¿Qué es la Vacuna Inversa?... una nueva esperanza para frenar las enfermedades autoinmunes como el Lupus, esclerosis múltiple y la artritis reumatoide
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Se trata de una innovación prometedora para enfermedades autoinmunes
La enfermedad celiaca, la artritis reumatoide, la diabetes tipo 1, el lupus o la esclerosis múltiple son patologías muy diferentes, pero tienen una cosa en común: están causadas por un fallo del sistema inmunitario del paciente, que ataca a su propio cuerpo por error al reconocer como elementos extraños células o moléculas propias de órganos y tejidos que están perfectamente sanos.
Estas enfermedades se conocen como dolencias autoinmunes y son muy difíciles de abordar. Sin embargo, una nueva estrategia parece abrirse paso.
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Las vacunas forman parte de la medicina desde hace más de 200 años, y su funcionamiento es aparentemente sencillo. Se introduce una muestra de determinados virus en el cuerpo, para que aprenda a atacar a esa amenaza para el organismo. Sin embargo, se podía renovar, y eso ha sucedido. Para determinadas enfermedades, se empezarán a aplicar vacunas inversas.
¿QUÉ ES UNA ‘VACUNA INVERSA’?
Una vacuna consiste en la inyección de un suero que, por diferentes medios en función del objetivo, induce precisamente una respuesta inmune contra una sustancia (llamada técnicamente antígeno) concreta. Tradicionalmente, esta técnica ha sido de vital importancia en la lucha contra infecciones, y recientemente se han comenzado a desarrollar vacunas contra otras clases de patologías como el cáncer o incluso trastornos de adicción.
Con todo, en el caso de las enfermedades autoinmunes el objetivo es justamente el contrario: inhibir una respuesta inmune que resulta excesiva o inadecuada, y por ello dañina. Es por ello que, desde hace más de una década, los investigadores buscan desarrollar las llamadas ‘vacunas inversas’: sueros que, en lugar de inducir una respuesta inmune frente a un antígeno, la reduzcan o la eliminen.
Ahora, un grupo de científicos ha publicado en el medio académico Nature Biomedical Engineering un artículo que describe una de las primeras pruebas exitosas de un suero de estas características. Se trata de un experimento llevado a cabo sobre modelos murinos (ratones) con una forma de encefalitis autoinmune inducida que se considera equivalente a la esclerosis múltiple humana.
En esta condición, las células del sistema inmune atacan la mielina, una sustancia que recubre las fibras nerviosas, impidiendo que estas últimas transmitan la información correctamente y causando un amplio abanico de síntomas neurológicos y motores.
ASÍ ACTÚAN LAS VACUNAS INVERSAS
Este término y su uso en el tratamiento de las enfermedades autoimunes surgió en 2010. Su objetivo es apagar o revertir la respuesta inmunitaria frente a los autoantígenos, antígenos de nuestro propio organismo frente a los cuales se desata una respuesta inmunitaria no deseada y dañina. Una manera de conseguirlo sería que la vacuna induzca tolerancia inmunitaria, es decir, “señal de reconocer pero no actuar”.
La idea parte de la suposición de que se puede lograr la tolerancia haciendo que el autoantígeno introducido en la vacuna, adecuadamente modificado, sea procesado en el hígado. Y así ha sido.
En el nuevo estudio, los investigadores modificaron el autoantígeno con un azúcar (N-acetilgalactosamina) unido a un conector. Como autoantígeno propiamente dicho usaron una proteína de mielina, la capa que envuelve los nervios y es destruida por la acción del sistema inmunitario en la esclerosis múltiple.
La “dulce señal” hace que el antígeno sea captado por ciertas células del hígado, que lo muestran o presentan a los linfocitos. Pero dicha señal también funciona como una marca de “no ataque”.
El efecto obtenido se debe a varios mecanismos. Entre ellos, al agotamiento y la anergia (no respuesta) de los linfocitos específicos para destruir a ese antígeno, que producen una falta de reacción tras reconocer al supuesto enemigo. Paralelamente se observó un aumento de moléculas de superficie de los linfocitos con función supresora (PD-1, Lag-3 y CTLA4).
Los autores de la investigación fueron más allá. En otro modelo de primates infectados con el virus de inmunodeficiencia en simios (VIS, equivalente al VIH), vacunados previamente, revirtieron la respuesta inmunitaria de la vacuna frente a la proteína Nef del patógeno. Lo interesante es que también detectaron la aparición de linfocitos reguladores (Treg), que actúan frenando la reacción de otras células inmunitarias contra el antígeno.
Aunque existen estudios similares, como el realizado con la artritis reumatoide, este ha sido uno de los que más claramente ha demostrado que se puede poner freno a una respuesta inmunitaria específica de un antígeno o autoantígeno ya iniciada.
VENTANA A LA ESPERANZA PARA OTRAS ENFERMEDADES AUTOINMUNES
La ventaja frente al tratamiento con fármacos tradicionales, como los corticoides, consiste en que solo se suprime la respuesta frente a un autoantígeno concreto, sin bloquear el resto de las acciones del sistema inmunitario. De esta forma se evita la inmunosupresión generalizada, que conlleva mayor riesgo de infecciones y cáncer, así como otros efectos secundarios. Además, se originan un tipo de linfocitos (Treg memoria) que garantizan la permanencia de la respuesta en el tiempo.
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Basándose en los nuevos hallazgos, ya se han puesto en marcha sendos estudios clínicos para tratar la enfermedad celíaca y la esclerosis múltiple.
La limitación de esta estrategia es que para poder tratar cualquier enfermedad autoinmune (y existen aproximadamente 80 descritas) se debe conocer el autoantígeno fundamental implicado en la patología, y no siempre es el caso. La solución es promover más investigación básica sobre los mecanismos moleculares de las enfermedades autoinmunes, para que avances como la vacuna inversa sean plenamente efectivos.