Accidente minero: ¿llega tarde ayuda internacional?

Opinión
/ 18 agosto 2022

El reproche por lo que pudo hacerse constituirá uno de los saldos trágicos del siniestro en El Pinabete. La lección por aprender es que sólo evitando los accidentes no habrá reproches.

Conforme pasan los días, y debido a que el accidente ocurrido en el “pocito” El Pinabete fue una inundación, las posibilidades de localizar con vida a los 10 mineros atrapados en éste se reducen. Frente a ello, es normal que la incorporación de asesores internacionales a las tareas de rescate sea cuestionada por las familias afectadas.

“Yo creo que esa ayuda debieron de haberla pedido desde un principio, además de que debieron de aceptar opiniones de la gente que conoce este trabajo como son los mineros locales, pero ni siquiera los dejaban acercarse, ahora pues vamos a esperar a que lleguen estos expertos”, ha dicho Magdalena Pérez Montelongo, hermana de Jaime, uno de los mineros atrapados.

Como se ha informado en la semana, el Gobierno de la República anunció que contactó a especialistas en rescate de Estados Unidos y Alemania. Ayer se dio a conocer el arribo de representantes de la empresa Phoenix First Rescue a la zona del siniestro y de la realización de una videoconferencia de asesoría con integrantes de la empresa alemana DMT.

La incorporación del equipo internacional permitirá, entre otras cosas, definir los puntos exactos donde debe realizarse la inyección de material para el sellado del pozo, a fin de que deje de ingresar agua a éste y se generen las condiciones para el ingreso de los rescatistas.

Por desgracia, tras haber transcurrido más de dos semanas desde el incidente que inundó el “pocito” resulta poco probable que los mineros atrapados pudieran sobrevivir pues, además de encontrarse en un lugar donde hubiera aire, requerían alimentos para sostenerse.

Nadie puede reprochar a los rescatistas el que no hayan hecho hasta ahora todo lo humanamente posible, o que se hubieran escatimado recursos para, desde las primeras horas, intentar la rápida localización de los trabajadores de El Pinabete.

Tal realidad nos regresa, una vez más, a la consideración que se ha repetido con insistencia a lo largo de las últimas dos semanas: lo que importa no es la celeridad con la cual se emprendan las labores de rescate en caso de un accidente en las minas de carbón, sino evitar que tales accidentes ocurran.

Más de un centenar de víctimas fatales se acumulan en la estela mortuoria del carbón coahuilense desde que, hace 16 años, una explosión en la mina Pasta de Conchos cobró la vida de 65 mineros. Y antes de este episodio cientos más habían perdido la vida a causa de las inseguras condiciones en las cuales se realiza la extracción del mineral.

Las familias de los que hoy siguen atrapados tienen todo el derecho, desde luego, de cuestionar la forma en la cual se han desarrollado los trabajos de rescate y de plantear hipótesis de lo que pudo ocurrir si se hubiera hecho de forma distinta. A quienes somos espectadores interesados del hecho solamente nos queda sumar nuestra solidaridad y demandar, como se ha hecho en todos los tonos desde hace mucho tiempo, que se haga lo necesario para que este tipo de tragedias no vuelvan a ocurrir.

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