¿Estamos por ver el final del PRI? El PRI en vilo rumbo a su dirigencia nacional
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Un político de Coahuila fue el primer líder nacional de lo que actualmente es el PRI, ¿será otro paisano quien ocupe por última vez el cargo
¿Podría ser que el exinvencible Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuya primera cuna fue mecida hace 90 años por un coahuilense, Manuel Pérez Treviño, también reciba el último clavo sobre su ataúd por parte de otro político nacido en estas tierras, José Narro Robles?
Y no se trata de una pregunta del todo retórica. El PRI acaba de cumplir 71 años consecutivos de gobernar a México, regresó a la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto, pero volvió a perderla en 2018.
Ahora, en 2019, el proceso de elección de la nueva dirigencia nacional del tricolor entra, coinciden diversos analistas, a terrenos peligrosos que pudieran incluso llevarlo a su desaparición en la escena política.
Actualmente el PRI gobierna 12 estados y de ellos, son cinco las entidades que nunca han sido gobernadas por un partido diferente al PRI: Campeche, Coahuila, Colima, Estado de México e Hidalgo.
Apenas el pasado domingo 5 de mayo, el Consejo Político Nacional del PRI aprobó que su Presidente y su Secretario General sean elegidos por consulta a las bases, en un intento por recuperarse de la derrota electoral del año pasado.
Las alarmas al interior del Revolucionario Institucional están encendidas ante la posibilidad de que, con una dirigencia sin fuerza suficiente, el proceso interno carezca de la credibilidad que evite el rompimiento que lo lleve a su desaparición.
La actual titular, Claudia Ruiz Massieu –una de las seis mujeres que ha estado al frente de los 50 CEN del PRI en su historia–, debe demostrar tener una capacidad de maniobra suficiente para convencer a los aspirantes a sucederla a que se trata de una elección limpia.
Y aunque oficialmente aún no existen candidatos a la dirigencia nacional priista, ya son varias las personalidades como el saltillense José Narro Robles, exsecretario de Salud y exrector de la UNAM, que ha expresado su interés para contender por el cargo partido.
En el mismo sentido, Alejando Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche (a quien eventualmente podría acompañar en su fórmula de campaña, la exdiputada Carolina Viggiano), y la exgobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, y el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruíz; también, podrían participar en una elección interna.
Pues todos ellos, y otros espontáneos que pudieran surgir de improviso, deben manifestar su confianza en los organizadores del proceso electoral.
De no hacerlo, una desbandada en las actuales circunstancias como resultado de una derrota sería fatal para el PRI. El PRI tiene 6.3 millones de afiliados, según datos de 2017 depurados por el INE.
“Si el PRI sale mal en esta elección no tiene nada que hacer en el 2021, cuando se renueve la Cámara de Diputados, se los puedo asegurar”, escribió el periodista Héctor Moctezuma de León.
¿Origen es destino?
La fundación del primer antecedente del PRI, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), se concretó el 4 de marzo de 1929, cuando nació con el objetivo claro de mantener “una disciplina de sostén al orden legal”, a través de la “unificación de los elementos revolucionarios del País”.
Ese posicionamiento ha sido interpretado muchas veces como el intento de instrumentar un partido corporativista, creado para agrupar a diversos políticos nacionales y regionales, así como a organizaciones políticas surgidas en el contexto de la Revolución Mexicana.
Pese a ello, el PRI está afiliado a la Internacional Socialista, organización mundial de partidos de izquierda.
El principal impulsor del PNR, es bien sabido, fue Plutarco Elías Calles, presidente de México entre 1924 y 1928. Con él trabajó en la fundación del nuevo partido el general Manuel Pérez Treviño, nacido en Guerrero, Coahuila, quien fue el primer dirigente nacional del PNR.
A lo largo de su historia este instituto político ha tenido tres nombres: Partido Nacional Revolucionario; en 1938, cambió de nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM); y en 1946 se estableció la denominación Partido Revolucionario Institucional, que se mantiene hasta hoy.
No son pocas las voces dentro y fuera del PRI que ahora consideran que ese partido debe cambiar no únicamente su nombre, sino también los colores que, se argumenta no son los nacionales y no deben utilizarse como propiedad de ningún partido.
También se criticó la aparente contradicción de la denominación PRI, por cuanto lo “revolucionario”, el cambio, se entiende como lo opuesto al término “institucional”, la estabilidad.
De los seis expresidentes de México que están vivos, cuatro son priistas: Enrique Peña Nieto, Ernesto Zedillo Ponce de León, Carlos Salinas de Gortari y Luis Echeverría Álvarez.
Otro dato que ilustra la nueva realidad priista, desde que el Gobierno de la Ciudad de México es electo democráticamente, el PRI nunca lo ha ganado.
No obstante, en 2016, el PRI aspiraba a ganar en la mayoría de las entidades, pero se topó con alianzas PAN-PRD. En 2018, no ganó en ninguna entidad. Y hoy tiene 47 de los 500 diputados federales. Del total de legisladores del tricolor, 22 son mujeres.
¿Será capaz el PRI de resurgir de sus cenizas?