África traslomita
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Esta mujer responde cuando le dicen Geshu. Es de la raza negra y tiene antiguas sabidurías africanas. Sabe cantar canciones de sus antepasados. Las dice sin música: no necesitan música los cantos que vienen de muy lejos y que van muy lejos, así sean canciones de Geshu o canto gregoriano.
Geshu conoce palabras de resonancias misteriosas. A la comida la llama nyam-nyam. ¿Es una onomatopeya esa palabra, que reproduce el ruido que hacemos al comer? Quién sabe, pero en muchas lenguas africanas el verbo nyama significa “comer”. En idioma ghanés la palabra “Dios” se dice Nyame. Uno de los principales alimentos de los pueblos de África es el ñame.
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Otra palabra extraña usa esta mujer de piel de ébano y cabello crespo. Esa palabra es mahta. Con esa voz designa a un mortero hecho de madera que sirve para moler maíz. Antes cada mujer del pueblo de Geshu tenía en su casa un mortero. Todos han desaparecido, menos el de ella. Ahora las jóvenes muelen el maíz en un molino de mano, o en la licuadora. Ya no saben molerlo en el mortero: dan con el palo unos golpes tan fuertes que todo el maíz va a dar al suelo. Geshu ríe. Cuando ella se vaya desaparecerá el mortero, único resto de sus raíces africanas. El mahta que dice Geshu es el mortar, mortero, del inglés.
Cada 19 de junio el pueblo al que pertenece Geshu hace una gran fiesta. En esa fecha de 1865 el Estado de Texas declaró abolida la esclavitud. Eso es lo que celebra Geshu. Hace barbacoa y chicales, y hace también alimentos muy propios de su pueblo: tetapún, que es una especie de pastel de camote, y soske, un pan de maíz hecho en las brasas para comerlo con atole.
¿Quién es Geshu? Ella afirma que desciende de “los simanoles”. Esos simanoles que dice son los indios seminoles, de la Florida. Grupos de negros afroamericanos que huyeron de las plantaciones sureñas fueron bien recibidos por los seminoles, y se mezclaron con ellos. Según algunas clasificaciones antropológicas, Geshu es una black seminole. Según otras es una seminole black. Las clasificaciones antropológicas, se ve, son imprecisas y contradictorias. Quizá por eso Geshu no se reconoce ni como una cosa ni como la otra. Ella se reconoce coahuilense, con el nombre de Gertrudis Vázquez.
-¿Oí bien, señor? ¿Dijo usted “coahuilense”?
-Sí, coahuilense. Porque esta mujer en cuyo pulso late sangre africana y de indios seminoles vive en Coahuila. Pertenece al pueblo mascogo, establecido a unos cuantos kilómetros de Múzquiz. A pesar de ser de raza negra, Geshu es tan coahuilense −y tan mexicana− como usted y como yo.
-¿Seminoles? ¿Mascogo?
-No son voces lejanas. “Seminoles” viene de “cimarrones”. Por lo que hace a “mascogo”, la lengua de los seminoles se llama “muskogee”, y de ahí a “mascogo” no hay una gran distancia. Ahora ya sabe usted que en Coahuila también tenemos etnias, como en Chiapas, y de más remotos orígenes.
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-Señor, permítame compartir con usted una frase que se me acaba de ocurrir. La frase es ésta: el mundo es un pañuelo.
-Un pañuelo, en efecto. Y no muy grande.