De Tlaxcala al Vaticano: ¿quiénes fueron los ‘Niños Mártires de Tlaxcala’, canonizados por el Papa Francisco’

México
/ 26 abril 2025

Gracias al papa Francisco, la canonización consolidó el legado de los ‘Niños Mártires de Tlaxcala’ como modelos de esperanza y fortaleza espiritual

El 15 de octubre de 2017, la Plaza de San Pedro en el Vaticano se convirtió en el escenario de un momento histórico para la comunidad católica de México y el mundo. En una solemne ceremonia presidida por el Papa Francisco, Cristóbal, Antonio y Juan —conocidos como los ‘Niños Mártires de Tlaxcala’— fueron canonizados junto a otros 32 beatos provenientes de Brasil, España e Italia.

Su reconocimiento como santos representó no solo un acto de fe, sino también la reivindicación del testimonio de vida de los primeros laicos mártires del continente americano.

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¿QUIÉNES FUERON CRISTÓBAL ANTONIO Y JUAN, LOS NIÑOS MÁRTIRES DE TLAXCALA?

Los Niños Mártires de Tlaxcala son considerados los primeros católicos laicos en el continente americano en ofrecer su vida por la defensa de su fe cristiana. Su martirio ocurrió entre 1527 y 1529, en los primeros años de la evangelización tras la llegada de los españoles a Mesoamérica.

Aunque las fechas exactas de su nacimiento no se conocen, la historia documentada indica que Cristóbal murió en 1527 a los doce o trece años de edad, mientras que Antonio y Juan fueron asesinados en 1529, aproximadamente a la misma edad.

SAN CRISTÓBAL: EL PRIMER MÁRTIR

Cristóbal nació en Atlihuetzia, Tlaxcala, hijo mayor del cacique Axotécatl y su primera esposa, Tlapaxilotzin. Educado por los frailes franciscanos desde muy joven, Cristóbal abrazó la fe cristiana con fervor. Se dedicó a predicar entre los servidores de su padre y a condenar las prácticas idolátricas y de embriaguez que predominaban en su comunidad.

Su celo misionero lo llevó a destruir los ídolos que su padre veneraba y a derramar el pulque utilizado en rituales, acciones que provocaron su condena. Engañado bajo el pretexto de una fiesta familiar, Cristóbal fue brutalmente golpeado por su propio padre, arrojado al fuego y finalmente muerto, no sin antes perdonarlo en un gesto que marcó un precedente de amor cristiano en el continente.

SAN ANTONIO Y SAN JUAN: COMPAÑEROS DE MARTIRIO

San Antonio, nieto de Xicoténcatl, señor de Tizatlán, era heredero natural de uno de los más importantes linajes de Tlaxcala. San Juan, su criado y amigo, también originario de Tizatlán, compartió con él el destino martirial.

Ambos niños, voluntarios en la misión evangelizadora hacia Oaxaca liderada por frailes dominicos, fueron conscientes de los riesgos que enfrentaban. En su paso por Tepeaca, mientras destruían ídolos paganos como parte de su labor, fueron interceptados por habitantes de los pueblos originarios molestos por la pérdida de sus deidades. Juan fue asesinado primero y, posteriormente, Antonio, quien se culpó a sí mismo ante sus asesinos para proteger a su compañero ya moribundo.

EL RELATO HISTÓRICO DE SU MARTIRIO

El testimonio de la vida y muerte de los Niños Mártires quedó registrado gracias a las crónicas de fray Toribio de Benavente, conocido como Motolinía. Su obra, Historia de los Indios de la Nueva España, ofrece un recuento minucioso de la valentía, fe y martirio de estos niños.

El relato de Motolinía describe la brutalidad de los ataques, pero también destaca la profunda espiritualidad con la que los pequeños enfrentaron su destino, perdonando a sus agresores y encomendándose a Dios hasta el final.

ASÍ FUE LA CANONIZACIÓN DE LOS NIÑOS MÁRTIRES DE TLAXCALA POR EL PAPA FRANCISCO

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El camino hacia la canonización de los Niños Mártires de Tlaxcala inició formalmente siglos después de sus muertes. Fueron beatificados el 6 de mayo de 1990 por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe durante su segunda visita apostólica a México.

Durante su viaje a Guanajuato, en 2012, el Papa Benedicto XVI los propuso como ejemplo de vida para los niños mexicanos, reconociendo su valentía y compromiso inquebrantable con la fe cristiana.

Finalmente, el Papa Francisco aprobó su canonización sin necesidad de un milagro atribuido, bajo el criterio del martirio “en odio a la fe”. La misa de canonización en Roma fue un acto de celebración para los fieles de todo México y Latinoamérica.

La ceremonia del 15 de octubre de 2017 estuvo llena de simbolismo y alegría. En su homilía, el Papa Francisco exhortó a los fieles a vivir la santidad cotidianamente, siguiendo el ejemplo de los nuevos santos que entregaron sus vidas en servicio a Cristo.

Al momento de la canonización, las campanas repicaron en múltiples puntos de Tlaxcala, incluyendo el Convento de la Caridad en Huamantla, la Basílica de la Misericordia en Apizaco, y la Parroquia de Santa Ana en Chiautempan, así como en el Santuario Diocesano en Atlihuetzia, lugar donde Cristóbal fue martirizado.

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Hoy, los Santos Niños Mártires de Tlaxcala representan un símbolo de la fe viva en México. Su historia recuerda a los fieles la importancia del testimonio valiente de la fe cristiana en cualquier circunstancia.

La comunidad de Tlaxcala, el papa Francisco y la Iglesia universal honran su memoria no solo como mártires, sino como modelos de esperanza, caridad y fortaleza espiritual, especialmente para las nuevas generaciones.

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