Ayotzinapa, Pasta de Conchos y Pinabete

Opinión
/ 23 agosto 2022
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¿Búsqueda de vivos o de muertos?

Después de varias décadas se buscan culpables y cómplices en
la desaparición de los 43 normalistas manifestantes.

Después de algunos años se cancela, por riesgoso, el rescate en Pasta de Conchos. Y ahora, en Agujita de Sabinas, en el pozo “El Pinabete”, después de varias semanas, se ahogan −en agua invasora− las esperanzas de encontrar −con vida− a los mineros atrapados.

Represar la filtración hará posible que bajen los niveles del agua en los pozos y se puedan encontrar los cuerpos. Expertos estadounidenses y alemanes aportan asesoría.

Los familiares ya no hablan de vida o muerte. “Lo único que queremos es que los saquen”, dicen con resignación.

Se verá después lo de legalidades, lo de permisos, lo de recursos de seguridad implementados, lo de inspecciones, con su frecuencia y su calidad, y lo económico con sus exigencias de justicia en remuneraciones y utilidades.

¿Seguirá el carbón atrayendo, cansando, tiznando, enfermando, matando, manteniendo, despojando y enriqueciendo en esa región de Coahuila que requiere humanización, diversificación y regulaciones observadas? La dignidad de la persona humana y la dignidad del trabajo exigen escarmentar por los desastres y elevar la situación a un nivel de sana prosperidad para todos.

PODER DEL ENCUENTRO Y LA PALABRA

México podría ofrecer mediación en Nicaragua porque ya vivió históricamente la experiencia de la persecución religiosa gubernamental.

La fe denuncia cuando se falta a la verdad, al amor, a la libertad o a la justicia porque se amenaza la paz y se atenta contra la persona humana y sus derechos.

Si no hay diálogo se ven fantasmas de violencias inexistentes o de enemistades imaginadas. Se suponen intenciones no comprobadas y no se admite la utilidad de una rectificación oportuna.

Se abren entonces los caminos de violencia, de fuerza, de opresión y de persecución.

El poder de encontrarse y dialogar es lo civilizado, lo humano y lo cristiano.

ALIENACIÓN LÚDICA

Arrancar a la gente de la realidad con sustracción de juegos y de ficciones es una infección que debilita defensas existenciales.

Se pierde el equilibrio entre ocio y negocio, entre labores y pausas. Surgen adicciones pandémicas que atrapan mayorías, creando falsas necesidades.

Se desperdicia el tiempo, en que no hay trabajo absorbente y exigente, con evasiones de juego y fantasía. Las series de video-cine y los juegos electrónicos enriquecen a algunos y empobrecen a una multitud alienada por otras vidas representadas y por entretenimientos y pasatiempos.

Familias, aulas y templos son ámbitos de formación de conciencia y de hábitos para un sano discernimiento.

TODO SANO PUEDE CURAR

Con paso cauteloso, como el de la virulencia simiesca, hay brotes de actitudes negativas en los pensamientos, en las imaginaciones, en las palabras, en las decisiones y en las acciones.

Cada quien es autodidacta en su aprendizaje vital. Hay así vidas cargadas de sombras, de heridas no curadas, de sustos que vienen de la infancia. La gente luminosa tiene una gran tarea. Ha de proyectar su luz en cada encuentro y en cada conversación. Quienes tienen la vivencia de la fe especialmente tienen una misión de irradiación en todo acontecimiento y en cada situación...

El autor de Claraboya, quien ha escrito para Vanguardia desde hace más de 25 años, intenta apegarse a la definición de esa palabra para tratar de ser una luz que se filtra en los asuntos diarios de la comunidad local, nacional y del mundo. Escrita por Luferni, que no es un seudónimo sino un acróstico, esta colaboración forma ya parte del sello y estilo de este medio de comunicación.

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