Primera semana de Temer: sin “luna de miel”, con críticas y polémicas
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Desde el jueves, cuando asumió en forma provisional después de que la presidenta Dilma Rousseff fuera suspendida por el Senado, Temer y su equipo cayeron en varias contradicciones.
El presidente en ejercicio de Brasil, Michel Temer, llega a una semana de Gobierno interino sin gozar de la "luna de miel" con la que suelen ser agraciados quienes comienzan su gestión.
Su Gabinete sin mujeres ni negros; la extinción del Ministerio de Cultura y la fusión de todas las Secretarías vinculadas a asuntos de equidad: Mujeres, Igualdad Racial y Derechos Humanos; y la inclusión en la más alta esfera de su Gobierno de políticos investigados bajo sospecha de estar implicados en la trama de corrupción en Petrobras, le valieron sendas críticas e instalaron la polémica.
Desde el jueves, cuando asumió en forma provisional después de que la presidenta Dilma Rousseff fuera suspendida por el Senado, Temer y su equipo cayeron en varias contradicciones, haciendo anuncios y declaraciones que fueron desmentidos o rectificados poco después.
Todo esto dio una imagen de inconsistencia a un Gobierno interino que se autoproclamó de "salvación nacional", que el domingo recibió su primer "cacerolazo", ocurrido en al menos diez estados del país, mientras Temer daba su primera entrevista a un canal de televisión.
El lunes, mientras las protestas, marchas y ocupaciones por la extinción del Ministerio de Cultura aumentaron y se extendieron, los vaivenes en su gestión se hicieron más notorios.
El primero se originó cuando el nuevo ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, insinuó su intención de cambiar la forma de elección de los fiscales de la Fiscalía General de la República.
La idea le restaba autonomía de elección a la propia Fiscalía y fue desautorizada públicamente por Temer en forma casi inmediata. Pero la bomba ya había estallado.
La cartera de Justicia es la que tiene bajo su órbita a la Policía Federal, entidad que comanda, entre otras, las investigaciones relacionadas con la corrupción en Petrobras.
Fue en esas circunstancias que se hizo imposible evitar suspicacias que relacionaron el nombramiento de políticos investigados con intentos de cambiar la forma de elegir a las cabezas de la Fiscalía.
Luego fue el ministro de Salud, Ricardo Barros, quien deslizó la eventual reducción de la cobertura del sistema público de salud, lo que encendió alarmas en un país que, entre otros problemas, enfrenta epidemias graves de zika, chikungunya, dengue y H1N1.
Fue el propio Barrios quien salió a rectificar su propuesta. También en Economía, el mayor problema que afecta al país, hubo y hay más de un desacuerdo y enormes desafíos por delante.
El nuevo ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, no realizó aún anuncios concretos sobre cómo sacar al país de la crisis, pero las dos principales medidas que puso sobre la mesa cayeron mal.
La reforma en el sistema jubilatorio, con la definición de una edad mínima para retirarse, generó rechazo no solo por parte de centrales sindicales alineadas con el ahora opositor Partido de los Trabajadores (PT), sino también por parte de agremiaciones que en principio serían aliadas del Gobierno interino.
Tampoco tuvo buena acogida, ni por sindicalistas ni por la sociedad en su conjunto, la idea de reactivar un impuesto a las transacciones financieras que está suspendido desde 2007.
Ambas medidas impopulares, consideradas claves por el equipo económico, necesitan además del aval del Congreso.
Y es en el Legislativo en el que radica otro enorme desafío para Temer, cuyo respaldo que parecía amplio, a priori, ya da muestras de que no será incondicional.
Los legisladores tienen sus principales intereses puestos en las elecciones municipales de octubre y se resisten a desagradar a eventuales votantes aprobando "medidas amargas".
Además de los problemas, encontrados y en algunos casos ocasionados por sus propias decisiones, Temer ha tenido dificultades en poner en marcha soluciones.
En un intento por equilibrar el nada equitativo Gabinete, salió a buscar a una mujer para comandar la polémica nueva Secretaría Nacional de Cultura, pero recibió nada menos que seis rechazos por parte de mujeres vinculadas a la cultura nacional. Acabó asumiendo otro hombre, Marcelo Calero.
Asimismo, el miércoles, en un nuevo sacudón a su incipiente gestión, el político al que estarían dispuestos a votar entre el uno y el dos por ciento de la población, según un sondeo reciente, fue presionado por su coalición aliada a nombrar líder de su Gobierno en Diputados a un legislador como mínimo polémico.
André Moura, quien será el interlocutor entre el Ejecutivo y la Cámara baja, se enfrenta a procesos en el Supremo Tribunal Federal por delitos de corrupción, es investigado por sus presuntos nexos con el caso Petrobras y uno por intento de homicidio.