COMENTARIOS A ARTÍCULO DE ABUSAÍD

Opinión
/ 3 octubre 2022
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Armando Castilla Galindo

Director

Ayer 2 de octubre, en la sección Domingo de Opinión, el editorialista Luis García Abusaíd, publica el artículo: “¡Ahí viene Ricardo por Coahuila! ¿O no?”. Al respecto deseo expresar los siguientes comentarios.

Señala Abusaíd que “todo logro en la vida política de Mejía ha tomado y tomará el camino del egoísmo y del instinto hoy multiplicado, en el sentido negativo del término, por la ideología de la 4T”. Más adelante menciona que “La alforja de Mejía está bien pesada. ¿Cómo podrá avanzar así, rumbo a la gubernatura, sin una propuesta política factible? ¿En qué sustenta Ricardo su aspiración a la gubernatura de Coahuila?”.

He de reconocer que me cuesta trabajo entender las razones por las que personas inteligentes y preparadas, puedan opinar negativamente de quien ocupa hoy la Presidencia de la República y que estuvo luchando por más de 30 años para destronar a la oligarquía que controló el país a través de partidos políticos, por más de seis décadas. Lo que el Presidente se propone con la 4T, es lograr un cambio de paradigmas.

Hoy tenemos más argumentos para sostener que una sociedad es más libre, e incluso más próspera, cuanto mejor es su conocimiento de lo que pasa, con un conjunto de valores que son todo lo contrario de ese encadenamiento fatal de mezquindad y estupidez colectiva al que nos tuvieron sometidos. Vivimos por muchos años, en un autoritarismo que impidió que la democracia fuera considerada como un gobierno de instituciones y favoreció hasta sus últimas consecuencias el gobierno de los que estaban al frente en un momento dado. El autoritarismo no reconoce las ventajas de las instituciones, sino que decide de acuerdo con el pragmatismo particular; frena las iniciativas de los ciudadanos, desmoviliza las acciones de la sociedad y bloquea los propósitos de renovación y cambio democrático.

Actualmente vivimos un intento de transformar el papel de la política, a través de la revolución de las conciencias. Personalmente he tratado de hacer dos cosas que parecen a primera vista incompatibles: defender la política del Presidente y criticar sus errores, para estar a la altura de lo que cabe esperar razonablemente de ella –solamente quien no hace nada, no se equivoca. Quisiera mencionar los tres principales desafíos que considero tenemos como sociedad a este respecto: 1) la transformación de nuestra cultura política, 2) el valor del pensamiento para la convivencia democrática y 3) la necesidad de construir una sociedad más respetuosa con su pluralidad y más integrada.

La política tiene que hacerse de otra manera, con otro estilo del que nos tenían acostumbrados. No estamos solo ante las circunstancias del cambio, sino en medio de la debilidad de una cultura política agotada. Lo digo con todo el respeto, y con afecto incluso, de quien valora el sacrificio que para muchos supone la dedicación a la política. Muchos se fijan solo en aspectos insignificantes de las arengas del Presidente, (la forma como habla, o si trae los zapatos aterrados, o como se sienta). Igualmente, al hablar sobre Mejía Berdeja, García Abusaíd menciona que dijo que, trae a Acapulco en la piel y el corazón, o su desastroso paso por la subsecretaría de Seguridad Pública, arguyendo que él es el culpable de la situación de seguridad en el país, olvidando lo que dejaron las administraciones pasadas, sin mencionar que existen una gran cantidad de problemas que esperan ser abordados, y detrás de los problemas hay siempre gente que sufre, especialmente en estos momentos de crisis. Es muy fácil gritarle al torero desde las graderías, “acércate, no seas miedoso”, sin valorar por lo que está pasando y solo él y nadie más sabe lo que es estar ahí.

