Coronavirus: Reservas de equipo médico de EU para atender a personas con COVID-19 se agotan
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La Reserva Estratégica Nacional de Estados Unidos está por quedarse reservas de equipo médico que en estos momentos es indispensable tanto para personal médico como pacientes con COVID-19. La pandemia del nuevo coronavirus a infectado a 363,851 personas en EU según datos de la Johns Hopkins University.
La Reserva Estratégica Nacional está por quedarse sin mascarillas N95 y quirúrgicas, protectores faciales, batas y otros suministros médicos sumamente necesarios para proteger a los trabajadores de salud en el frente de la batalla contra el coronavirus.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por sus iniciales en inglés) informó a The Associated Press que la reserva federal estaba por enviar el resto del equipo de protección personal que tenía en inventario.
El comunicado del HHS confirma los documentos difundidos de la Comisión de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes que demuestran que ya se distribuyó alrededor del 90% del inventario de equipamiento de protección personal a los gobiernos locales y estatales.
La portavoz del HHS Katie McKeogh dijo que el 10% restante se conservará en reserva para respaldar las labores de respuesta federal.
La presidenta de la comisión legislativa, Carolyn B. Maloney, dijo en un comunicado que el gobierno de Trump está dejando a los estados a expensas del mercado en su búsqueda de suministros, a menudo compitiendo entre sí y con las agencias federales en una subasta caótica que eleva los precios del equipamiento.
“El presidente falló al no recurrir a la FEMA (la agencia Federal para el Manejo de Emergencias) desde el principio, falló al no nombrar a un comandante nacional para esta crisis, y falló al no utilizar plenamente las facultades que el Congreso le otorgó de acuerdo con la Ley de Producción de Defensa para obtener y supervisar la distribución de suministros cruciales”, dijo Maloney. “Debemos tomar medidas ahora para atender estas deficiencias”.
Trump responzabilizó a los estados por no prepararse mejor para la pandemia y dijo que únicamente deberían depender de la reserva federal como un último recurso.
La AP reportó el domingo que el gobierno de Trump desperdició casi dos meses después de recibir a principios de enero advertencias de que el COVID-19 podría desencadenar una pandemia, esperando hasta mediados de marzo para presentar órdenes de mascarillas N95 y otros suministros médicos necesarios para engrosar las reservas. Para entonces, los hospitales de varios estados atendían a miles de pacientes infectados sin el equipamiento adecuado e imploraban ayuda.
Trump pasó los primeros dos meses del brote restándole importancia a la amenaza del nuevo virus. Calificó las advertencias de una pandemia de una farsa perpetrada por los demócratas y la prensa, y el 26 de febrero incluso predijo que el número de casos en Estados Unidos pronto sería de cero.
Registros de contratos federales revelan que el HHS realizó un pedido de 4.8 millones de dólares en mascarillas N95 el 12 de marzo, seguido por una orden por 173 millones el 21 de marzo. Pero dichos contratos no requieren que el fabricante comience a abastecer la reserva nacional sino hasta finales de abril, después de que la pandemia alcance su punto más alto, según proyecciones de la Casa Blanca.
La reserva fue creada en 1999 para prevenir interrupciones en el suministro derivadas de los potenciales problemas informáticos del Y2K. Se expandió después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 a fin de estar preparados para ataques químicos, biológicos, radiológicos y nucleares. El Congreso suministró fondos en 2006 para que se alistara para una posible pandemia de influenza, aunque gran parte de esa reserva se utilizó en la epidemia de gripe H1N1 tres años después.
* Antiguos astilleros de guerra que fabrican máscaras contra la COVID-19
Los antiguos astilleros de Brooklyn, de donde salieron buques de guerra como el Maine, cuyo hundimiento en 1898 desató la guerra entre EU y España, o el USS Missouri, que fue testigo en 1945 de la rendición incondicional de Japón en la II Guerra Mundial, albergan desde el estallido de la crisis del coronavirus una fábrica improvisada de máscaras para proteger al personal sanitario que atiende en primera línea a pacientes del COVID-19.
Sentados en varias hileras de mesas entre el eco de las voces, el ruido de la manufacturación en cadena y de la música proveniente de los altavoces de algunos de los voluntarios, 160 personas fabrican entre 25,000 y 30,000 máscaras protectoras al día.
Es una enorme nave industrial de 20,000 metros cuadrados, situada en la orilla del río Este, a la que se llega tras un paseo de 15 minutos atravesando calles solitarias, entre viejos almacenes reconvertidos en oficinas y después de haber desembarcado en el muelle donde arriba el ferry, que como un barco fantasma sigue realizando su recorrido aunque apenas lo utilice un puñado de viajeros.
