Blue Monday (1 de 2)

Opinión
/ 29 enero 2023
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El pasado lunes 16 de enero fue el famoso “Blue Monday”. Tan afligido y doliente aquí en Saltillo y la región, como cualquier otro día, como cualquier lunes del calendario solar. De día tan infausto, largo y afligido me avisó de su existencia el hidalgo saltillense, empresario y melómano, don Javier Salinas. Hombre de principios, criterios y valores, mejor dotado que cualquier político o funcionario los cuales deberían de estar preocupados y alertas por tema tan duro y amargo, como lo está atento don Javier.

Si usted me ha leído con frecuencia y de tiempo atrás en estas generosas páginas de VANGUARDIA y en diferentes medios de comunicación impresos en el país, siempre lo he escrito. Es una confesión pública para tomar conciencia de ello: desde infante, desde niño, siempre he estado triste, melancólico; aquello espetado por mi madre, “muchacho, tú estás atiriciado”. De tez trigueña, menuda, con ojos temerarios los cuales albergaban un jardín florido –como muchos de los vestidos y blusas los cuales acostumbraba usar cotidianamente en aquel entonces–, recuerdo, mi madre se afanaba en las tareas caseras y se empeñaba, sin prisa y sin pausa, en apurar a este escritor en tomar un bocado más de comida.

–¡Mira nada más cuan flaco estás muchacho!– Espetaba cada vez al acariciar mis flácidos brazos, los cuales hasta hoy abominan del ejercicio y de la musculatura inyectada por esteroides anabólicos. Ya luego y con el paso del tiempo, la comida quedó en segundo término de prioridades para concentrar su atención en una enfermedad la cual mi madre no dudó en diagnosticar como “tiricia”. “A ver, ven para verte; estás atiriciado, niño”, decía, mientras escudriñaba con ojos entre preocupada y divertida, mi nariz, mi lengua, mis oídos, el color de la piel y las eternas pupilas a punto del sollozo.

El diagnóstico entonces de mi madre fue implacable: “Aparte de estar atiriciado (la famosa ictericia del siglo XVI), al parecer tienes lombrices, niño, y te están comiendo por dentro”. Entre gusanos los cuales me devoran desde entonces mis entrañas y los cuervos los cuales picotean mi sesera y me hacen estar triste y melancólico, pues sí, me tienen jodido, pero gracias a Dios, la maldita y emperrada tristeza la tengo controlada desde hace algunos años a la fecha. Espero la muy maldita siga así, viéndome de lejos.

“Blue Monday”. En Saltillo y la región siempre es un perpetuo “Blue Monday”. El día más largo y triste del año. Aquí todos los días son tristes y largos y dolientes. Y le repito mi frase de siempre: para un atiriciado de alma y corazón, el suicidio no es un problema, es una solución. Solución extrema pues, pero al final de cuentas, una salida al dolor el cual flagela eso llamado “alma”.

La avispada reportera Andrea Palacios en un espléndido reportaje publicado en estas páginas lo escribió con una economía de palabras de elogio: “entre 2021 y 2022 se registró un incremento de hasta 70% en los casos de depresión en Coahuila, pues pasaron de mil 697 a 2 mil 872”. Y según mis datos, el año pasado en la Región Sureste hubo 127 suicidios. Y no, no se escapa por “puerta falsa alguna”, esa estúpida y trivial muletilla: la puerta es ruda y dura, no cualquiera lo hace. Es cuestión de valentía, no de cobardía. ¿Se está mejor del otro lado, en la muerte?

Esquina-bajan

No lo sé. Nunca he estado muerto. Pero la muerte me enamora, me ronda, me quiere comer con sus ojos bellos y lánguidos. Se sienta en mi comedor y la veo bella y triste y contenta a la vez; anémica y cárdena, sentada a un lado mío en mi sillón favorito de lectura. Sí, esa muerte, esa “putilla del rubor helado” como bien la definió el gran, el inmenso, José Gorostiza en su “Muerte sin fin.” ¿La muerte me ronda, me sigue, andas tras mis huesos? Sin duda. Tanta muerte y tanto dolor en este México sufrido así lo demuestra, pero le tengo un solo recado a la muy ingrata, desgraciada y terca: me voy a ir cuando mi padre Dios lo disponga, no cuando ella quiera. Así de sencillo.

Los poetas somos los seres más inútiles de la creación. Tan inútiles y sin valor alguno en el mundo real, lo cual es tan creíble y cierto desde la antigüedad y hasta el mismo Platón nos expulsó de su “República” ideal. También expulsó a otros compañeros de oficio y vecinos nuestros: los cocineros. Los chefs. Somos unos inútiles (al menos yo) para el mundo real, pero los poetas somos imprescindibles e insoslayables para vivir y para entender este mundo. La poesía es la memoria del mundo. No hay presente sin poesía, no hay futuro sin poesía, no hay recuerdos sin poesía. Aunque nadie o pocos la lean hoy en día en este mundo virtual.

Al momento de redactar la presente nota, van 12 suicidios en la región. El “Blue Monday” es diario. ¿Usted cómo usa los siguientes objetos: un suéter, un cable telefónico, un cinturón, cualquier línea o mecate para colgar ropa, un tendedero; ácido, destapa caños, gel antibacterial, un cable de audífonos de su celular, una manguera...? ¿No lo sabe? Son las armas perfectas para un suicida. Daniela Estefanía de apenas 18 años de edad se colgó con... los auriculares de su celular.

Letras minúsculas

¿Y el Secretario de la Morgue de Salud Estatal, el lagunero Roberto Bernal? En su puesto, sentado y cobrando su dieta.

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