Griselda Triana, viuda del periodista Javier Valdez, fue víctima de espionaje con Pegasus
COMPARTIR
Con este nuevo caso, el grupo experto en temas de tecnología e información de la universidad canadiense de Toronto eleva ya a 25 los afectados por este malware en México, incluidos dos colegas que trabajaban con Valdez en el semanario Ríodoce, especializado en cobertura del crimen organizado
CIUDAD DE MÉXICO.— Griselda Triana, viuda del reconocido periodista mexicano Javier Valdez, asesinado en Sinaloa el 15 de mayo de 2017, fue víctima de un intento de introducir en su teléfono móvil el software espía "Pegasus" diez días después de que mataran a su esposo, indicó un nuevo informe de Citizen Lab presentado el miércoles.
Con este nuevo caso, el grupo experto en temas de tecnología e información de la universidad canadiense de Toronto eleva ya a 25 los afectados por este malware en México, incluidos dos colegas que trabajaban con Valdez en el semanario Ríodoce, especializado en cobertura del crimen organizado, y que sufrieron intentos de hackeo desde el día siguiente al homicidio del reportero; todavía no se sabe con qué objetivo.
"Pegasus" funcionaba mediante el envío de mensajes de texto de interés para la víctima, que tenían un vínculo. Al abrirlo el celular se convertía en un dispositivo de espionaje y permitía activar el micrófono y la cámara a distancia, además de acceder a todo el contenido almacenado en el aparato.
En el caso de Triana, el primero documentado de una víctima indirecta de asesinato que es espiada, uno de los mensajes hablaba de una supuesta teoría sobre el homicidio de Valdez y otro sobre presuntos ataques contra ella. Sin embargo, ella no abrió ninguno.
El programa era de la compañía israelí NSO Group, que el miércoles insistió en un comunicado que sólo lo vende a agencias gubernamentales “de seguridad e inteligencia muy veteranas y con el único objetivo de luchar contra el crimen y el terrorismo”.
La anterior administración mexicana lo compró pero en lugar de rastrear delincuentes, las investigaciones de Citizen Lab demostraron que se usó contra reconocidos periodistas, abogados en derechos humanos, activistas, políticos de oposición, investigadores e incluso contra un menor.
“No soy ni criminal, ni terrorista pero he sido objeto de espionaje por el hecho de haber sido compañera de Javier”, afirmó Triana el miércoles.
“¿Qué razones había para espiarme? Ni mi familia ni yo somos delincuentes y estoy segura de que yo no represento ningún peligro para la seguridad nacional”, agregó. “¿Tal vez querían desvirtuar las investigaciones [sobre el homicidio]?”.
Posiblemente lo que más la indignó, según dijo, fue que ella misma había abierto las puertas de su casa a la fiscalía federal y otras autoridades para que revisaran conexiones de internet, equipos de cómputo y celulares. “Por ninguna razón se justicia su bajeza para espiarme”.
La también periodista anunció que pondría la demanda correspondiente y exigió al nuevo gobierno que aclare quiénes usaron Pegasus y con qué fines, para que se llegue a la verdad y la justicia.
El gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto siempre negó cualquier utilización ilegal del programa y aunque inició una investigación todavía no se sabe quién lo activó contra todos estos personajes.
La empresa NSO Group declinó hacer comentarios sobre cualquier país que haya podido usar sus productos pero aseguró que su tecnología “ayuda a salvar vidas” y que cualquier mal uso del programa “será investigado”.
Las ONG contraparte de Citizen Lab en México --Artículo 19, R3D y Social Tics-- han denunciado que la anterior administración no investigó este escándalo e incluso hubo funcionarios que habrían realizado declaraciones falsas y destruido evidencia con el objetivo de obstaculizar la investigación penal sobre el tema. Por eso subrayaron la importancia de que el ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador lance ahora una investigación técnica e independiente para esclarecer quién, cómo y por qué se utilizó Pegasus de esta manera.
El primer informe de Citizen Lab sobre su uso en México, divulgado a principios de 2017, documentaba casos de 2015 y 2016. Los intentos de hackeo de los periodistas de Ríodoce, Ismael Bojórquez y Andrés Villarreal, así como el de Griselda Triana demuestran que esta estrategia continuó durante 2017, después de la denuncia pública.
NSO Group indicó en su nota que se toma muy en serio el mal uso de su tecnología y que “tiene el derecho de anular el programa si es necesario”, pero eso no ocurrió después de las primeras denuncias y los investigadores de la universidad de Toronto aseguran que la estructura de espionaje siguió activa, al menos, hasta septiembre de 2018, poco antes del cambio de gobierno en México, ocurrido el pasado 1 de diciembre, y más de un año después de que la fiscalía federal anunciara la apertura de la investigación, de cuyos resultados no se ha informado absolutamente nada.
La mayoría de los 25 afectados, que podrían ser muchos más, según Citizen Lab, coincidían en ser críticos con el gobierno o estar en momentos clave de investigaciones de transcendencia: periodistas que habían denunciado casos de corrupción que llegaban hasta el presidente, activistas que proponían gravar las bebidas azucaradas o incluso expertos extranjeros que indagaban con estatus diplomático la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014 a manos de autoridades vinculadas con el crimen organizado.
Los mensajes siempre contenían noticias relacionadas con sus respectivos trabajos o con temas personales vinculados al fallecimiento de alguien cercano o alguna supuesta relación amorosa.
Para John Scott-Railton, uno de los autores de este informe, este nuevo caso demuestra la magnitud de los abusos cometidos con un programa que supuestamente sólo estaba a disposición del gobierno mexicano y las muchas preguntas todavía por responder.
"Podemos añadir el nombre de Griselda a la creciente lista de familiares o abogados de asesinatos vinculados al crimen organizado que demandaban justicia y lo que consiguieron, en su lugar, es ser objetivo de Pegasus", dijo Scott-Railton.
Citizen Lab ha documentado el uso de Pegasus en otros países con historiales dudosos en cuanto a su respeto a los derechos humanos, como Marruecos o Arabia Saudita.