Migración es apenas la punta del “iceberg” de problemas sociales: Iglesia
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En la editorial de este domingo, expuso que no es momento de culpabilizar a nadie –como señala el episcopado hondureño– “pues esto sería mirar de manera superficial el problema”, sino de generar pactos sociales que ofrezcan oportunidades permanentes
Ciudad de México. La Arquidiócesis de México señaló que la migración tanto en Centroamérica como en México “constituye sólo la punta del iceberg del sufrimiento de millones de personas a causa de la pobreza, la injusticia, la violencia, la corrupción y la falta de oportunidades”.
En la editorial de este domingo, expuso que no es momento de culpabilizar a nadie –como señala el episcopado hondureño– “pues esto sería mirar de manera superficial el problema”, sino de generar pactos sociales que ofrezcan oportunidades permanentes para la realización personal de los migrantes y de sus familias.
La iglesia en la capital del país señaló que para los mexicanos el mayor reto consiste en no ver en la Caravana Migrante “una amenaza a nuestro bienestar, sino una oportunidad de servir cristianamente a quienes lo han dejado todo por alcanzar una vida más digna”.
Pidió no olvidar que en la migración no son números los que están juego, sino vidas humanas.
La Arquidiócesis reiteró su llamado a la comunidad católica de proteger a los migrantes centroamericanos en su “paso por nuestras tierras: ‘el infierno’, como le llaman los migrantes”.
Expuso que “no son pocas las voces que advierten detrás de este drama humano un intento por desestabilizar a México y a los Estados Unidos, o los que ven la mano estratega del propio presidente norteamericano Donald Trump, cuya popularidad ha comenzado a elevarse de manera sorprendente a raíz de su enérgica postura, en el sentido de impedir que la caravana centroamericana logre llegar a la ‘tierra prometida’. Los resultados –dicen– se verán reflejados en las elecciones intermedias de noviembre”.
Señaló que para ”la Iglesia católica, ningún ser humano es ilegal, y esta manifestación legítima de miles de personas que buscan su supervivencia o un mínimo de decoro en su estilo de vida, debe ir más allá de sospechas, indicios e implicaciones políticas o legales, pues constituye un grito de denuncia del “silencioso e inhumano desplazamiento”, como han dicho los obispos nacionales, quienes no han titubeado en movilizarse para brindar auxilio a los migrantes”.