Congruencia... pero al estilo de la ‘cuarta transformación’
COMPARTIR
Diversas frases de la sabiduría popular advierten sobre la necesidad de ser cautos a la hora de hablar, sobre todo cuando al hacerlo se pretende convencer a los interlocutores de que, quien habla, poseen determinadas virtudes o que habla con sinceridad.
“Dime de qué presumes y te diré de qué careces” es una de ellas. Pero también están “el pez por la boca muere” o, “cae más pronto un hablador que un cojo”. Todas ellas son aplicables, sobre todo, a la actividad de quienes habitan el mundo de la política.
Especialistas en la grandilocuencia discursiva y expertos en prometerle al público transformar la realidad en cuanto se les permita acceder al poder, los políticos en general, pero los nuestros, en particular, suelen tropezar con insana frecuencia con sus propias palabras.
El comentario viene al caso a propósito de tres estampas que el fin de semana anterior nos forzaron a recordar los aforismos citados líneas arriba: la boda del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto Castillo; la presencia de la hoy exsecretaria de Turismo de la Ciudad de México, Paola Félix Díaz, en un vuelo privado y la asistencia del dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, a la Fórmula 1.
En el primero de los casos, estamos hablando del enlace matrimonial de uno de los personajes más conspicuos de la autodenominada “cuarta transformación”. Y aunque se trata de una actividad que corresponde a su vida privada, el evento saltó a la esfera pública y eso obligó a hacer notar que la boda se realizó en el extranjero y a todo lujo.
En el segundo caso estamos ante una alta funcionaria del Gobierno de la capital de la República que, para asistir a la boda de Santiago Nieto, decidió aceptar la invitación que se le hizo para volar hasta la ciudad de Antigua, Guatemala, en un jet privado.
Finalmente, en el caso de Mario Delgado estamos ante un dirigente partidista que sostiene un discurso público según el cual, espectáculos como el de la Fórmula 1 formarían parte de “los excesos” a los cuales se entregan quienes se ubican en la antípodas de su posición política, pues sólo así se justifica pagar un boleto de 50 mil pesos para asistir a la citada carrera.
En todos los casos estamos hablando de ejemplos de conducta con los cuales se viene abajo el discurso de “austeridad republicana” –que puede transformase en “pobreza franciscana”, en caso necesario– sostenido por el actual gobierno de la República.
Habrá quien diga que Santiago Nieto o Mario Delgado pueden hacer con su dinero lo que les plazca, o que la hoy exfuncionaria capitalina tan solo accedió a que le dieran “un aventón” y que ninguno de ellos cometió un delito. El problema es otro: la congruencia entre el decir y el hacer.
Se trata, lo sabemos bien, de un valor escaso entre quienes integran nuestra clase política. Pero justamente de eso se trataba la “cuarta transformación”: de que se notara la diferencia con “los neoliberales del pasado”, ¿o no?