Enjambre de chocolate y nuez

Opinión
/ 8 enero 2012

Tenemos una predisposición a suponer que la vida debe caminar en una línea siempre recta. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo aprendemos que en nuestra existencia se cruzan muchas circunstancias que rompen con esta idea. Tal vez en un principio esto puede causar cierta incomodidad, cierta sorpresa, y en ocasiones hasta solemos perder el sentido de la realidad que nos habíamos formado, resultando incomprensibles y hasta inaceptables.

Siempre los resultados de nuestros actos, en un pequeño o largo plazo, nos demuestran que los caminos tienen que seguir el cauce que las necesidades nos van marcando. Como un pensamiento muy personal, siempre pienso que el Dios que nos mantiene aquí y nos dio la vida, nos lleva siempre hacia lo que nos hará crecer y ser mejores seres humanos, y desde luego más felices.

Esta reflexión viene al caso, porque una amiga muy querida me confió una vivencia muy importante de su niñez, y cómo repercutió en el resto de su vida:

"Yo soy la nieta mayor de mi generación, y por circunstancias especiales tuve una convivencia muy cercana con mis tíos más pequeños, de los cuales sólo me separaban 2 y 4 años, esto se prestaba para hacerme víctima de sus bromas. Era costumbre en la familia, que para celebrar el día 6 de reyes, colgáramos una media para que éstos dejaran los dulces que desde luego tanto nos gustaban. Contaba yo a la sazón aproximadamente con cuatro o cinco años cuando en la mañana del día tan esperado, corrí a buscar mi media y, oh tremenda desilusión, ésta estaba llena de boñiga seca de vaca; al soltar el llanto mi madre acudió presurosa y al ver en la media se dio cuenta de la cruel broma de mis tíos. Ellos fueron castigados y yo conformada con los dulces de las medias de ellos.

Pero yo nunca olvidé mi amarga desilusión. El tiempo pasó, y un día encontré al hombre del que me enamoré y formamos una familia.

Nuestro matrimonio fue algo fuera de serie; siempre nos contábamos nuestras experiencias pasadas y un 6 de enero recordé la triste experiencia de mi niñez. Volví a sentirme un poco nostálgica al transportarme a aquellos tiempos pasados. Mi esposo me acarició con ternura y me pidió que olvidara aquello que me hacía sufrir. No sufro, le dije, y creo que me ha hecho bien recordarlo como un evento importante en mi vida. Aprendí que de la crueldad de que hemos sido víctimas debemos aprender a no hacer, nunca, a los demás algo que les cauce dolor o humillación. No porque tenga temor de que se revierta, sino porque al conocer la diferencia entre el bien y el mal, solemos volvernos personas más justas. Esta es mi historia que tuvo un final feliz. A partir de ese día de reyes, siempre aparece en mi buró una bolsita de enjambre de nuez y chocolate: mi dulce preferido. Como puedes ver, fui compensada con creces."

Me emocionó este hermoso final y concluí que todos los caminos, a veces los más difíciles, nos llevan hacia nuestro destino. Sólo hay que saber interpretarlos, darles el valor que merecen y buscar en ellos el mensaje que nuestro Creador nos está enviando. Pero , como siempre.TODOS SOMOS HISTORIA.

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