FALTA DE MATERIAL DE PROTECCIÓN EN HOSPITALES
"Mi empresa, hace dos semanas era una empresa de impresión y visualización gráfica. Nos estábamos preparando para cerrar, de acuerdo con las órdenes del gobernador, como todos, pero envió un mensaje urgente a los fabricantes para ver si había algún tipo de equipo médico que se pudiera producir para la crisis. Un miembro de nuestro personal vio una pieza que usa materiales con los que trabajamos habitualmente, y comenzamos a hacer prototipos ese mismo día", cuenta a Efe Michael Duggal, uno de los promotores de la iniciativa, junto a Michael Bednark.
Respondían a la llamada del gobernador Andrew Cuomo y del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que se han visto desbordados por esta crisis sanitaria, que desde sus primeros compases mostró la carencia de material, personal y espacio en los hospitales para afrontar la avalancha de pacientes.
Tanto Cuomo como De Blasio, que este visitó la fábrica recientemente, ofrecieron comprar todo el material de protección que pueda servir para proteger al personal sanitario, que se vió obligado a reutilizar innumerables veces sus mascarillas o a atender a pacientes sin la protección adecuada para evitar contraer la enfermedad.
"Empezamos el ensamblaje de las máscaras un miércoles y el sábado enviamos nuestros primeros 50.000 escudos protectores personales para el personal de emergencias. Hasta hoy habremos enviado un cuarto de millón de escudos protectores hechos en este edificio", comenta Duggal, que cuenta que la nave acogió las imprentas de su empresa hasta que el huracán Sandy arrasó con todo en 2012.
Desde entonces, se había dedicado únicamente a la celebración de eventos, dice Duggal.
Pero con la crisis sanitaria, que a las autoridades les gusta comparar con una guerra, los astilleros, que estuvieron en funcionamiento desde 1801 hasta 1966 y que llegaron a dar trabajo a 70.000 personas durante la Segunda Guerra Mundial, vuelven a producir "materia de guerra" para la "primera línea de combate" contra el virus.
TRABAJO EN CADENA
Las máscaras son elaboradas en pequeñas líneas de producción, con una pieza de plástico que llega recortada de otras instalaciones situadas también en los antiguos astilleros militares y a la que le colocan un trozo de gomaespuna para que se pueda ubicar en la frente, así como unas cintas para fijarla a la cabeza
Germán Quijano, de origen salvadoreño, y que lleva trabajando 24 años en la compañía de Duggal, es el encargado de supervisar varias de las líneas de manufacturación "para asegurar que no falta material y que se sigue haciendo el volumen de producción".
Con su mascarilla y los guantes enfundados, como el resto de los trabajadores, describe a Efe el proceso básico de la fabricación de la máscara protectora.
También cuenta que, como muchos otros compañeros de su empresa, después de quedarse sin trabajo, escribió a su jefe para ofrecerse como voluntario "para ayudar por la causa que está pasando en la nación y en el mundo entero".
"Ahora estamos colaborando para ayudar a los doctores y a los enfermeros para que se protejan en su trabajo en la vida diaria", agrega.
Y es que la función del producto es evitar que eventuales microgotas de posibles infectados por la COVID-19 alcancen el rostro del personal que los atiende.
La mayoría de las personas que trabajan en la nave industrial son empleados de las empresas de Bednark y Duggal que se han visto afectadas por la paralización, aunque también hay voluntarios que llegaron de otras partes como Gretchen Mongrain, que tuvo conocimiento de la iniciativa y se presentó para contribuir.
"Normalmente trabajo para Harley Davidson en la ciudad de Nueva York, pero se consideró como un negocio no esencial, así que me despidieron de ese trabajo y un amigo de un amigo publicó que Bednark y Duggal estaban buscando voluntarios para ayudar a hacer máscaras. Así que respondí al anuncio y aquí estoy", dice a Efe Mongrain, que interrumpe un momento su trabajo de colocar las cintas de sujeción en la parte superior del plástico que cubrirá algún rostro.
MEDIDAS DE HIGIENE
Antes de entrar en la sala, todos los voluntarios deben limpiar con gel las manos y sus teléfonos móviles con toallas desinfectantes.
Asimismo, comprueban su temperatura y deben ponerse unos guates de plástico antes de ponerse a trabajar.
Sin quitarse la mascarilla protectora, Mongrain, que lleva casi desde el primer día embarcada en el proyecto, concluye: "Pienso que haciendo las máscaras estamos haciendo nuestra parte y espero que esté ayudando".
"Podríamos acoger a más personas y hay más gente que quiere ser parte de esto, pero estamos intentando que todo el mundo esté seguro manteniendo la distancia social, tanto en los baños, como en las áreas de comer, todo para mantener a todo el mundo sano", comenta Duggal.
* Con información de la Agencia EFE