25N: La violencia tiene género

Opinión
/ 24 noviembre 2025

Si una mujer no puede estar segura en su propia casa, entonces no lo estará en ninguna parte

Aunque usted no lo crea, hoy 25 de noviembre se conmemora otro “Día de la Mujer”. Ahora toca el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”. Ya sé que el 8 de marzo hubo otra celebración y, con toda seguridad, en unas semanas se celebrará el “nacional”; luego festejaremos el día “Mundial”, después el “mexicano”, después vendrá el “estatal” y hasta, en una de esas, el “municipal”. Pero ¿han servido de algo celebrar estos días dedicados a la protección de los derechos de la mujer? La respuesta es simple: No.

La brutal desigualdad y la realidad de violencia persisten en sus vidas, llámese trabajo, política, religión y cualquier cosa que hagan. En el sector laboral, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha dicho que existe una gran brecha salarial entre hombres y mujeres. Ellas ganan entre un 15 y 20 por ciento menos que los hombres, aunque desempeñen la misma posición.

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De su participación en la política y el sector público sólo podemos decir que la desigualdad persiste e insiste. Hoy, de 32 estados en México, las mujeres gobiernan en 13, mientras que de 2 mil 445 municipios apenas encabezan 552. En Coahuila hubo avances, pues de dos municipios que gobernaban en 2017, ahora lo hacen en 14 de 38 municipios.

Por supuesto, en esta desigualdad y misoginia no podría quedar fuera la religión, empezando por el hecho de que, en cada credo, el Dios es masculino. Para judíos y cristianos es Yahveh o Jehová, en el islam es Alá, para los hinduistas es Shiva y el budismo tiene a Siddhartha Gautama o Buda, como muchos lo conocen. Pero aquí en temas más locales, el catolicismo, la principal religión en México, trata a las mujeres como seres humanos de segunda, personas inferiores. Esto, gracias al “sagrado” derecho canónico que prohíbe a las mujeres oficiar misa o tener puestos directivos.

En lo que sí nos ganan es en la pobreza. El estudio “Pobreza y Género”, elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), asegura que la pobreza agudiza la desigualdad de género en México, un país en donde el 24.3 por ciento de los hogares encabezados por mujeres presentaron carencias alimentarias.

Claro que, a pesar de estas inequidades laborales, religiosas, políticas y sociales, a los hombres nos resultan insuficientes. Y como el país misógino, sexista y violento que somos, este año, el 46 por ciento de las mujeres mayores de 15 años sufrirá agresiones de su pareja; 29 por ciento agresión físicas y 16 por ciento violencia sexual. Al finalizar el año 2017, 1.2 millones de las mujeres mexicanas enfrentaron violencia muy grave o extrema que puso en riesgo su vida.

No lo digo yo, lo dice la “Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares”, del Inegi. Así que, si usted es mujer y está leyendo esto, tiene una probabilidad del 50 por ciento de sufrir o haber sufrido violencia física o sexual en su vida. Pero si usted es hombre y también lee esto, su madre, hermana, esposa, hija, sobrina o amiga, tienen las mismas posibilidades.

Incapaces y sin ganas de eliminar la discriminación y la injusticia contra las mujeres, podemos asegurar que, si una mujer no puede estar segura en su propia casa, entonces no lo estará en ninguna parte. Ninguna “política pública transversal” o de “empoderamiento”, ni ninguna ley o burocracia creada en forma ex profeso para prevenir y combatir esta violencia ha servido.

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Estamos ante el conflicto más antiguo y de mayor duración en la historia de la humanidad. Una disputa que lleva alrededor de 200 mil años y que ha ganado siempre el hombre. Una guerra que inició desde la aparición en la tierra de los “Homo sapiens”, por cierto, una definición científica con gran carga sexista. En resumen, yo le pido que, en medio de los feminicidios, misoginia, inequidad, acoso, violencia, autoritarismo y desigualdad, no me salga hoy con que celebremos el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, porque hoy mismo cientos de miles de mujeres en el mundo, aquí en México y, para ser más específicos, muy cerca de usted, serán violentadas, acosadas y sentirán el menosprecio y el poder del sexo opuesto.

Y aunque la violencia y la inequidad no tienen una raza, clase, religión o nacionalidad, la violencia sí tiene género: el masculino.

@marcosduranfl

Columna: Dogma de fe

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