A un año de la tragedia del Colegio Americano de Monterrey

Nacional
/ 17 enero 2018

Luis Fernando, uno de los chicos heridos de bala, vive de milagro y se rehabilita poco a poco; cuenta que desea estudiar cine

MONTERREY.- Los disparos que aquella mañana salieron del arma calibre .22 que llevaba Federico, rasgaron el aire, dieron en el blanco que el chico eligió, tal vez al azahar, y en minutos, un día de escuela habitual  se convirtió en uno de los hechos más trágicos de los que Nuevo León tenga memoria.

La mañana del 18 de enero del 2017, el joven estudiante de secundaria del Colegio Americano del Noreste disparó en contra de su maestra y cuatro de sus compañeros, entre ellos, Luis Fernando Ramírez González.

El 18 de enero del 2017 en el Colegio Americano del Noreste en la Colonia Del Paseo Residencial de Monterrey, Federico, de 15 años y alumno de tercero de secundaria, sacó una pistola de entre sus ropas en su salón de clases e hirió a tres compañeros y a su maestra, para luego dispararse .

El chico, de 16 años, pereció posteriormente en un hospital y la maestra 69 días después.

Luis Fernando se convirtió en una de las víctimas del ataque, hasta entonces inédito en el país.

Una bala le atravesó el cráneo y hasta el día de hoy arrastra secuelas físicas por la herida, pero su espíritu y su ánimo se conservan inquebrantables.

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En entrevista, el joven expresó que no sabe porque pasaron así las cosas, pero, a la mejor,  considera, Dios usó a los involucrados como un faro para guiar a otras personas.

“Es muy difícil vivir esto, pero es diferente. Como un ejemplo y que esto no, se repita”, mencionó mientras dirige una mirada de amor y complicidad a su familia, integrada por sus padres: Aurora González, Fernando Ramírez, y su hermana menor, Alejandra.

La casa de los Ramírez González está enclavada en la colonia Villa las Fuentes, en Monterrey. La mañana de los trágicos sucesos salieron rumbo al Colegio, al filo de las 7:30 horas, sin embargo de ese día, el chico no recuerda nada.

“Cuando me contaron no sabía que decir, me puse a llorar. No me acuerdo de casi nada”, reveló.

Su madre dijo que cuando despertó en el hospital le dijeron que había sufrido una caída, sin embargo cuando tuvo conciencia se le hizo raro que recibió la visita del presidente, Enrique Peña Nieto y que le contarán que mucha gente lo tenía en oración.

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COMO ENTRAR EN OTRA DIMENSIÓN

La mamá de Luis Fernando evocó que cuando le avisaron del Colegio de un accidente en el que había estado involucrado su hijo pensó que se trataba de algo simple.

Manifestó que nunca se imaginó la magnitud de los sucesos, sin embargo cuando supo que su hijo tenía un disparo en la cabeza y llegó con su esposo al hospital, fue como entrar en otra dimensión.

“Entramos como a otra dimensión en donde de repente vimos médicos, nos tuvimos que pasar por el área de urgencias, empezamos a ver policías, ministeriales y un montón de gente. Algo que nunca habíamos vivido y no te esperas”, platica.

Federico, el chico que hizo los disparos tenía problemas de depresión y tomó una pistola de las varias que su padre tenía en casa, por su afición a la cacería, y cambió la historia de la vida de la familia de Luis Fernando y de todos los afectados.

Con las lágrimas a punto de asomar, Aurora agradeció que tiene con vida su vástago. Un niño muy  deseado.

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Recuerda que cuando se casó, tardó en embarazarse y encima de todo es su primogénito.

Luego de lo que pasó y que hasta entonces solo se veía en las noticias, de otros sitios del mundo,  la mujer  pidió que la sociedad se una para evitar que se repitan episodios así.

A los padres sugirió nunca dejar solos a sus hijos.

La madre de familia calificó como un milagro tener a su hijo, luego de que estuvo 15 días en terapia intensiva debatiéndose entre la vida y la muerte.

Sin embargo, al día de hoy, Luis Fernando guarda muchos sueños. En agosto de éste año ingresará  a la preparatoria de la UDEM, en Valle Alto en Monterrey.

Dijo que le gusta mucho escribir y ha pensado en que podría estudiar cine para ser guionista y director y no descarta llevar su historia al séptimo arte.

Mientras dice eso, su padre, que  instantes antes lo ayudó a trasladarse al mullido sofá en donde permanece, esboza una leve sonrisa, que guarda un dejo de orgullo y amor.

El padre de familia compartió su alegría porque a pesar del incidente considera que su hijo es el mismo joven de siempre.

El hombre dijo ser creyente y expresó: “Le agradecemos a Dios la oportunidad que nos da de contar nuevamente con nuestro hijo”.

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