Abrir los ojos a la biodiversidad: La lucha contra los gases efecto invernadero

Opinión
/ 19 enero 2025

En México hay por lo menos 30 millones de hectáreas elegibles para proyectos de sumideros de carbono

Existen estadísticas en materia de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) que incluyen a nuestro país y, aunque no somos parte de las naciones que están en el top 10, tenemos una responsabilidad real para mitigar los GEI de una manera concreta para 2025. Con este propósito, los mercados de biodiversidad, como mecanismos financieros, se presentan como una plataforma para contribuir a dicha mitigación.

Los créditos de biodiversidad están vinculados a las prácticas de conservación de los ecosistemas de la biodiversidad. BIOFIN, una iniciativa de finanzas para la biodiversidad de cooperación técnica del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, observa lo que gastan y cómo gastan los países en materia de conservación.

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En México, desde 2015, se están impulsando unidades de biodiversidad que pueden ser comercializadas en el mercado por valor en CO₂ o su equivalencia, que dependerá de los atributos que posean tales unidades. En América Latina existen bancos de hábitat como el de Colombia, en el que, por cierto, se tiene un manual de compensaciones y créditos de biodiversidad, lo que facilita la comprensión de estos mercados emergentes. Para clarificar un poco esto último, se trata de que las bondades de bosques, selvas, cafetales y territorios con flora prístina puedan tener un valor para la captación de carbono en sinergia con las prácticas sostenibles, que conlleven y representen una póliza más baja para sus propietarios, públicos o privados, en el momento de padecer desastres climáticos.

Participé en la Cumbre de Clima, Biodiversidad y Transición Justa de Gobiernos Subnacionales que la GIZ (organismo de cooperación alemán) organizó generosamente los días 16 y 17 de enero en la Ciudad de México. Si bien hubo ausencias como las de Alicia Bárcena, secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y Peter Grohmann, coordinador residente del Sistema de las Naciones Unidas en México, estuvieron presentes los embajadores en México del Reino Unido y, por supuesto, de Alemania.

El doctor en economía José Luis Samaniego, encargado de cambio climático y desarrollo de la Semarnat, impartió una conferencia verdaderamente magistral en la que tejió fino sobre la importancia que tienen los sumideros de carbono para la mitigación de los GEI y su relación con el turismo en territorios rurales. Aseguró que, aunque no serían suficientes para cumplir la meta no condicionada de reducción de emisiones que deberá entregarse a la ONU, sí podrían ser útiles mientras se avanza en tecnologías para la mitigación en los sectores industriales y de energía, que serán los que más apoyen la política de reducciones. Me agradó que Samaniego pusiera el acento en el desarrollo social de las poblaciones de la ruralidad, ya que en México hay por lo menos 30 millones de hectáreas elegibles para proyectos de sumideros de carbono.

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Debo reconocer que GIZ, inicialmente de la mano de Marisa Ortiz, quien fue presidenta de la Asociación Nacional de Autoridades Ambientales Estatales (ANAAE), empujó desde el 2021 convenios con la ASETUR, que integra a secretarios de turismo de gobiernos subnacionales, y con la AMSDE, que integra a secretarios de economía de gobiernos subnacionales. El que desde el 2015 se iniciaran los trabajos en torno a la posibilidad de generar políticas de adaptación y mitigación ante el cambio climático es lo que le dio carácter de cumbre a este magno esfuerzo, donde mucho aprendí en el taller de finanzas para la biodiversidad y la acción climática.

Se tiene que hacer algo para estructurar proyectos en México que asocien la conservación de la biodiversidad con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. BIOFIN, del PNUD, ya tiene puestos los ojos en Coahuila. En este momento me preparo para transportarme hacia Tepezalá, Aguascalientes, para ofrecer junto al maestro Salvador Morelos un taller para los trabajos de lo que será un Centro Regional de Interpretación Ambiental y Cambio Climático. Hay “que hacer adobes” hasta los fines de semana cuando hay interés comunitario por el planeta.

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