2025: Segundo cuarto de siglo, entre desafíos y lecciones históricas

Opinión
/ 8 enero 2025

El malestar generalizado sirve de caldo de cultivo que sabe aprovechar algún caudillo o líder demagogo

Si bien damos por hecho que el calendario es una mera convención, es un hecho también que las fechas encuadran muchas decisiones tanto privadas como públicas. Llegamos a 2025, terminamos así el primer cuarto del siglo 21. Estamos a la misma distancia de 2050 que de 2000, ambas fechas tan emblemáticas. Si comparamos estos tiempos con los vividos en los siglos 19 y 20, diríamos estar en una etapa extremadamente convulsa, que da pie a problemas mayores.

Por alguna razón que tendrá que ver con la esperanza y el deseo de una vida mejor, los arranques de siglo suelen motivar grandes celebraciones. Los siglos 19, 20 y 21 iniciaron en medio de grandes dosis de innovación, avances y desafíos para pueblos y naciones.

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Esa dinámica social, artificialmente colgada de las fechas, suele complicarse alrededor de la segunda década, al iniciar el segundo cuarto de siglo. Pareciera que las sociedades pierden la esperanza o desconocen los logros alcanzados, o que en su ánimo pesan más los males que la aquejan. El pesimismo se impone en quienes arrancaron el siglo llenos de ilusión y deseos de cambio. Aun así, las nuevas generaciones, jóvenes en edad y en espíritu, no ceden y resisten el negativismo predominante.

Una parte de la humanidad suele buscar culpables de los problemas cuando enfrenta algún grado de adversidad. Los que señalan responsables con razón, buscan justicia. Quienes lo hacen sin tener razones válidas, en realidad buscan autojustificarse. Por supuesto que existen grados y matices, muchas zonas de gris.

El asunto se enreda y complica cuando se culpa a otros de las adversidades y el reclamo legítimo se suma a otros que no lo son tanto, entonces el malestar generalizado sirve de caldo de cultivo que sabe aprovechar algún caudillo o líder demagogo.

Este tipo de personajes capitalizan el conflicto sin otro objetivo que hacerse del poder mediante promesas simplistas, facilonas, pero inadecuadas para solucionar problemas complejos. Esos problemas, al no resolverse, fortalecen la posición del líder demagogo que se limita a echar más leña al fuego. Todo ello es posible porque, desde que se tiene memoria, poco o nada se ha trabajado en la formación política de las personas y comunidades.

Por fortuna, con el paso de los siglos somos un poco más civilizados. Las muertes que se cocinaron en 1825 o en 1925, difícilmente van a verse en 2025; eso espero. La humanidad sigue viviendo inmensas tragedias y las cifras son mayores, pero mayor es también la población del mundo. La historia no se repite, pero claramente todo rima y rima mucho.

El 20 de enero, Donald Trump asumirá la presidencia de Estados Unidos. Sin duda, personifica al demagogo moderno, en quien confían para depositar su rabia inmensos bloques de la población estadounidense. Trump lo ha dicho hasta el cansancio: “yo soy su venganza. Yo soy su retribución”. Millones de “ilusos desilusionados” le creen.

El asunto no se reduce a los Estados Unidos, tampoco a las derechas o izquierdas, ni a las democracias o a las dictaduras. Todos, por igual, son vulnerables a este fenómeno, síntoma de la crisis civilizatoria que atravesamos. Alguno de estos personajes hacen más daño que otros, pero en cualquier escenario debemos tener cuidado. En los dos siglos anteriores, llamados irresponsables de líderes demagogos dieron pie a guerras y matanzas en el mundo entero.

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En estos tiempos, esa realidad está atravesada por fenómenos nuevos: la acción a distancia, la inteligencia artificial, un comercio global sin precedentes, la conectividad, las redes sociales, la erosión del tejido social comunitario y la hiperindividualización de las personas. El gravísimo deterioro medioambiental producido por una ambición sin precedentes y por un consumismo insaciable. La macrocriminalidad trasnacional que fagocita todo lo que tiene al alcance para extender su terror y su mercado. La extrema pobreza creciente y la indignación que produce, con una visibilidad sin precedentes que conecta y genera levantamientos al no ser atendida.

Así nuestro mundo, México y nuestras comunidades. Hay tareas que podemos emprender y otras que nos rebasan. En todo caso, se hace camino al andar, viviendo a plenitud. Deseo a todas y todos un feliz cuarto de siglo, que 2025 esté lleno de bendiciones.

@chuyramirezr

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