Mata a compañero a sangre fría; mete el cuerpo en la cajuela y se va a gimnasio

Nacional
/ 20 julio 2020

Luis Pablo, llamado “Cabos”, manejó durante dos días el Mitsubishi Lancer color vino de José Andrés Larrañaga, a quien habían matado, de acuerdo con sus propias declaraciones. Su compañero de la universidad yacía muerto en la cajuela

El primero de octubre, al salir de la escuela, él y dos amigos más, Arturo y Abraham, lo secuestraron, lo asesinaron, y planeaban vender el carro y pedir rescate a su familia para pagar sus deudas.

Ese lunes pusieron en marcha un plan que habían maquinado con al menos un mes de antelación. Pero fue Luis Pablo quien quedó a cargo del cuerpo de su amigo mientras decidían cómo deshacerse de él. “Desde el principio habían pensado en matarlo”, admitieron en sus primeras declaraciones. ¿Cómo? Aún no se revelan los detalles de la participación de cada uno de ellos en el crimen, ni de a dónde lo llevaron. Sólo se sabe que el joven fue asfixiado por sus compañeros de la Universidad de Ciencias y Desarrollo de Puebla (UDES), donde estudiaban Ingeniería Automotriz.

Luis Carlos solía acudir a un gimnasio a entrenar todas las noche. Está ubicado en la colonia México 68, a unas calles de su casa. Sus conocidos relataron que era apodado “Cabos” porque siempre hablaba de los días que había vivido en San José del Cabo.

De acuerdo con los testimonios recabados por Periódico Central, la noche del primero de octubre llegó al gimnasio manejando el Mitsubishi Lancer. Iba golpeado de la cara porque, según él, lo habían intentado asaltar. Pidió a uno de sus amigos que le permitiera guardar el auto en su cochera. Decía que en su casa los perros lo podían maltratar. Contaba la historia de que lo iba a usar para trabajar un proyecto de la escuela. El cuerpo estaba en la cajuela. Todo lo hizo sin una gota de sudor; a sangre fría.

No logró guardar el auto con sus compañeros ni en una pensión cercana y terminó dejándolo estacionado afuera del gimnasio con la promesa de que un vecino “le echaría un ojo”.

Esa noche, José Andrés salió de la escuela y ya no llegó a la casa donde vivía, con sus familiares, quienes avisaron de su ausencia a los padres y se lanzó una alerta en redes sociales para encontrarlo. Al día siguiente, el martes 2 de octubre, a las 7:00 horas llegó “Cabos” acompañado por dos amigos: uno de ellos en otro auto. Pidieron una pala prestada a los vecinos y se trasladaron al municipio de Acajete para enterrar el cuerpo, pero en Acatzingo dejaron abandonado el Lancer y pasaron el cuerpo de José Andrés al Versa blanco.

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El cuerpo fue abandonado en unos terrenos de cultivo que “Cabos” conocía muy bien porque ahí había vivido. Terminaron el trabajo y por la tarde llegó al gimnasio como si nada. Seguía con el rostro golpeado. Cuando le preguntaban, sólo maldecía: “¡Por qué no aprendí a someter a las personas!”, decía.

La alerta sobre la desaparición del estudiante daba vuelta en las redes sociales y en la Universidad. Hasta que el jueves, algunos periodistas dieron a conocer la noticia de que el cuerpo de José Andrés, originario de Tuxtepec, Oaxaca, había sido encontrado sin vida. Sin más detalles sobre el hallazgo ni confirmación oficial, familiares y amigos condenaron que se diera tal información. Pero el viernes la Fiscalía corroboró el hallazgo y presentó a los tres detenidos.

De acuerdo con las autoridades, los tres amigos de la UDES planearon secuestrar y matar a José Andrés Larrañaga con al menos un mes de anticipación. Intentaban pedir dinero por su recate. Pensaban vender su auto también. Abraham y Arturo estudiaban en el mismo salón de su víctima en la UDES y Luis Pablo ya estaba en tercer semestre. Eran compañeros de clases, amigos.

Los conocidos de “Cabos” cuentan que tenía una pésima relación con su madre y que debía 20 mil pesos de colegiatura y mil pesos del gimnasio. Pero no lo creían capaz de cometer un crimen. Creen que fue influenciado por sus cómplices. “Sigo sin poder creerlo. Jamás me hubiera pasado por la cabeza que él haría algo así. Es una persona como muy torpe, como muy pendejo”, dijo a Periódico Central uno de sus conocidos.

Dicen que su mamá lo había corrido 15 días antes de su casa, o al menos eso les había contado. “Ella confirmó la versión del crimen y dijo que si su hijo era responsable, debía pagar. Yo creo que para la señora es mejor que su hijo esté en la cárcel”.

os conocidos del gimnasio creen, sin embargo, que es tan débil que no aguantará los días tras las rejas. “Intentaba conquistar a todas las chicas y nadie le hacía caso. Tenía muchos problemas con su mamá. Hace 15 días lo corrieron de su casa y andaba buscando dónde quedarse”.

Sus compañeros del gimnasio coinciden en que “Cabos” era fanático de la película “Sangre, sudor y gloria”, que narra la historia de un gerente de un gimnasio y sus cómplices musculosos, que secuestran a a un empresario rico y lo obligan a firmar todas sus propiedades a su nombre, incluyendo automóviles y una mansión.

Cuando “Cabos” conocía a alguien, le preguntaba si la había visto. Siempre repetía pequeñas líneas de los actores, de acuerdo con sus conocidos.

En el film, los tres físicoculturistas que secuestran al empresario millonario hacen todo mal. Los sujetos son descritos como torpes e ineptos. Así como “Cabos” y sus cómplices. Llevaron la ficción a la realidad.

Sus compañeros tienen sus propias teorías. Piensan que seguramente el joven los descubrió y por eso lo mataron. También creen que intentó defenderse y que por eso “Cabos” llegó tan golpeado: “Yo lo vi el martes en la noche y estaba muy tranquilo, no se veía nervioso, preocupado o algo, nada. Sólo me sacó de onda lo que me dijo del sometimiento. Pero jamás pensamos que tuviera que ver con el chavo desaparecido”.

Arturo, Abraham y Luis Pablo fueron detenidos este viernes como los sospechosos del secuestro y asesinato de José Andrés Larrañaga. Este lunes se llevará a cabo su audiencia de vinculación a proceso.

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