El World Trade Center de Nueva York tendrá la estación de metro más cara del mundo

Internacional
/ 3 marzo 2016

Tras 10 años de expectativa y críticas, Calatrava inaugurará su centro de transporte en Nueva York

Por ALEXANDRA WOLFE, The Wall Street Journal

New York.- Cuando el arquitecto español Santiago Calatrava estaba diseñando el centro de transporte del World Trade Center, en la parte sur de Manhattan, su prioridad, dice, era hacer un lugar que su fallecida madre hubiera podido navegar. Ciertamente, el diseño extravagante de la edificación no provoca ese tipo de pensamientos. La pieza central de la estructura, el Oculus, tiene alas blancas que se elevan hacia el aire, casi como un ave, y una claraboya retractable. No obstante, Calatrava asegura que siempre tuvo la simplicidad en mente.

La estructura, que se inaugurará esta semana, tiene unos 45 metros de altura y conectará 11 líneas de metro con trenes intermunicipales, varias rutas de buses, servicio de ferry y estacionamiento. Se proyecta que unas 250,000 personas transiten por el lugar al día. El complejo, dice Calatrava, “tiene un carácter muy serio pero es muy calmado”, incluso si su construcción fue todo lo contrario. La terminación de la central se demoró más de 10 años y costó casi US$4,000 millones, el doble del tiempo y dinero estimados.

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Esta es la obra más prominente en Estados Unidos del arquitecto español hasta la fecha. Conocido por sus estructuras dramáticas y esculturales, Calatrava, de 64 años, a menudo se inspira en formas de la naturaleza. Sus trabajos previos incluyen el Puente de la Mujer en Buenos Aires; el Museo del Mañana de Rio de Janeiro; el Turning Torso en Malmo, Suecia, un edificio que se tuerce a medida que se eleva; el Quadracci Pavilion del Museo de Arte de Milwaukee; y el Puente del Alamillo en Santiago de Compostela, España. El año pasado ganó el Premio Europeo de Arquitectura.

Calatrava espera que los visitantes se sientan animados por su creación más reciente. Los brillantes arcos de acero blancos del exterior del edificio se encuentran sobre un vestíbulo principal lleno de luz, vestido en mármol y acero también blancos. Evoca el interior de una enorme catedral, aunque llena de tiendas minoristas. La meta, señala, es que cada viajero sienta: “Esta estación está construida para mí”. El buen diseño inspira a la gente a ser respetuosa, añade. “Si uno tiene una estación hermosa, la estación permanece limpia y tiene mejor seguridad”.

Cuando Calatrava estaba preparando su propuesta para la comisión de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey (dueña del terreno donde está el World Trade Center), quería pensar en una forma en la que el sitio pudiera responder a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Se le ocurrió la idea de un niño dejando volar una paloma, una imagen que pensó ofrecería optimismo y esperanza. “Fue un mensaje de fe en el futuro”, explica.

Sin embargo, su reputación sufrió durante la construcción al ser criticado por el exceso de costos y los retrasos. Los críticos dicen que su diseño es demasiado complejo y sus materiales muy costosos. De hecho, será la estación de metro más costosa de la historia.

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Calatrava piensa que las críticas han sido injustas. “La belleza es difícil”, asegura, añadiendo que es particularmente complicado controlar presupuestos con proyectos ferroviarios debido a su complejidad. Parte del problema con el centro de transporte del World Trade Center fue la participación de varias agencias: funcionarios municipales también decidieron mantener en operación una línea de metro subterránea debajo de la construcción en lugar de cerrarla temporalmente, lo que se sumó a los costos y a los problemas logísticos.

La terminal será la octava estación ferroviaria que ha construido Calatrava. Las otras, entre ellas la estación de metro Oriente en Lisboa y la de Lieja Guillemins en Lieja, Bélgica, están en Europa. Las estaciones de trenes allí, anota, solían ser lugares abiertos de modo que el vapor de los trenes tuviera espacio suficiente para ser liberado. Aunque el vapor ya no es un problema, el arquitecto aún le gusta celebrar esa sensación de apertura.

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Calatrava nació en Valencia, España, en una familia que trabajaba en la exportación agrícola. En la universidad, estudió tanto arquitectura como ingeniería. Hoy, él y su esposa, Robertina, que maneja el lado empresarial de su firma, viven principalmente entre Nueva York y Zúrich. También tiene una oficina en Doha, Qatar, que abrió su hijo Micael. De sus otros tres hijos, Gabriel tiene su propia firma de arquitectura. Su hijo ha encontrado éxito por su cuenta, dice, pero, “a veces es difícil cuando el padre está enfrente de ti y ocupando tanto espacio”.

El consejo que les da a todos sus hijos es perseverar. El español piensa que la gente que más admira en su profesión —I.M. Pei, Le Corbusier, Eero Saarinen— produjeron sus mejores trabajos ya entrados en años. “Uno necesita saber mucho para convertirse en un maestro de su profesión”, dice.

Por estos días, Calatrava se ha acomodado a una rutina. Usualmente se despierta a las 6 de la mañana y hace ejercicio por una hora, luego saca a caminar a su perro. A las 7:45 ya está listo para ir a su estudio. Es tanto artista como arquitecto, y le gusta pasar las mañanas dibujando. Después del almuerzo al mediodía va a su oficina, donde trabaja hasta las 7 u 8 de la noche.

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Últimamente pasa la mayoría del tiempo en Nueva York en preparación para la inauguración del centro de transporte. Esta ciudad, piensa, es la urbe más emocionante ahora tanto en arte como en arquitectura. “A menudo comparo Nueva York con París a comienzos del siglo (XX)”, dice. “Uno puede conocer a muchos artistas acá”.

Completar la estación del World Trade Center es agridulce. “El arquitecto trabaja por tantos años construyéndola, y en el momento en que uno la entrega a la gente se vuelve innecesario”, dice con una sonrisa.

Así como el Grand Central Terminal, una icónica estación de trenes de Nueva York, ha perdurado por más de un siglo, Calatrava espera que su central perdure por mucho tiempo. Sólo hay un problema. “Esta estación es un hito” en su carrera, señala. “¿Qué puedo hacer ahora?”

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