Denis Mukwege, un ginecólogo y activista contra la violencia sexual
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Mukwege, de 63 años, fundó en 1999 el hospital Panzi en Bukavu, la capital de la provincia de Kivu del Sur en la República Democrática del Congo, una de las regiones más violentas, subdesarrolladas y empobrecidas del mundo.
Es difícil imaginar las heridas físicas y psicológicas que sufren las mujeres víctimas de violaciones grupales; el ginecólogo Denis Mukwege ha dedicado su vida a tratarlas en su país, la República Democrática del Congo, donde se ha convertido además en un activista contra la violencia sexual. Por su trabajo recibió hoy el Premio Nobel de la Paz.
Mukwege, de 63 años, fundó en 1999 el hospital Panzi en Bukavu, la capital de la provincia de Kivu del Sur en el este del país, una de las regiones más violentas, subdesarrolladas y empobrecidas del mundo, donde reina la impunidad. Durante y después de una guerra que azotó la nación africana entre finales de los 90 y comienzos del 2000, no dejaban de llegar víctimas de violencia sexual a su clínica.
"Era una pesadilla", recuerda. Más de 50,000 mujeres fueron tratadas por el médico y su equipo, algunas de forma reiterada. En esa tarea fue testigo de lesiones que sus colegas en otras partes del mundo no suelen ver: heridas infligidas en los órganos sexuales con armas de fuego, bayonetas o incluso botellas rotas. Mukwege es uno de los pocos médicos expertos en cirugía reconstructiva de órganos internos dañados durante violaciones grupales.
El doctor contó a dpa algunas de sus experiencias más traumáticas. "Hace dos años me trajeron un bebé de 18 meses que había sido violado", contó en una entrevista el año pasado. "Me preguntaba a mí mismo si estaba soñando o si era realidad. Pensaba que no podía seguir. Cuando volví (a casa) no podía comer, no podía dormir”.
Mukwege nació en 1955 como hijo de un pastor religioso en los últimos años de la colonización belga y creció en tiempos turbulentos. Estudió Medicina en Burundi y después se especializó en ginecología en Francia. Luego empezó a enfocar su trabajo no sólo en la sanación física sino también psíquica de las víctimas y su reintegración social.
Como activista de derechos humanos también aboga cada vez más en la escena política por el fin de las violaciones como arma de guerra.
Algo que casi le cuesta la vida. En 2012, pocas semanas después de demandar en una conferencia de la ONU el fin de la impunidad para las violaciones grupales y un mayor compromiso internacional para el fin de conflicto armado en su país, hombres armados asaltaron su casa en Bukavu. Tomaron a sus hijas como rehenes y lo esperaron.
El ginecólogo logró sobrevivir sin heridas al ataque, pero uno de sus empleados murió. "Fue el momento más difícil de mi vida". Poco después partió al exilio en Europa, pero regresó a comienzos de 2013 tras escuchar que la clínica en Bukavu no funcionaba bien en su ausencia, conmovido también por la actividad de grupos de mujeres que se habían unido contra las autoridades y prometido ocuparse de su seguridad.
Pero su vida y la de su equipo siguen corriendo peligro. El año pasado un colega fue asesinado. "Pero esta vez reaccioné de otra forma". "Sentí rebeldía. Tenemos que terminar esta guerra", dijo.
En la región oriental de Congo siguen operando grupos armados y las mujeres son con frecuencia utilizadas como armas de guerra entre el Estado y los rebeldes.
Por su trabajo Mukwege ha recibido otros premios internacionales antes, como el Sajarov a la libertad de conciencia del Parlamento Europeon en 2014, el Right Livelihood Award - conocido como el "Nobel Alternativo"- en 2013 y el premio Olof Palme en 2008. Desde hacía años sonaba como candidato al Nobel de la Paz.