Agenda política (8)

Opinión
/ 18 julio 2022
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La pandemia china vino a enseñar en un par de años, cosas que se adivinaban en el firmamento para cambiar en dos o tres lustros. La pandemia vino a precipitarnos al vacío. Varios puntos de observancia ya general: los humanos somos prescindibles. Los profesores ya no tienen razón de ser (son mejores los tutoriales de Internet), las tiendas en general y las librerías en particular son meras tiendas, vejestorios anticuados, casas infectas (todo hay que comprarlo vía Internet), la democracia es cosa del pasado (lo de hoy es opinar y dar “like” desde el mullido sillón de casa), y claro, la educación básicamente no sirve para nada. No hay razón clara y poderosa para seguir yendo a la escuela. ¿Una carrera universitaria? Es cosa del pasado.

¿Gastar tiempo, dinero y sobre todo, que a uno le gire la piedra en la escuela leyendo enfadosos y gruesos libros de sabiduría y conocimientos? Pues ya no aplica. ¿Ir a la escuela y luego trabajar para lograr eso llamado ser maduros? Basura, pues. ¿Lo de hoy? Pues lo de hoy es algo sencillo que trajo la pandemia: los héroes de nuestro tiempo no son Don Quijote de la Mancha, Ana Karenina ni Emma Bovary. No, ahora los héroes son eternos adolescentes como Ezra Miller, Bill Gates, Macauly Culkin o Miley Cyrus. Ni siquiera envejecen y son... millonarios.

¿Para que ir a la escuela si al abrir una cuenta de pornografía light, eso llamado softporno (Onlyfans, por ejemplo) los millones caen en cascada y hasta se puede comprar uno su primera casa de miles de dólares a los 21 años? Es el caso de Scarlett Jones (estudiante de Derecho en la Universidad de Shffield), quien ha comprado su casa a base de “sentones” según la información periodística. Ejemplos como el de ella son legión en el mundo digital.

Punto uno: Escasean los buenos maestros que aumenten o fomenten la capacidad de investigar y de leer de nuestros niños y adolescentes. Si un maestro no lee ni se prepara ni se actualiza, no puede fomentar ni amar lo que no cree y menos si no lo conoce ni lo paladea. Dije dos cosas básicas: investigar, despertar la curiosidad de los niños y claro, lo básico: saber leer y escribir. Fomentar el amor por las letras y la lectura. Y claro, no estoy hablando de otras cosas más graves y altas como el valor de la democracia, la libertad, el apostar la vida por lo que creemos.

Punto dos: O tal vez deberíamos sólo regresar a lo básico. Algo demasiado básico: leer, escribir, portarse bien, no consumir drogas, no insultar a tus mayores, llegar temprano a casa. Hacer tus deberes. Imposible hoy en día con la juventud atada al potro de todas las adicciones: pereza, sexo sin freno, alcohol, internet... y ahora, drogas duras.

Punto tres: el pasado 9 de julio, una jovencita de apenas 24 años, Evelyn Aidee Mancha García, murió por sobredosis de la droga conocida como “cristal”. Andaba de fiesta en fiesta. ¿Los padres?, ¿sus maestros?, ¿sus guías? Pues es caso parecido o igual a la regiomontana Debanhi Escobar: ausencia de unidad familiar, los jóvenes hacen lo que quieren y los padres y los maestros ni enterados de los pasos de sus hijos diario. Evelyn murió a las 04:30 horas de la noche cuando fue a un hospital a solicitar ayuda. Murió de un infarto al corazón por harto consumo de drogas.

ESQUINA-BAJAN

Punto cuatro: Ya no somos humanos, sino animales. Tal vez nunca hemos dejado de serlo. Estábamos medio civilizados. Con la pandemia se nos olvidó. Tiempos negros, oscuros nos rodean como especie humana. ¿Signo de ser humanos?, ¿algún signo para decir y saber que estamos junto a un humano, no junto a un perro, un simio o un depredador? Van algunos: al menos saber leer un libro, escribir en papel y con lápiz nuestro nombre completo y de corridito, realizar las cuatro funciones básicas de las matemáticas, saber comer y comportarse en una merienda; no lastimar a niños, mujeres ni niños; no matar, tratar de no mentir... en fin, eso que nos hace humanos.

Punto cinco: los perros son perros, los delfines son delfines, los simios son simios, los leones son leones. Tienen instinto, no inteligencia. Menos eso llamado conciencia. Estar conscientes de ser perros, gatos, changos, lombrices, moscas no existe... la conciencia es humana. Nada más. Leamos a un poeta y no a un científico. Es el poeta Eduardo Lizalde: “Este es un perro./ Una criatura que se ignora./ no sabe/ que pertenece a una clase/ -de cosa o bestia–, ignora que la palabra perro/ no lo designa a él en especial:/ cree que se llama perro,/ cree que se llama hombre/.../ cree que se llama “muerde”.

Punto seis: el pasado viernes 9 de julio aquí en Coahuila (Colonia Lomas de Santiago en Piedras Negras), cinco perros de la raza “pitbull” atacaron, despedazaron y parte se comieron a un cristiano quien iba llegando a su hogar, Mario “N”, escaparon de la casa de su dueño y del criadero. En Monterrey (Pero también en Zacatecas, Puebla, Michoacán) el sábado 9 de julio, un hombre en el centro de la ciudad, fue muerto y molido a golpes. Luego le dejaron caer una roca, una pedrada de 5 kilos.

LETRAS MINÚSCULAS

Al comentar de esto, de la sociedad ya podrida y perdida que habitamos, es el letal Luis Carlos Plata quien me mandó el siguiente aforismo: “Ya casi somos cavernícolas otra vez, master”. Le creo. Vaya que le creo.

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