Coahuila: Se extingue el ICAI, ¿quién lo extrañará?

Opinión
/ 25 junio 2025

Con la promesa incumplida de convertir a la transparencia en eficaz herramienta para combatir la corrupción, el ICAI llega a su extinción. Difícilmente alguien lo extrañará

Uno de los momentos relevantes de la vida política del país ocurrió justo al inaugurarse el siglo 21, cuando arribó a la Presidencia de la República, por primera vez en la historia moderna del país, un candidato de la oposición, lo cual puso fin a la hegemonía del PRI.

Una de las promesas más relevantes del primer presidente de la transición, Vicente Fox, fue la creación de un mecanismo para combatir la corrupción, promesa que se transformó en el surgimiento de una legislación para −al menos en teoría− volver transparente al gobierno. Y para garantizar el tránsito desde la opacidad se creó un organismo público encargado de garantizar el derecho de la ciudadanía de acceder a la información pública.

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Casi un cuarto de siglo después, la autodenominada “cuarta transformación” puso fin a este episodio de nuestra vida pública, desmantelando el INAI a partir del argumento de que “nunca sirvió al pueblo” y era un ente oneroso que no tenía sentido sostener.

La decisión federal ha sido emulada por las entidades del país y ayer le tocó el turno a Coahuila: con el voto de 22 de sus 25 integrantes, el Poder Legislativo local aprobó el decreto que pone fin a la existencia del Instituto Coahuilense de Acceso a la Información (ICAI) y transfiere parte de sus facultades al Poder Ejecutivo, con la promesa de mantener los mecanismos de rendición de cuentas e incluso fortalecerlos.

Con la votación de ayer se pone fin a una historia que inició en 2004, cuando se creó el ICAI, organismo que atendió más de 220 mil solicitudes de acceso a la información y resolvió alrededor de 16 mil recursos de la ciudadanía frente a las respuestas de los sujetos obligados.

Habrá que decirlo sin ambigüedades: la promesa fundamental, a partir de la cual surgieron en México los organismos autónomos responsables de garantizar el derecho de acceso a la información, permaneció incumplida: la transparencia no se convirtió nunca en un mecanismo eficaz para combatir la corrupción porque los servidores públicos fueron más eficaces en su objetivo de resistirla.

El ICAI no fue ajeno a este fenómeno y su labor fue degradándose de forma paulatina. De un arranque prometedor, con un primer Consejo General que empujó la construcción de una robusta cultura de la rendición de cuentas, fue pasando a una actitud más bien de complacencia y terminó siendo un organismo en esencia irrelevante.

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Muy pocos, y quizá sólo durante un corto tiempo, habrán de extrañar su presencia en la vida pública de la entidad. Los meses finales de su existencia, durante los cuales fue poco más que un fantasma, dejaron claro que el espíritu que animó su creación, hace poco más de dos décadas, desapareció hace tiempo.

Habrá que observar si, como se ofreció ayer en el Congreso, la transparencia sigue siendo una divisa importante de la vida pública o, como temen las voces especializadas, regresaremos al estatus original, el que padecimos largamente antes de la transición democrática.

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