Centro Histórico de Saltillo, ¿empatan necesidades e inversión?

Tras la publicación del reportaje de Semanario, suplemento de investigación periodística de VANGUARDIA, sobre el estado de deterioro del Centro Histórico de Saltillo, el Gobierno de la Ciudad informó ayer que se han realizado inversiones por más de 70 millones de pesos en dicha área durante la actual administración municipal.

Las acciones listadas incluyen la creación de la zona peatonal “Paseo Capital”, así como la rehabilitación del par vial formado por las avenidas Matamoros y Abasolo; además del recarpeteo de las calles Pérez Treviño, Emilio Castelar y Francisco de Urdiñola.

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Adicionalmente, se destacó, este año está contemplada la repavimentación, con concreto hidráulico, de la calle General Cepeda. También se mencionó la existencia de una cuadrilla de mantenimiento asignada de forma permanente al Centro Histórico y la existencia de un plan de recolección de basura que opera de lunes a sábado.

La realización de las acciones anteriores resulta innegable: todo mundo puede verlas y, en última instancia, valorar su pertinencia y calidad. La gran pregunta es si el esfuerzo realizado en poco más de dos años se encuentra a la altura de las necesidades de dicha área de la ciudad.

La interrogante podría responderse con la simpleza de una afirmación o de una negación tajantes, pero ello no resultaría objetivo. Y es que a cualquiera de las dos posiciones extremas resulta indispensable añadir datos de contexto, sobre todo los relativos al presupuesto requerido para hacer más.

Una forma diferente de enfocar el problema es preguntarnos si el Centro Histórico de Saltillo tiene el aspecto que merece o, si se prefiere, el que desearíamos para el área más emblemática de la ciudad. Aquí la respuesta es claramente no.

Esta respuesta también requiere matiz, desde luego. Y el principal es si toda la responsabilidad de la realidad actual es del Gobierno de la Ciudad.

Lo cierto es que hay corresponsabilidad en ello y una parte le corresponde a quienes son propietarios de los inmuebles de la zona, aunque también, en parte, a quienes la visitamos cotidianamente.

Pero incluso en este punto es preciso decir que el liderazgo para transformar al Centro en sentido positivo le corresponde a la administración pública. No puede ser de otra forma si se pretende que la visión de lo que dicha zona debe ser escape a los vaivenes de los periodos gubernamentales.

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Y aquí es donde sucesivos gobiernos han fallado. Porque aun cuando la preservación de nuestro patrimonio cultural, en términos estrictamente materiales, no depende solamente de las acciones de gobierno, es innegable que la instrumentación de las políticas necesarias para lograr el resultado deseado recaen en la administración pública.

Por ello, no basta con hacer un recuento de las acciones realizadas para “empatar” el saldo negativo que hoy puede observarse en el Centro Histórico. Por ello también, resulta obligado hacer un análisis frío y objetivo de la situación, con miras a identificar y corregir lo que no se ha hecho bien.