Ampliación a Derramadero: finalmente arrancó el proyecto

Opinión
/ 30 enero 2025

Mejorar la calidad de vida de las personas tiene que estar en el centro de cualquier proyecto de infraestructura urbana moderna, en cualquier ciudad del mundo y nuestro país

Asegurar la mayor calidad de vida de las personas constituye el principal reto de las autoridades gubernamentales de las ciudades modernas. Y esto es así porque las grandes concentraciones urbanas de nuestros días se han desarrollado sin seguir las mejores políticas urbanísticas.

Esto implica que, junto con las ventajas que tiene vivir en una ciudad, existen inconvenientes que afectan la calidad de vida de las personas. Entre ellos se encuentra, de forma relevante, el tiempo de desplazamiento en la mancha urbana que, conforme más avanzamos en ese proceso que llamamos “desarrollo”, se vuelve más largo.

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Se trata de un aspecto que, con gran facilidad, podemos soslayar y normalizar porque puede parecer excesivamente complejo resolverlo. Pero en cuanto filtramos la realidad a partir de la variable “calidad de vida”, la valoración cambia de forma radical.

El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al arranque −ayer− de las obras de ampliación de la carretera que une a la mancha urbana de Saltillo con la zona industrial del ejido Derramadero.

Se trata, como se ha comentado en diversas ocasiones, de una obra largamente postergada sobre cuya importancia se ha hablado hasta la saciedad, pero que la “preocupación” sobre la misma no parecía alcanzar para que se destinaran los recursos necesarios para su ejecución.

Más allá de la inversión y de que, en términos generales, la ampliación a cuatro carriles del tramo referido implica una mejoría relevante en materia de infraestructura, es preciso ponderar el impacto que la misma tendrá en la calidad de vida de las personas que diariamente la utilizan.

Y es que la obra implicará reducir el tiempo de traslado entre la residencia de los empleados de las empresas ubicadas en Derramadero y su lugar de trabajo. En este sentido, vale la pena resaltar la frase que el alcalde Javier Díaz ha pronunciado de forma repetida desde su toma de posesión: de lo que se trata es de que las personas pasen menos tiempo en las unidades que los mueven, de un lugar a otro, y más tiempo con sus familias.

En otras palabras, la ampliación a Derramadero es una obra que debe apreciarse −o que podrá apreciarse, cuando esté concluida− a partir de su aportación a la calidad de vida de los trabajadores.

Cabría esperar en este sentido que no solamente valoremos dicha obra a partir de tales parámetros, sino que comencemos a introducir en nuestro mecanismo de evaluación de la infraestructura urbana el ingrediente relativo a cómo impacta, a nivel personal, su existencia.

Y es que, en términos reales, lo más importante del proceso de “desarrollo urbano” es que sirva para hacer la ciudad más vivible para los seres humanos, no que permita a los vehículos inanimados desplazarse sin detenerse a través de la ciudad.

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