También en nuestro querido estado de Coahuila hace falta un cambio en la cultura política. No descubro nada nuevo si digo que hay un verdadero clamor ciudadano para que los sacrificios que la sociedad está haciendo se inscriban en un marco de justicia. Es verdad que no hay soluciones milagrosas, pero debe haberlas al menos justas.

No es correcto –como dice García Abusaíd– afirmar que Mejía no podrá avanzar rumbo a la gubernatura, si su principal oferta política es ir por la cabeza de Rubén Moreira, bajo el cargo de “los 745 millones de pesos facturados a empresas fantasmas de 2014 a 2019”, porque se toparía con pared, aduciendo que Rubén compró su inmunidad con el voto de los priistas a favor de la militarización del país. Eso es suponer que no necesitamos una nueva cultura política presidida por los principios de responsabilidad, el sometimiento al control democrático, la ética política, la ejemplaridad y el respeto hacia lo público. Nuestro principal desafío es abandonar la táctica del propósito corto y de autobeneficio y hacer política con grandeza. La sociedad no entenderá que seamos incapaces de configurar acuerdos más amplios cuando nos enfrentamos a enormes dificultades.

Habrá temas en los que no será posible ni necesario el acuerdo, pero sin una disposición a entenderse en torno a nuestros principales problemas, no seremos capaces de darles la solución que la ciudadanía tiene el derecho a esperar de las instituciones y sus autoridades. Seríamos poco sinceros si, como sociedad, pensáramos que todo esto es un problema de nuestra clase política, como si nosotros los ciudadanos y ciudadanas no hubiéramos tenido ninguna responsabilidad en la gestación de este estado de cosas, a través de nuestra falta de compromiso personal, o simplemente con el modo como nos relacionamos entre nosotros y valoramos nuestras diferencias políticas.

También en esto tenemos mucho que mejorar y el pensamiento libre puede ayudarnos a construir esos espacios abiertos que requiere la convivencia democrática. Sólo el pensamiento puede capacitarnos para que nuestra sociedad esté compuesta por personas con ideas propias y no con clichés preconcebidos. La convivencia se hace muy difícil, cuando nos dedicamos a etiquetar a los demás y buscamos en todo momento la confirmación de nuestros prejuicios que excluyen, abierta o sutilmente, a quien piensa diferente.

Tenemos que construir una sociedad más respetuosa con su pluralidad interna y más integrada, lo cual debería llevarnos a superar esa formulación de nuestra identidad en contra de algo, un prejuicio que se ha traducido en una fuerte polarización social.

La sociedad coahuilense no está reclamando un cambio de líder, sino un cambio en la manera de gobernar. El punto clave es si, más allá de nuestras diferencias políticas e ideológicas, estamos dispuestos a respetarnos como personas que forman parte de la misma sociedad. Si somos capaces de convivir con respeto a las diferencias y superar nuestra dificultad de entendernos. Reconocer el cambio implica aceptar las diferencias con el otro. La valoración de las actitudes de los demás y la búsqueda de la verdad, son fundamentales para la convivencia en una sociedad abierta.

El autoritarismo ha impedido que la democracia sea considerada como un gobierno de instituciones y ha favorecido hasta sus últimas consecuencias el gobierno de personas que detentan la autoridad. El autoritarismo no reconoce las ventajas de las instituciones, sino que decide de acuerdo a su pragmatismo particular. Frena las iniciativas de los ciudadanos, desmoviliza las acciones de la sociedad y bloquea los propósitos de renovación y cambio democrático.

Mejía Berdeja ha asumido el compromiso, de aspirar a ser elegido como candidato de Morena a la gubernatura de Coahuila, porque además se siente cobijado por una gran cantidad de coahuilenses que rechazan la hegemonía del PRI, que nos ha gobernado por más de 90 años. Por eso y más es que anhelamos el cambio.

Si el próximo año Morena gana las dos elecciones para gobernador, en el Estado de México y en Coahuila, le dará la puntilla a los otrora partidos fuertes en México: el PRI y el PAN.

Rodolfo Garza Gutiérrez

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