Afirma el Conacyt que la soberanía científica nos da independencia y bienestar social
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La titular del Conacyt invitó a reflexionar sobre quién detenta el “poder” de la ciencia o de la tecnología y si éste se funda en la voluntad general e interés común de empresas, científicos, universidades e instituciones del Estado.
La soberanía científica es la capacidad que tiene el país para decidir qué tipo de investigación, tecnologías, conocimientos e innovaciones son los más pertinentes para impulsar el bienestar de su población, afirmó la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla Roces.
En el texto denominado ¿Soberanía científica?, afirmó que el concepto también se refiere a no depender de los modelos impuestos desde el exterior o por empresas transnacionales.
Precisó que para el Conacyt la soberanía se refiere a la generación de condiciones en la actual administración para que el sector sea más provechoso para la nación. Algunos países orientales, añadió, han sido capaces de obtener beneficios gracias a esta apertura; México no la ha ejercido.
Por ello, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) indicó que desde la institución que encabeza “trataremos de abrir fronteras y mentes, involucrando también las aperturas de tipo comercial” en esa materia.
Recalcó que “el nuevo consejo pretende incentivar un diálogo continuo con la gran diversidad de saberes y experiencias que han reunido las comunidades, la ciudadanía, las y los servidores públicos y las empresas que desean el bienestar de todas y todos, así como el cuidado de los bienes comunes”.
Se refirió que la Real Academia Española define la soberanía como “la autoridad suprema del poder público” o como “el poder político supremo que corresponde a un Estado independiente”.
A pesar de ser un concepto presente en todo sistema jurídico, destacó, en la actualidad existe una fuerte controversia en torno a lo que llamamos soberanía. “Su definición no es ni podrá ser unívoca, porque se trata de una relación que se ha producido y transformado a lo largo de la historia”, expuso.
Álvarez-Buylla Roces comentó que esa definición limitada por el absolutismo, promovió el debate hoy en día porque no se establece con claridad de dónde surge ese poder, quién lo arroga, quién lo ejerce y cuáles son sus motivos.
Consideró que en la actualidad, después de reyertas históricas, convulsiones sociales y debates, sigue manteniéndose esta confusión que se vuelve un problema fundamental cuando se menciona la soberanía científica o la soberanía tecnológica.
“Es digno de reflexión que en las cuatro décadas recientes la palabra soberanía haya dejado de estar presente en el discurso o en la conciencia social. Esto ha ocasionado que se malinterprete su significado y se confunda con la intransigencia”, insistió.
Señaló que tal parece que el proceso de descomposición de la soberanía económica, política y cultural de México se ha permeado en las prácticas sociales más elementales y hasta en las convicciones cotidianas, “y es por esto que hoy puede resultar sorprendente toda reivindicación de soberanía”.
La titular del Conacyt invitó a reflexionar sobre quién detenta el “poder” de la ciencia o de la tecnología y si éste se funda en la voluntad general e interés común de empresas, científicos, universidades e instituciones del Estado.