Clases medias y altas: con las elecciones a la vuelta de la esquina, ¡la hora llegó! (2)
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Un reconocido empresario regiomontano fue forzado, mediante amenazas del SAT, a pagar impuestos atrasados. Ese 12 de junio de 2020, molesto, ese empresario, declaró: “Voy a pagar al SAT 8 mil 790 millones de pesos, pero sí es necesario pondré el doble para sacar a AMLO en (la revocación de mandato de) 2022”.
Seguro, el empresario no lo hizo en esa fecha, pero el momento llegó con las elecciones presidenciales de 2024 a la vuelta de la esquina. Puntualizo. Él no es el único empresario dispuesto a ponerle dinero a sus palabras. La pregunta crítica es: ¿cómo optimizar su contribución financiera para realmente elevar las capacidades de organización, articulación y movilización de las clases medias y altas e incrementar, así, sus posibilidades de parar en seco a la 4T en 2024?
Con carácter urgente, presento una ruta crítica a seguir con ese objetivo central en mente. La razón es una: sólo hay 10 meses para presentar un candidato único, apuntalado por una plataforma consensada entre los distintos actores políticos del empresariado, sociedad civil y partidos políticos.
Tres son los objetivos de dicha ruta: 1.- Posicionar al empresariado mexicano como el eje articulador de las cámaras empresariales, la sociedad civil organizada y los partidos políticos para alcanzar una candidatura única con una plataforma acordada –en su pluralidad– por esos tres actores políticos. Ese candidato o candidata, y su plataforma, requieren una narrativa pública con las siguientes características.
2.- Diseñar una narrativa pública –discurso y visión– que trascienda la polarización existente en el país. Es decir, que nos permita ir más allá del miedo y la irracionalidad que sólo profundizan la división del país. Una narrativa –colmada de cambio y esperanza– para imaginar el otro México posible, distinto al neoliberal y al neopopulista, para no reciclar con sentido trágico nuestra historia. Empero, no puede haber de manera coyuntural, un candidato o candidata y plataforma unificados, con su pertinente narrativa pública, sin asegurar la viabilidad futura del proyecto político de las clases medias y altas en los próximos 10 a 20 años, o más. Por ello, el siguiente objetivo es de vital importancia.
3.- Crear escuelas o institutos de formación de activistas comunitarios y líderes cívico-ciudadanos entre las clases medias y altas en las distintas regiones del país. El objetivo central es formar una estructura cívico-ciudadana que fortalezca las competencias de organización, articulación y movilización de los integrantes de esas clases sociales, para alcanzar tres objetivos en cada región del país: capacitar y profesionalizar activistas comunitarios y líderes cívico- ciudadanos; afianzar su participación cotidiana en temas comunitarios y asuntos de interés público; y coordinar, a lo largo del tiempo, la participación, organización y movilización electoral de los integrantes de clases medias y altas en sintonía con partidos políticos.
Con base en estos objetivos, ¿tendría el empresariado organizado la capacidad de sentar a la sociedad civil organizada y a los partidos políticos para desarrollar e implementar la agenda antes escrita? Sí. Porque hoy más que nunca, la alianza Va por México (PRI, PAN y PRD) está urgida de los votos de la clase media y alta, por una sencilla razón: su voto clientelar está divido o es furiosamente competido en el territorio, por el casi medio billón de pesos destinados por la 4T a esos votantes otrora cautivos en el arcoíris tricolor, azul y amarillo.
¿Cuál sería la ruta a seguir por ese empresariado organizado, en los próximos diez meses de 2023?
Continuará...
Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.
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