A Pemex le urge una reforma de fondo

Opinión
/ 30 mayo 2025

Se deben tomar decisiones no a partir de la ideología, sino con visión de empresa, para ello es necesario reducir la plantilla laboral y acabar con los gastos superfluos

Durante años, Pemex fue el motor económico del país. Una parte importante del presupuesto público dependía de las ventas de la paraestatal, al grado que las participaciones petroleras se utilizaban para construir universidades, hospitales, carreteras, complejos habitacionales y aeropuertos, así como para financiar programas sociales.

Claro que no todo fue miel sobre hojuelas. En diferentes periodos generó un gasto irresponsable, como cuando en el sexenio de José López Portillo, al descubrir Cantarell en Campeche, la mayor reserva encontrada hasta el momento, se creyó que se podía gastar de forma indiscriminada, al punto que el presidente declaró que debíamos acostumbrarnos a “administrar la abundancia”, lo cual nos llevó a sobrepasarnos en el gasto, a imprimir más dinero y se creó el peor proceso inflacionario que ha vivido el país, además de una gran crisis.

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Pero por lo general, Pemex fue un ente de desarrollo para el país. Sin embargo, la falta de inversión y de modernización de los últimos cinco sexenios cobró factura y, al contraerse los precios del petróleo a nivel global, la empresa que daba ganancias comenzó a generar pérdidas, a tal grado que desde la segunda mitad del sexenio de Peña Nieto y todo el sexenio de López Obrador, la empresa operó en números rojos.

Es decir, en lugar de generar recursos para los mexicanos, nos cuesta. A lo anterior debemos sumar el costo de la refinería de Dos Bocas, que difícilmente −en un contexto en el cual se prevé que a futuro se consuma menos petróleo por el ascenso de los autos eléctricos− podrá recuperar la inversión. Por lo que conviene generar un gran debate sobre el porvenir de la empresa.

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No creo que las propuestas radicales sean las mejores; esto es privatizar la empresa, porque además, en un mercado en contracción, no vamos a encontrar buenos compradores, sino buitres que esperan hacerse del control de la misma a precio de ganga. O peor aún, pensar en cerrarla, que no traería un beneficio, porque a pesar de parar la sangría de pérdidas, se dilapidarían los activos de la empresa, que son muchos.

Lo correcto es someterla a una cirugía de fondo, que la haga rentable de nuevo, pero para ello debemos dejar de verla con una mirada nostálgica. Se deben tomar decisiones no a partir de la ideología, sino con visión de empresa, para ello es necesario reducir la plantilla laboral y acabar con los gastos superfluos.

El objetivo, por tanto, es que en los próximos tres años deje de perder dinero, reduciendo de forma paulatina la brecha entre los gastos y la ganancia, para garantizar que después de ese periodo la empresa opere en números negros y comience a contribuir al presupuesto público, aun cuando no lo haga en la medida en que ayudaba hace décadas.

En ese contexto, veo positivas las acciones que se están tomando en la empresa para ser más austeros, pero considero que son insuficientes respecto al tamaño del déficit, por lo que debería hacerse un ejercicio más ambicioso, que le dé sostenibilidad futura a Pemex.

victorsanval@gmail.com

@victorsanval

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