Coahuila: Proteger a la niñez, ¿una asignatura reprobada?

Opinión
/ 19 noviembre 2024

Niñas, niños y adolescentes involucrados en conductas delictivas relacionadas con las drogas es uno de los peores signos de deterioro social que podemos atestiguar hoy día

Decir que la niñez representa el futuro de la humanidad es algo más que una frase de ocasión o un lugar común. La expresión puede lucir desgastada debido al uso frívolo que suelen darle nuestros políticos, pero es rigurosamente cierta: en la niñez descansa el proyecto futuro de cualquier sociedad que aspira al crecimiento y al desarrollo.

Y dado que no se trata solamente de un lugar común, el acierto del señalamiento nos impone a todos responsabilidades importantes en términos de asegurar que las nuevas generaciones, cuando les toque el turno de tomar la estafeta, se encuentren listas para el desafío.

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Para lograr eso es indispensable asegurar que la vida de niñas, niños y adolescentes se desarrolle en un ambiente sano. Y por ambiente sano solamente puede entenderse una cosa: un escenario en el cual no existan −o al menos estén reducidas al mínimo− las influencias negativas, es decir, los vicios, el comportamiento violento y las conductas delictivas.

Las anteriores son, es relevante puntualizarlo, condiciones mínimas. Porque además de lo señalado es imprescindible garantizarles educación, salud, cobijo, sustento y un entorno familiar que les provea del amor y los cuidados que se requieren en los primeros años de vida.

La ausencia de tales elementos no solamente trunca el futuro de los menores de edad que crecen con esas carencias, sino que pone en riesgo la posibilidad de supervivencia de nuestra sociedad. Por ello es que a todos debe preocuparnos −y ocuparnos− el tema.

El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al hecho de que en Coahuila se atiende un caso, cada tercer día, de menores involucrados en delitos relacionados con trasiego, posesión y consumo de drogas.

Las cifras son alarmantes y deberían convocarnos de inmediato a la acción: en los primeros nueve meses de este año se abrieron en nuestra entidad 106 carpetas de investigación, que involucran a 115 niños −entre los que figuran 12 niñas y adolescentes− de entre 12 y 16 años de edad, por los citados delitos.

Otro dato que resulta de la mayor relevancia es el hecho de que la incidencia de este tipo de casos, si bien es mayor en las ciudades más pobladas −Saltillo, Torreón y Piedras Negras−, también se registra en municipios más pequeños como Múzquiz, Juárez, Candela, Cuatro Ciénegas, Jiménez, Sabinas, Castaños o Progreso.

Algo está muy mal en una sociedad cuando se descuida la formación adecuada de niños y adolescentes, y con ello se pone en riesgo el sano relevo generacional al que debe aspirar toda sociedad democrática. Y eso es justamente lo que nos está pasando en Coahuila.

Cabría esperar, como se ha dicho en múltiples ocasiones, que esta no sea una más de las estadísticas que nuestras autoridades simplemente observan deteriorarse sin considerar la necesidad de actuar de inmediato y, desde luego, hacerlo con la energía que el caso demanda.

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