Block de Notas (20): Homero, Ulises y el vino, un viaje literario por el segundo cerebro
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Si el ir al baño, a cagar y mear, pues, no fuese importante (para la vida misma, para la literatura, para la historia e incluso, para los libros sagrados como la Biblia) jamás iríamos al retrete. Insisto, no es tema baladí y sí es harto importante. ¿No va usted al retrete? Pues se va a morir, tarde que temprano; más temprano que tarde, en honor a la verdad. ¿Es un tema escatológico? Sin duda, pero es el fin último de las cosas. Es filosofía, es poesía, es reflexión y para la alta y buena literatura no hay tema menor.
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Hay un poeta árabe −ignoro si siga vivo, a cuenta gotas nos llegan los libros traducidos de nuestros hermanos árabes (sean de la religión que sean)−, tengo una edición de poesía árabe, “El Canto de los Moros”, en traducción de Ghadeer Abusneinneh. Y caray, no puede ser más detallado el nombre de dicha colección de libros, “Voces del Fin del Mundo”. Leamos entonces a una voz del fin del mundo, al poeta y pintor palestino Fakhri Ratrout (nació en la ciudad de Zarqa en 1972). Lea usted, el poema se titula “Llenos de orín”:
Llenos:
De orín, de sangre, de sueños, de poesía, de silencio, de susto/
De alas, de cadenas/
Entre estas suciedades, hay un corazón de tamaño de Dios
Que tropieza...
¡Ah! Con este alto y arterial poeta el cual nos viene a describir y descubrir (redescubrir) lo obvio: somos un amasijo de tendones, huesos, linfa, hígado, riñón, sentimientos, ternura, cerebro, dientes... pero también, llenos de esa vieja historia de la mierda, orines, excrementos, excrecencias, flemas, mocos, tos... Y ya lo notó usted: no obstante lo anterior (a pesar de ello), dentro de usted, con todas las imperfecciones... nos habita Dios.
Lo vimos en el texto pasado, padecer de la panza, del intestino; padecer colitis es cosa tremenda y nos quita inteligencia. Literal. Por eso el joven Timoteo en la Biblia fue curado de ello para que fuera más efectivo en su ministerio. No se puede cumplir con los encargos de Dios cuando se padece de la maldita colitis. La colitis de Timoteo. En la Biblia, en la 1a Epístola de Pablo (Saulo, antes de traicionar la causa de los judíos) dirigida a Timoteo, ante la fragilidad de la “panza” de éste, un hombre letrado como Pablo, le recomienda la siguiente receta: “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”. 1 Timoteo 5.23.
Y claro, todo mundo lo sabe, el vino contiene bismuto, por eso es bueno para los débiles de estómago. Y bismuto es el compuesto principal de unas patillas o jarabe muy socorridos para arreglarse de la panza cuando ésta anda desarreglada: es Pepto Bismol. ¿Mejor que beber Pepto? Pues una copa de un buen vino tinto. El vino es cultura y placer.
Bajo esta bíblica premisa que vimos someramente (hay más referencias de dietas, ayunos y el no beber agua, eso daña enormemente la salud, señor lector. Nunca beba agua, de hecho ya ni agua hay, déjela a los animales), en sus viajes, ¿qué bebía Ulises, aquel héroe inolvidable del poema “La Odisea” del divino ciego Homero? ¿Qué comió, qué lugares visitó; cuáles eran sus alimentos preferidos? ¿Las sirenas lo enamoraron con sus cantos o con otra serie de trucos y suertes? ¿Existen las sirenas?
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ESQUINA-BAJAN
Cosa no menor cuando anoto lo siguiente: hay poco más de setenta referencias al vino en el poema “La Odisea” de Homero. En un pasaje memorable, escribe Homero: “Toma y bebe este vino, cíclope, una vez que has comido carnes crudas de hombre. Verás qué bebida guardaba bajo mi bajel... cogiólo y bebió con deleite salvaje todo el dulce licor, y pidiome sin pausa otro cuenco”. ¿Lo nota, verdad?
Ante un ser primitivo, bárbaro que come la carne cruda, Ulises le acerca un producto de la civilización, una jarra de vino, el cual termina por embriagar al buen Cíclope y así seguir su travesía. Este es Homero, su potente vino y su palabra seductora. El vino es bueno para la buena digestión. ¿Cuántas copas son buenas? Las que usted diga para el buen fruncimiento de eso llamado “el segundo cerebro”.
Es el segundo cerebro. Así se le conoce. Órgano y tema importante y complejo. Importante como el cerebro es la panza e intestino. El sistema digestivo. Sí este falla, todo falla: la cabeza, la memoria, el cerebro completo. “Bartleby, el Escribiente” es considerado uno de los relatos perfectos de la literatura universal. Es una narración corta. El texto es de Herman Melville. Sí, autor de “Moby Dick”. Pero este relato tiene tal excitación, suspenso, drama y genio, que no le pide nada a las letras de la colosal novela. “Bartleby, el Escribiente” es letra por letra una obra maestra.
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Ya me acabé el espacio, pero hay un personaje silencioso, sordo y letal, el cual influye a todos en el relato: los alimentos, la perpetua indigestión de “Nippers”, la negativa de Bartleby a alimentarse bien y probar cerveza; el mal humor de todo mundo luego del almuerzo y su escaso rendimiento, la colitis de “Nippers”... ¡Ah!
LETRAS MINÚSCULAS
“Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”.- Giuseppe Tomasi di Lampedusa en “El Gatopardo”. Manolo Jiménez ya es Gobernador. ¿Todo va a cambiar para seguir igual?