CARTA AL SEÑOR CONTRAPESO
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Señor Contrapeso:
Le escribo esta carta porque hace mucho tiempo que no he sabido de usted y a como están los tiempos de inseguros, no he dormido pensando que quizás lo secuestraron.
Para ser sincero, habla muy mal de usted que de buenas a primeras haya desaparecido, justo cuando los mexicanos más lo necesitamos.
Antes usted aparecía de pronto en la figura de un grupo de empresarios cansados por los efectos de la guerra contra las bandas del crimen organizado; o en unos estudiantes de la Ibero que repetían al unísono “Yo soy el 132”, mientras corrían de las instalaciones de su campus al candidato copetón. Otras veces, cómo olvidarlo, aparecía disfrazado del propio AMLO, capitalizando cada error de los gobernantes desde la oposición y declarándose incluso presidente legítimo ante el furor de una multitud pagada.
Otras veces, señor Contrapeso, apareció en los discursos de grandes defensores de la transparencia gubernamental y del acceso a la información pública; o acompañando a periodistas que pusieron al descubierto la Casa Blanca de la Gaviota, o las triquiñuelas de la maestra Elba Esther.
¿Dónde está ahora, señor Contrapeso? No quiero hacer acusaciones sin fundamento, pero sospecho que ya le llegaron al precio y se dejó seducir por el poder y la fortuna, o quizás pactó ser dócil con el tirano de Palacio por miedo a que lo metieran a la cárcel.
Y mientras usted brilla por su ausencia, nuestro mesías tropical anda feliz, feliz, feliz, pues su desaparición le cayó como anillo al dedo. Ahora los empresarios acompañan al Presidente a giras por Estados Unidos y le besan la mano sin recato alguno pues para ellos primero están sus ganancias que el desarrollo de México. ¿Dónde quedaron aquellos grupos de la IP que cuestionaban con firmeza ejemplar el proceder del gobernante en turno? ¿Dónde fueron a parar los estudiantes de instituciones públicas que por culpa de la austeridad republicana se quedaron sin becas? ¿Dónde aquellos partidos opositores que capitalizaban a su favor las barbaridades del poder?
Hoy, señor Contrapeso, lo suyo es la tibieza y la indiferencia ante lo que le está pasando a México. La vida de los pequeños contrapesos que en un principio se opusieron a AMLO ha quedado reducida, como el mal chiste, a una puesta en escena:
Primer acto: Aparecen “Alito” y Rubén Moreira celebrando el nacimiento de la alianza opositora Va por México. Segundo acto: Layda Sansores, gobernadora de Campeche, difunde en rueda de prensa un sinfín de audios que revelan los escándalos del líder del PRI, mientras que Rubén Moreira le teme hasta a su sombra por la vinculación a proceso del secretario de Finanzas en sus tiempos de gobernador. Tercer acto: “Alito” y Rubén Moreira doblan las manitas y, a cambio del perdón presidencial, defienden que el Ejército mexicano siga en las calles hasta 2028 y ponen en riesgo así la continuidad de la alianza entre el PRI, PAN y PRD. ¿Cómo se llamó la obra? La muerte de un contrapeso.
Primer acto: Los ministros de la SCJN someten a debate la figura de la prisión preventiva, que en opinión de algunos es inconstitucional. Segundo acto: Sin respetar la división de poderes y violando flagrantemente la ley, AMLO arremete contra algunos ministros desde sus mañaneras, lamentando incluso haberlos propuesto para tal responsabilidad. Tercer acto: Aunque todavía no se lleva a cabo la votación, todo parece indicar que la figura de la prisión preventiva continuará. ¿Cómo se llamó la obra? La muerte de un contrapeso.
Primer acto: Carlos Slim convoca a una rueda de prensa en la que critica a AMLO por querer cancelar las obras del aeropuerto de Texcoco. Segundo acto: Carlos Slim obtiene de la 4T contratos por adjudicación directa para sus empresas y ni siquiera es cuestionado por la defectuosa obra que su constructora llevó a cabo en la Línea 12 del metro. Tercer acto: Sin importar las 26 personas que fallecieron por la caída del metro, Slim sigue siendo uno de los empresarios consentidos de AMLO, al igual que los dueños de grandes capitales en México que acuden sin chistar a Palacio para elogiar las acciones de su alteza no tan serenísima. ¿Cómo se llamó la obra? La muerte de un contrapeso.
Afortunadamente, señor Contrapeso, todavía existen millones de mexicanos dispuestos a señalar lo que nuestro gobierno hace mal. Algunos de estos mexicanos son periodistas, otros son dueños de algunos medios de comunicación como Reforma o Latinus. Con eso quiero decirle que México no está muerto aún. Todavía somos millones de mexicanos quienes nos atrevemos a criticar a la 4T, así sea en nuestros grupos de WhatsApp, o en el café, y que haremos hasta lo imposible para defenderlo a usted, señor Contrapeso, y a la institución que a estas alturas significa nuestra única esperanza: el Instituto Nacional Electoral.
Por favor, señor Contrapeso, es urgente que aparezca y luche junto con miles de nosotros por un México mejor en el que líderes mesiánicos no encuentren ya cabida.
aquientrenosvanguardia@gmail.com