La calle Victoria

Opinión
/ 28 abril 2012
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Gran controversia ha suscitado la decisión del Ayuntamiento de Saltillo de convertir la calle de Victoria en una zona peatonal. La disposición quizás se tomó en base a la experiencia del programa municipal "La calle cobra vida", que implica el cierre temporal de dicha calle al tránsito vehicular durante los domingos. Mediante ese programa, multitud de familias saltillenses han encontrado en el corazón de la ciudad un lugar de paseo y entretenimiento como ninguno, con los diversos espectáculos familiares presentados por el Instituto Municipal de Cultura, encabezado por Iván Márquez.

Luego de la tremenda explosión vehicular a partir del último cuarto del siglo pasado en Saltillo, ninguna arteria fue suficiente para dar abasto al tráfico de los automóviles, mucho menos las estrechas calles del centro, en las que además, se concentraba el comercio de la ciudad. La calle de Victoria no escapó a la insuficiencia y se convirtió en una de las más transitadas, tanto por vehículos automotores como por peatones. A pesar de las molestias que implicará el no poder transitar los vehículos y la problemática de los varios estacionamientos asentados ahí, quizás el cambio le venga bien a la emblemática calle.

La calle Victoria es una de las más antiguas de la ciudad. En septiembre de 1591 llegaron las familias tlaxcaltecas a auxiliar a los pobladores de la villa española del Saltillo, asediada por los asaltos de los indios, y se les estableció al poniente de la villa. Las dos poblaciones quedaron separadas solamente por un arroyo que corría en la que hoy es la calle de Allende. De conformidad con los españoles, el capitán Urdiñola repartió tierras y aguas a los recién llegados. Se señaló la iglesia, la plaza y las viviendas y la división de las aguas para los sembradíos. Al inicio de la calle se plantó la Cruz, y en el lugar se edificó el convento y la iglesia dedicada a San Esteban, que luego se convirtió en parroquia. Por esa razón, se le llamaba Calle del Curato.

La calle del Curato fue la principal del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Al fundirse las dos poblaciones en la ciudad de Saltillo, un poco antes de mediar el siglo 19, siguió siendo una de las principales calles, y durante muchos años constituyó la única forma de llegar al Panteón de Santiago y la salida al camino de Parras. En el siglo 20 se construyeron elegantes residencias para familias pudientes de la localidad; el otrora emblemático edificio del Banco y Hotel de Coahuila, cuyo derrumbe ha sido uno de los más grandes lamentos de los saltillenses; se establecieron la oficina de Correos y Telégrafos; el Cine Palacio, con su enorme carga de recuerdos para muchas generaciones; el templo Metodista; el Hotel Urdiñola y el elegante Hotel Arizpe, con su famosísimo bar, el Baco. En la década de los sesenta, la maestra Manuelita Puig, de inolvidable personalidad, dirigía la Academia Comercial Roberts, asentada en una de las residencias cuyos dueños habían emigrado a otro lugar. La Mueblería Borja y las casas de artesanías y fábricas de sarapes como la de don Pío Mendoza, la de la familia Santos y la de don Ismael Ramos, constituían el comercio "fino" de Saltillo. La inolvidable calle Victoria era entonces el paseo dominical de la muchachada a la salida de la misa de 11:30 en San Esteban.

Muchas generaciones dejamos en la calle de Victoria gozosas historias de juventud que se constituyeron en bagaje sustancial de nuestra identidad de saltillenses. Revivida, la simbólica calle quizás pueda iniciar una nueva generación de historias que a la vuelta de los años formen parte importante, para quienes las vivieron, de su orgullosa pertenencia a esta ciudad de Saltillo.

edsota@yahoo.com.mx




Profesora de Lengua y Literatura Española. Dirigió el departamento de Difusión Cultural de la Unidad Saltillo de la UAdeC. En 1995 fue invitada por la Universidad Tecnológica de Coahuila, unidad Ramos Arzipe, para encargarse del área cultural, que incluía la formación del Centro de Información y cuatro años más tarde vendría la fundación del Centro Cultural Vito Alessio Robles, recinto que resguardaría la biblioteca de su padre, y donde hasta hoy labora.

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