Mientras los índices de violencia e inseguridad crecen en el país, las “corcholatas” y la oposición se destapan para promoverse en su aspiración a la presidencia de la república. Este deseo no viene solo, lo acompañan las descalificaciones, la polarización y el encono exhibido en las redes socio digitales.
Con campañas bastante anticipadas y reglas a modo, unos y otros desgastan la narrativa pública, que de seguir con esta inercia, permeará en un estado de desencanto -más severo- por parte de la ciudadanía.
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La exhibición prematura, la ambición desbordada y la fiebre por el posicionamiento mediático, ha provocado que los posibles candidatos (as) caigan en discusiones frívolas y en mensajes superficiales. Pareciera que la lógica es estar en la jugada de las redes sociales a costa de lo que sea, como si se tratara de un reality show “no importa que hablen mal o bien de mí, pero que hablen”. Visibilidad a alto costo.
Sin embargo, la persona que desee ser presidente de la república deberá lidiar con problemas añejos que se han recrudecido con la actual gestión, la cual ha optado por construir un discurso distractor basado en la controversia y el debilitamiento de las instituciones autónomas para eludir procesos de rendición de cuentas.
Esa carga se suma al crecimiento del número de homicidios, el más alto en la historia moderna de México, de acuerdo con el Observatorio Nacional Ciudadano; a la censura, amenazas y agresiones contra periodistas; a la falta de presupuesto en instituciones de salud pública; a la persistente narcoviolencia que impacta todo el territorio nacional; y a una larga lista de etcéteras.
A 10 meses de los próximos comicios, en los que elegiremos los cargos de la presidencia de la república, senadurías, diputaciones y nueve gubernaturas, estamos a buen tiempo para evitar engancharnos y poner límites en la discusión pública. No hay que perder de vista la responsabilidad que enfrentarán quienes decidan estar al frente del poder público en los próximos años, pero sobre todo, es momento de colocar la vara más alta por parte de la ciudadanía.
Ojalá que el acelerado arranque de las ambiciones políticas no nos desgaste para que podamos ver lo que quieren ocultar cuando siembran las semillas de la polarización mediática.