Coahuila: 8M, ¿carnaval o protesta?

Opinión
/ 14 marzo 2025

¿Qué tránsito requiere vivir −a nivel estatal− ese estallido morado del 8M para convertirse en un movimiento social que asegure una protesta sostenida los 365 días del año?

Sin pena ni gloria, pasó un 8M más, como una explosión catártica, aunque no terapéutica para construir un movimiento de protesta que cimbre los cimientos del Estado heteropatriarcal, adversario letal de las mujeres.

¿Qué diferencia existe entre esa expresión de rabia de mujer, justificada y colectiva, con la catarsis de las fiestas desenfrenadas y excesivas de aquel imperio romano, que honraban a los dioses Saturno y Baco para proteger distintos ámbitos de la vida cotidiana, en el fin de la siembra de invierno, el equinoccio de primavera y la fertilidad de un nuevo ciclo? Esencialmente, ninguna. La catarsis es la misma. Sólo cambia el objetivo: mientras el 8M desnuda y visibiliza la violencia sistemática contra las mujeres en México a partir de la desprotección estructural del Estado mexicano; el carnaval romano abraza a los dioses que rigen los cursos de la veleidosa naturaleza para ser protegida por ellos.

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¿Dónde están l@s colectiv@s de mujeres los 364 días restantes del año? ¿Acaso están como las más de 70 escuelas de samba de Río de Janeiro en Brasil, definiendo su tema para el próximo carnaval, escribiendo la música y la letra de este, ensayando los respectivos pasos de samba y diseñando sus disfraces y sus carrozas para el desfile carnavalesco de cada año?

La pregunta es pertinente porque, a excepción de exigencias puntuales en esos 364 días de algun@s colectiv@s feministas sobre denuncias por feminicidios y/o la urgencia de imponer la alerta de género, la fuerza de ese 8M, colmado de cólera enfurecida y coletazos pletóricos de poesía, rebeldía y esperanza, se evapora entre las “selfies” tomadas ese día para el “feisbuk”, “X” e Instagram.

¿Qué tránsito requiere vivir −a nivel estatal− ese estallido morado del 8M para convertirse en un movimiento social que asegure una protesta sostenida los 365 días del año?

Es forzoso, de entrada, un encuentro o conversatorio estatal −y regional− de los distintos grupos y organizaciones de mujeres −indistintamente de sus posiciones ideológicas o políticas− respecto a la definición de la lucha feminista. Construir puentes, más allá de sus diferencias, es el segundo paso obligado para construir, de a poco, una organización de colectiv@s a nivel regional y estatal que desarrolle una agenda política acorde al contexto particular de cada región y municipio del estado. Esta construcción de puentes tiene una doble dimensión: al interior de l@s colectiv@s feministas del estado y al exterior en relación con grupos afines con los cuales podría el movimiento establecer alianzas coyunturales o estratégicas.

Esta agenda política estaría obligada, entre otros temas, a denunciar cualquier tipo de violencia contra la mujer, indistintamente de su edad, condición social, educativa o religiosa y de su preferencia sexual.

El tercer paso consistiría en instalar un observatorio que dé un seguimiento sistemático al cumplimiento puntual de las políticas públicas del gobierno de Manolo Jiménez en pro de la mujer y de su impacto en las vidas de las mujeres coahuilenses. Este observatorio incluiría un monitoreo y evaluación constante del trabajo de la Secretaría de la Mujer, la Fiscalía de la Mujer y la Niñez y los Centros de Justicia y Empoderamiento de la Mujer.

Utilizar las redes sociales con sentido estratégico para iluminar sus acciones −como movimiento− en cada región y municipio, fortalecer su capacidad de denuncia y publicitar de manera periódica los resultados del observatorio sería el cuarto paso.

Con cierta periodicidad, las reuniones presenciales de los distint@s colectiv@s a nivel regional y estatal son obligadas para fortalecer sus capacidades estratégicas de diálogo, organización y solidaridad.

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Esta es una serie mínima de sugerencias para que el 8M transite de ser un evento puntual con una duración de 24 horas −máximo− a transformarse en un movimiento de protesta política los 364 días restantes del año.

Empero, la pregunta es una: ¿existe entre es@s colectiv@s feministas de Coahuila, la disposición política para dar ese paso? ¿O preferirán estallar en una catarsis colectiva y carnavalesca de irritación, ira e indignación, un día al año, nada más?

Y, con ello, reafirmar la congénita capacidad del Estado para “normalizar” y descafeinar la protesta social, y de esta manera controlarla y reducirla a ser una simple e inocua metáfora del dolor más hiriente y desgarrador de nuestro corazón como sociedad.

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