"No te abren la puerta", dijo. "A mí me enseñaron de chico a abrir la puerta y a decir 'por favor' y 'gracias'. Algunos pasan de la forma más grosera".
Great Yarmouth es una de varias poblaciones en el este de Inglaterra donde más del 70% votó por salir. Como muchos balnearios, empezó a decaer desde que las vacaciones de verano en España se volvieron accesibles en los 70. Ahora sufre de desempleo, deterioro de la educación y altas tasas de embarazo adolescente.
En Peterborough, una ciudad del este con una alta tasa de inmigración, la salida ganó con el 61% de los votos. Mike Bullock dijo que votó por salir en parte por la soledad que sentía al ser el único inglés en una empacadora.
"Los demás hablaban lituano o polaco", dijo. "Muchas veces estaba solo durante mi descanso".
En un mercado en la ciudad, Bruce Johnson de 67 años se quejaba de la inmigración y decía querer recuperar a su país en poder de un "grupo de diplomáticos sin rostro" en Bruselas. Preguntado si sabía de algún beneficio obtenido por Gran Bretaña de su pertenencia a la UE, hizo una pausa.
"No se me ocurre nada", dijo.
A su espalda se escuchaba en un tocadiscos tragamonedas "Tierra de esperanza y gloria", que muchos consideran el himno nacional extraoficial de Inglaterra.