El pasado martes 11 de octubre, se aprobó en lo general la prohibición de las terapias de conversión, con 69 votos a favor 2 en contra y 16 abstenciones; la iniciativa fue llevada al Senado de la República por las senadoras Citlalli Hernández, Patricia del Mercado y Fernanda Lagunes, en 2019.
Tras ser un método muy común en diversas organizaciones católico-cristianas, la comunidad religiosa de Saltillo se proclamó en contra de la propuesta, arremetiendo que “se vulnera el derecho a decidir”.
La Alianza Ministerial Evangélica de Saltillo asevera que toda persona tiene derecho a conocer el evangelio, por medio del cual pretenden “sanar” a las personas que así lo desean.
Sin embargo, es bien sabido que asistir a la terapia de conversión no siempre es por voluntad propia; hay decenas de testimonios, documentales y filmes que relatan la tortura psicológica a la que podrían ser sometidos los miembros de la comunidad LGBT+ durante el proceso.
LEER MÁS: Cristianos de Saltillo defienden terapias de conversión; piden a diputados de Coahuila no aprobar
NO HAY FUNDAMENTOS
Desde el año 2009, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) ha condenado arduamente todo tipo de “terapia” o proceso donde se busque cambiar la orientación sexual o identidad de género de una persona, señalando que no hay estudio o investigación científica que avale dicho procedimiento.
“Algunos individuos y grupos han promovido la idea de la homosexualidad como síntoma de defectos de desarrollo o fallas morales y espirituales y han argumentado que la psicoterapia y los esfuerzos religiosos, podrían alterar los sentimientos y comportamientos homosexuales”, dicen.
“La psicología, como ciencia, y las diversas tradiciones religiosas, como sistemas teológicos, pueden reconocer y respetar sus puntos de vista metodológicos y filosóficos profundamente diferentes”, aseguran, empero, toda psicología debería basarse en métodos probados de investigación científica y contar con datos empíricos que confirmen o refuten sus teorías.
Con ello, confían que no hay ningún estudio con el rigor científico adecuado, donde se demuestre y las terapias de conversión funcionen o “cambien” la orientación sexual de una persona. Es más, afirman que “algunas personas sólo parecían aprender a ignorar o limitar sus atracciones”.
TE PUEDE INTERESAR: Prohíben las terapias de conversión, pese a la abstención de senadores coahuilenses
TORTURA PSICOLÓGICA, FÍSICA Y EMOCIONAL
La APA también recuerda que los niños y jóvenes de minorías sexuales son una población altamente vulnerable, con “tareas de desarrollo únicas”, por ello, aseguran que el rechazo de los padres hacia sus hijos, debido a sus atracciones, tiene un impacto negativo en su crecimiento.
“La Asociación Estadounidense de Psicología reafirma su posición de que la homosexualidad no es un trastorno mental y se opone a las representaciones de jóvenes y adultos de minorías sexuales como enfermos mentales debido a su orientación sexual”, reviran.
Por otro lado, Víctor Madrigal-Borloz, experto independiente de la Organización de las Naciones Unidas, advirtió que las terapias de conversión son “inherentemente discriminatorias, crueles, inhumanas y degradantes y que, según el grado de dolor físico o mental infligido a la víctima, pueden equivaler a formas de tortura”.
El investigador sentenció que las terapias de conversión ”entrañan sensaciones de dolor y sufrimiento, que permanecerán durante mucho tiempo y dejarán cicatrices indelebles en la mente y el cuerpo de la persona”.
Por otro lado, fue en 2012 cuando la Organización Panamericana de la Salud también advirtió que dicho procedimiento no tiene ninguna justificación médica, y representa una amenaza para la salud, así como los derechos humanos de sus víctiminas.
Finalmente, en 2020, el Grupo de Expertos Forenses Independientes, arremetieron con que las terapias de conversión son una modalidad “de timo”, donde impera la publicidad engañosa y el fraude.
RELACIONADO: Terapias de conversión ‘crucifican’ a LGBT+ con violencia sexual y psicológica: testimonio