Amalia: un ejemplo de tenacidad y valor para los jóvenes

Opinión
/ 30 julio 2024

“El deseo íntimo de sobrevolar el Atlántico sola no era algo nuevo para mí. Antes ya había afrontado otros Atlánticos. Todo el mundo tiene su propio Atlántico que conquistar. Cualquier cosa que queramos hacer de verdad, contra la opinión de los vecinos y el llamado ‘sentido común’, es un Atlántico... Sobrevolé el Atlántico porque lo deseaba... Deseaba con todo mi alma hacer algo por el acto en sí, disfrutar haciéndolo, concentrar en ello todas mis energías; eso no es sólo la mejor garantía de éxito, sino también ser fiel a uno mismo”.

Esas son las palabras de la inigualable e intrépida Amelia Earhart que, dicho sea de paso, para recordarla tomé prestado para esta entrega el título de un libro que esta singular mujer escribió.

ELLA

Amelia Mary Earhart (Atchinson, Kansas, 24 de julio de 1897- Océano Pacífico, 2 de julio de 1937) fue la primera aviadora estadounidense célebre por sus marcas de vuelo y que, en 1932, se convirtió en la primer mujer piloto en cruzar el océano Atlántico en solitario. Mujer enérgica que rompió con lo establecido, que demostró que las mujeres son tan capaces (o más) que los hombres en realizar actividades y oficios que injustamente se consideraban exclusivas del ámbito de los varones.

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Amelia fue, sin la menor duda, una mujer avanzada a su época y la más notable de las aviadoras del siglo XX.

PASIÓN

En una ocasión Amelia asistió a un espectáculo aéreo y fue ahí donde nació su pasión por los aviones. Consiguió que la llevaran a bordo de un biplano en el que voló por 10 minutos sobre Los Ángeles. Sus palabras de esta experiencia fueron: “Tan pronto como despegamos yo sabía que tendría que aprender a volar”. Ahí quedó sellado su destino: La aviación.

Cabe mencionar que Amelia cursó estudios superiores en la Universidad de Columbia, también tomó cursos de verano en Harvard. Además, durante la Primera Guerra Mundial, fue enfermera en un hospital de campaña canadiense y posteriormente trabajó como asistente social en Boston.

VUELO

El primero de junio de 1937, Amelia y su navegante Fred Noonan salieron de Miami, Florida, con destino a California por la vía larga: alrededor del mundo. La primera escala fue San Juan, Puerto Rico... y de allí por todo el borde noreste de Sudamérica y posteriormente hasta África y el Mar Rojo.

El vuelo a Karachi fue otra primicia... nadie antes había volado sin escalas desde el Mar Rojo hasta la India. Después de Karachi, Electra, apodado así su avión, voló hacia Calcuta para arribar el 17 de junio... y de allí, a Rangoon, Bangkok, Singapur y Bandoeng.

Un monzón impidió que salieran de Bandoeng por varios días: hasta el 27 de junio pudieron abandonar este lugar para dirigirse a Port Darwin, Australia.

Amelia llegó a Lae, Nueva Guinea, el 29 de junio. Hasta este punto, habían volado 22 mil millas, quedaban 7 mil más por recorrer todas sobre el Pacífico. Fue cuando envió su último artículo por cable al Herald Tribune. En las fotografías, se le veía cansada y enferma.

REPORTES

El buque guardacostas de los Estados Unidos, el Itasca, había estado esperando en las islas Howland para servir de contacto de radio. Las comunicaciones en el área eran muy deficientes y, para agravar la situación el Itasca estaba sobrecargado de trabajo con el tráfico comercial de radio que este vuelo había generado.

El 2 de julio Amelia abandonó Lae a las 00:00 horas tiempo de Greenwich. Se cree que cargaron mil galones de combustible, lo que permitiría una autonomía de vuelo de 20 horas.

A las 07:20 horas GMT, Amelia transmitió un reporte de posición que ubicaba al Electra a unas 20 millas el suroeste de las islas Nukumanu. El último reporte del estado del tiempo que se cree que Amelia recibió fue antes del despegue, el cual indicaba que el viento había aumentado de intensidad, pero no se sabe si realmente recibió esta advertencia.

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A las 08:00 GMT, Amelia hizo radio-contacto con la base de Lae: Se reportó en curso hacia las islas Howland a 12,000 pies de altitud.

Varias transmisiones cortas fueron recibidas por el Itasca con variadas intensidades, pero no fue posible determinar su posición porque las transmisiones fueron muy breves. A las 19:30 GMT, la siguiente transmisión, fue recibida del Electra con máxima intensidad: “KHAQQ llamando al Itasca. Deberíamos estar sobre ustedes pero no podemos verlos... el combustible se agota...”

A las 20:14 GMT, el Itasca recibió la última transmisión de voz de Amelia proporcionando datos de su posición. El Itasca continuó transmitiendo en todas las frecuencias hasta las 21:30 horas GMT, cuando determinaron que Amelia pudo haber amarizado y entonces se iniciaron los procedimientos de búsqueda.

Se cree que el avión cayó entre 35 y 100 millas de las costas de las islas Howland. A bordo de la aeronave llevaban una balsa salvavidas, pero nunca se encontró ningún rastro de ella. Algunos expertos creen que los tanques de combustible vacíos podían haber mantenido a flote el avión durante cierto tiempo, pero la realidad es que este caso sigue siendo uno de los más grandes misterios de la aviación.

POR EL PLACER

El presidente Roosevelt autorizó una búsqueda a un costo estimado de 4 millones de dólares. En julio 18, la pesquisa se abortó, pero George, su esposo, continuó pidiendo ayuda para la búsqueda; sin embargo, para octubre él también abandonó toda esperanza de encontrarlos con vida.

Amelia mandaba cartas periódicamente a George, en una de ellas podemos encontrar la esencia de su espíritu: “quiero que sepas que estoy muy consciente de los riesgos... Lo hago porque lo quiero hacer. Las mujeres deben tratar de hacer las cosas tal como los hombres lo han hecho. Y cuando fallen, su fracaso no debe ser sino un reto para otras”.

TODOS

Esta notable mujer define el significado del valor: “Valor es el precio que la vida exige para otorgarnos paz, alma que no lo conoce no lo conoce, no conoce liberación de la pequeñeces; no conoce la lívida soledad del miedo, ni alturas de montaña donde la intensa alegría puede escuchar el sonido de las alas. Cómo podría la vida concedernos la dicha de existir, compensar la opaca y gris fealdad y el prolífico odio a menos que nos atrevamos. ¿El dominio del alma? Cada vez que tomamos una decisión, pagamos con valor para contemplar el incansable día, y encontrarlo hermoso”.

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¿Habrá algo más que se pueda agregar? Sí: Amelia mostró al mundo que las mujeres representan la vida, el valor, la fortaleza y también el esplendor humano. Amelia es ejemplo de tenacidad y valor para las nuevas generaciones, sobre todo en esta época en donde para muchos jóvenes es fácil cansarse o desanimarse en la consecución de sus sueños.

Todos tenemos Atlánticos e ideales por conquistar, ya van a ser 80 años del descenso de Amelia, pero su perenne testimonio continua siendo fuente inspiración para saber que no existen los imposibles cuando el alma custodia y mantiene encendido el fuego de esa pasión - y quizá esa locura - que nos hace vibrar y nos impulsa a emprender únicamente “por el placer de hacerlo”.

“Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas... ¿Qué valdría la vida?”

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