Estos son los antecedentes del papa León XIV en materia de manejo de abusos sexuales
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Cuando era obispo en Perú, el papa León XIV gestionó dos casos de abusos con resultados dispares: en uno se puso del lado de las víctimas y en el otro se le acusó de haberles fallado
CIUDAD DEL VATICANO- Los escándalos de abusos sexuales han conmocionado a la Iglesia católica por años, durante los cuales sacerdotes de todo el mundo han sido acusados de victimizar a niños y a otras personas, y la institución ha sido criticada por su respuesta endeble.
Desde el momento en el que el papa León XIV se convirtió en el líder de los 1, 400 millones de católicos del mundo, su postura sobre los abusos tendrá un papel fundamental en la configuración del futuro de la Iglesia en su intento de reconstruir la confianza.
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Para comprender mejor la dirección que podría tomar, un equipo de reporteros de The New York Times examinó la gestión de León de dos casos de abusos sexuales en Perú, mientras era obispo en la pequeña ciudad de Chiclayo, entre 2015 y 2023.
Encontramos contrastes importantes. En un caso, el papa León —entonces llamado obispo Robert Prevost— se puso del lado de las víctimas de abusos sexuales de forma asertiva. Se enfrentó a poderosas figuras católicas de Perú para pedir justicia para las víctimas del Sodalicio de Vida Cristiana, un movimiento católico con características de una secta que reclutaba a niños de familias de élite y utilizaba los abusos sexuales y psicológicos para controlar a sus integrantes.
En el otro caso, el papa es acusado por víctimas y defensores de no haber investigado adecuadamente las denuncias de tres mujeres de haber sufrido abusos por parte de sacerdotes cuando eran niñas.
La investigación del Times descubrió que, mientras el papa era obispo, al menos dos sacerdotes acusados de abusar de menores siguieron ejerciendo su trabajo eclesiástico —a veces con niños— mientras se les investigaba. La labor de reportería también encontró que un sacerdote designado por Prevost para asesorar a las víctimas les dijo que no esperaran mucha responsabilidad de la Iglesia, porque sus abusos no habían llegado a ser “una situación de una violación propiamente”.
Los hallazgos plantean interrogantes sobre el grado de supervisión que el futuro papa puso en marcha para garantizar la rendición de cuentas y proteger a las víctimas de posibles abusadores.
¿QUÉ SABEMOS DEL PRIMER CASO?
Durante años, las denuncias de abusos habían asolado el Sodalicio, un movimiento católico ultraconservador fundado en Perú en 1971 por un laico, Luis Fernando Figari, que acabó recibiendo la aprobación del Vaticano. Pero el alto clero peruano ignoró en gran medida las acusaciones contra el Sodalicio.
Un libro de 2015, Mitad monjes, mitad soldados, reveló una cultura de abusos sexuales, psicológicos y físicos dentro del Sodalicio. Una investigación independiente posterior mostró cómo los métodos de Figari incluían utilizar un látigo con espinas para castigar a los integrantes del grupo, hacer que su perro los mordiera y obligarlos a llevar un cinturón que provocaba descargas eléctricas.
El obispo Prevost se convirtió en una de las pocas figuras católicas de alto rango en Perú que se puso del lado de las víctimas. Ayudó a algunas de ellas a obtener asesoramiento psicológico e indemnizaciones económicas y aumentó la presión sobre el Sodalicio.
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En entrevistas, las víctimas del Sodalicio elogiaron su gestión de los casos y afirmaron que la implicación de Prevost desencadenó ataques infundados contra él por los casos de abusos en Chiclayo por parte de personas afines al Sodalicio.
Decenas de víctimas acabaron saliendo a la luz y el otrora poderoso movimiento se vio obligado a pagar millones de dólares en indemnizaciones. Apenas unas semanas antes de que León fuera elegido papa, el Vaticano ordenó la disolución del Sodalicio.
¿Y EL CASO DE CHICLAYO?
Tres mujeres en Chiclayo afirman que, tras dirigirse al futuro papa en 2022, recibieron un trato muy diferente.
En declaraciones a medios de comunicación peruanos, han dicho que contaron al obispo Prevost que dos sacerdotes de la diócesis habían abusado de ellas cuando eran niñas. Uno de ellos, el padre Eleuterio Vásquez, había llevado a dos de las niñas a una misión en la montaña, donde se había metido en la cama con ellas y había empezado a tocarlas y sobarlas.
Una de las mujeres, Ana María Quispe, que ahora tiene 29 años, ha hablado extensamente en las redes sociales y afirmó en TikTok que el obispo Prevost dijo a las mujeres que les creía y las animó a denunciar los abusos a las autoridades civiles, cosa que hicieron.
Pero después, dijo Quispe, no pareció suceder gran cosa. Las autoridades civiles cerraron el caso con rapidez, alegando que las denuncias se remontaban a tantos años atrás que habían prescrito. El Vaticano cerró su propia investigación en agosto de 2023, citando la decisión de las autoridades civiles y la falta de pruebas.
La diócesis afirmó que al padre Vásquez se le “prohibió el ejercicio público del ministerio sacerdotal” en medio de la investigación.
Pero las publicaciones en las redes sociales revisadas por el Times mostraban que el padre Vásquez siguió participando públicamente en misa al menos tres veces durante la investigación.
Incluso fue fotografiado oficiando misa conjuntamente con el futuro papa.
Un portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, dijo que la investigación del obispo Prevost fue “más allá de los requisitos” e incluyó la recepción de un informe escrito de las mujeres y la búsqueda de otras acusaciones en los archivos.
Dijo que la Iglesia permitió al padre Vásquez celebrar misa públicamente solo una vez durante la investigación. Si el sacerdote lo hizo en otras ocasiones, añadió, era algo “desconocido por el obispo”.
En un segundo caso descubierto por el Times, a otro sacerdote de Chiclayo acusado de abusar sexualmente de un menor se le prohibió seguir con su trabajo sacerdotal en su parroquia en 2019. Pero más de una decena de publicaciones de Facebook identificadas por el Times, muchas de ellas del periodo en que el obispo Prevost dirigía la diócesis, muestran que el sacerdote siguió realizando trabajo eclesial durante años, a menudo con niños.
Mitch Smith colaboró con reportería desde Chicago y Arijeta Lajka desde Nueva York.
Julie Turkewitz es jefa del buró de los Andes para el Times, está radicada en Bogotá y cubre Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú.
Simon Romero es corresponsal del Times en México, Centroamérica y el Caribe. Reside en Ciudad de México.
Elisabetta Povoledo es una reportera radicada en Roma que cubre Italia, el Vaticano y la cultura de la región. Es periodista desde hace 35 años. c. 2025 The New York Times Company.
Por Julie Turkewitz, Simon Romero, Mitra Taj, Elisabetta Povoledo y Tomás Munita, The New York Times.