CFDI 2026: ni barbaridades, ni monerías, solo pruebas

Opinión
/ 9 octubre 2025

Si no demuestras la operación, el SAT te considera “vendehumo”

Hay frases del dominio popular que, al escucharlas, sabemos exactamente qué hacer. Una de ellas es “papelito habla”. Todos sabemos que significa dejar por escrito cualquier acuerdo: ya sea con el cliente, el proveedor o cualquier otra promesa que, si alguien cambia de parecer, esté debidamente respaldada y obligue a respetarse.

En términos fiscales, el CFDI —o “factura”, como se le conoce comúnmente— es la versión moderna del “papelito habla”. Con la factura en mano y cumpliendo una serie de requisitos, el contribuyente puede deducir la erogación correspondiente.

Sin embargo, a partir de 2026, como diría Shakira: “le aviso y le anuncio”, el SAT renuncia oficialmente a considerar el CFDI como la única prueba de la transacción comercial.

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La propuesta establece que el contribuyente deberá demostrar que las facturas amparan operaciones existentes, verdaderas o actos jurídicos reales. Y usted, estimado lector, seguramente se está preguntando: ¿y eso cómo se demuestra?

Regresemos un poco. En la exposición de motivos se explica que se quiere evitar el argumento de: “la factura no puede ser falsa, porque fue timbrada por el SAT”. Por eso, ahora la autoridad quiere asegurarse de que las operaciones no solo estén facturadas, sino que efectivamente hayan ocurrido, estén ocurriendo o puedan ser verificadas por terceros. Nada de simulaciones ni de magia contable.

¿Le parece complicado? Pues, como diría Raúl Velasco: “aún hay más”.

El SAT podrá realizar visitas domiciliarias cuando tenga dudas sobre la existencia, veracidad o sustancia de los actos jurídicos amparados por las facturas. En cristiano: si sospecha que usted está vendiendo humo, le va a caer a la oficina... y, antes de tocar la puerta, ya le habrá suspendido la autorización para emitir facturas. Como diciéndole: “te voy a quitar trabajo para que te concentres en atenderme”.

La revisión será exprés: usted tendrá cinco días para presentar pruebas y desmentir a la autoridad. El SAT, por su parte, tendrá quince días para decidir si le devuelve la autorización para facturar o si confirma que usted emite facturas falsas. Así que, en el mejor de los casos, estará al menos veinte días sin poder facturar. Una prueba de resistencia que no cualquiera aguanta.

¿Y si el resultado no le favorece? Redoble de tambores: lo publican en la lista VIP del SAT (léase: Vendehumo, Incumplido y Pillo).

¿Aún hay más? Claro que sí. Después de ser exhibido, todos sus clientes tendrán treinta días para corregir su situación fiscal. ¿Por qué? Porque, como ya fue determinado que sus facturas son falsas, ellos pierden la deducción y el acreditamiento del IVA.

Y si no corrigen... les suspenden también su autorización para emitir facturas. Así de “solidaria” la reforma.

Tal vez usted piense: “mi contabilidad está en orden, tengo todo para demostrar que mi empresa no vende humo”. Perfecto. Pero si aún no le ha caído el veinte, aquí se lo suelto directo: si alguno de sus proveedores recibe una visita del SAT, no logra probar que sus operaciones son reales, y termina en la lista VIP... usted también paga los platos rotos.

Así que, si esta reforma se aprueba, más le vale empezar a monitorear a sus proveedores. Es momento de saber cómo documentan las operaciones que tienen con usted, qué evidencia conservan, cómo respaldan sus entregas, etc.

Y ya que hablamos de control, por favor: deje de andar pidiendo la constancia de situación fiscal (CSF) “actualizada” cada mes, como si fuera un amuleto contra el SAT. Esa hojita vale lo mismo que un papel reciclado. Y ojo con otro cambio para 2026: quien condicione la emisión de una factura a la exhibición de la CSF será multado.

Estimado lector, si hasta hoy vivía confiado repitiendo el mantra de “papelito habla”, le tengo malas noticias: a partir de 2026, el SAT quiere que el papelito hable, cante, baile, traiga testigos y venga con video en 4K. Porque la factura, solita, ya no será suficiente.

Y recuerde: si alguno de sus proveedores entra a la lista VIP —sin importar el monto o la fecha de la transacción— usted también entra al after... pero sin deducción, sin IVA acreditable y sin sello digital.

Así que empiece a hacer casting de proveedores como si eligiera socios: investigue, pida referencias y, de preferencia, que le caigan bien. Porque si uno de ellos resulta ser “vendehumo”... a usted le tocará tragárselo.

X: @huorsa

huorsa@ortizgarza.com.mx

Substack: Historias de impuestos bien contadas

Columnista de VANGUARDIA, comediante fiscal por vocación no diagnosticada. Dicen que los contadores nacemos sabiendo sumar... pero Hugo René también nació sabiendo restarle drama al SAT. Es licenciado en Contaduría Pública y Finanzas por el Tec de Monterrey, lo que básicamente significa que aprendió a sufrir con estilo y corbata. Tiene dos maestrías: una en Impuestos (porque a alguien tenía que gustarle eso) y otra en Derecho Internacional, por si alguna vez hay que explicarle al SAT que el tequila no se exporta con IVA incluido.

Empezó su carrera en California, donde trabajaba en una empresa de arroz... porque uno tiene que saber de granos antes de hablar de deducciones. Luego se fue metiendo al mundo de la contaduría, ese hermoso universo donde la emoción más fuerte es cuadrar el balance a la primera. Y cuando pensó que ya nada podía sorprenderlo, ¡lo invitaron al mismísimo SAT! Así es: fue asesor de la jefa del SAT y también trabajó en Planeación, es decir, ayudó a diseñar el mapa del infierno... pero con Excel.

Hoy es socio director en la firma Ortiz Garza y Asociados, donde lidera proyectos fiscales y se dedica a hacerle la vida más fácil a los que le temen al buzón tributario más que a su ex.

Además de contar números, también cuenta historias: fue conductor de “Frecuencia Fiscal” durante 14 años, donde explicaba impuestos como si fueran recetas de cocina (”agarre su CFDI, métalo a la licuadora fiscal y espolvoree deducciones”). Hoy conduce el pódcast “Entre Contadores”, donde se hablan de temas serios... pero con risas entre líneas y anécdotas que harían llorar a un auditor.

También ha sido catedrático, presidente de comisiones, columnista en El Financiero y miembro activo del Instituto de Contadores Públicos de Nuevo León. Es decir, Hugo René no solo conoce la ley, también sabe aplicarla sin que a uno le den ganas de esconderse en las Islas Caimán.

Si alguna vez pensaste que los impuestos eran cosa seria... es porque no has leído una columna de Hugo René. Prepárate para entender tus finanzas como si te las explicara tu compadre chistoso... pero con cédula profesional.

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