Coahuila: ¿cómo nos afectaría el estallido de una huelga de armadoras en Estados Unidos?

La de hoy será una jornada crucial en las negociaciones que las tres grandes empresas automotrices de los Estados Unidos sostienen con la dirigencia de la United Auto Workers (UAW), el principal sindicato de empleados de la industria automotriz cuyas demandas se encuentran muy por encima de los ofrecimientos que han realizado sus empleadores hasta ahora.

La UAW, liderada por su presidente Shawn Fain, demanda un incremento salarial de 46 por ciento, la reducción de la semana laboral -de 40 a 32 horas- y la reactivación de diversos beneficios de pensión y salud a los cuales renunciaron los sindicalizados para contribuir a la supervivencia de sus empresas durante la crisis de 2007-2009.

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La exigencia de incremento salarial, que implicaría elevar gradualmente, durante los próximos 4 años, de 32 a 47 dólares por hora el sueldo de los trabajadores mejor pagados de la industria automotriz estadounidense, es uno de los puntos en los cuales el sindicato se ha mantenido inflexible.

La razón, ha dicho su dirigente, es que sólo con un incremento de esta magnitud se compensarán “las décadas de caída salarial” así como el efecto negativo que la inflación ha tenido en el poder adquisitivo de sus agremiados.

Hasta el cierre de esta edición no se avizoraba ningún acuerdo entre las partes y lo que sí estaba claro es que el 97 por ciento de los agremiados de UAW estaban dispuestos a ir a la huelga.

¿Por qué es un asunto que nos interesa a quienes vivimos en la Región Sureste de Coahuila? La respuesta es bastante obvia: porque si GM, Ford y Stellantis detienen sus operaciones los efectos de tal acción repercutirán aquí, debido a que las cadenas de suministro del clúster automotriz de la región se paralizarían también afectando a miles de empleados.

El economista Antonio Serrano Camarena calcula que la afectación que podría sufrir nuestra región sería de hasta 240 millones de pesos diarios, derivado de la suspensión de actividades que múltiples proveedores de la industria automotriz deberían realizar.

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Quienes más se verán afectadas, en opinión del especialista, serán las pequeñas empresas tradicionales que tiene tiempo trabajando con las armadoras pero que durante la pandemia se vieron obligadas a solicitar préstamos para subsistir.

En caso de verse obligadas a detener sus actividades, afirmó Serrano, estarían en riesgo de tener que despedir a parte de su personal e incluso, “si están muy apalancadas” hasta desaparecer si la huelga o el paro se prolonga demasiado.

Estamos pues ante un potencial problema de magnitud importante y por ello lo deseable es que, en el curso de las próximas horas, las negociaciones que se desarrollan en los Estados Unidos lleguen a buen puerto. De no ser así, tendremos que estar listos para reaccionar con la implementación de medidas para mitigar los efectos negativos.

Se trata de una de esas situaciones en las cuales aplica la conseja de esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor.