La Secretaría de Turismo (Sectur) se tambalea casi al final del sexenio presidencial de Andrés Manuel López Obrador, aunque desde que inició, esta secretaría del gabinete federal se fue desmembrando poco a poco. La desaparición de la Sectur es algo no deseable, algo que nos preocupa a los actores sociales y entes económicos que estamos involucrados en el turismo, porque requiere más bien fortalecer la plataforma propia que aún tiene y no migrar a una subsecretaría dependiente de otra secretaría.
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Al principio del sexenio que está por concluir, se avizoraba la virtual decadencia de la Sectur ante el despido de una parte importante de su personal. Luego la presencia de un gris, aunque petulante titular, que se ha manejado públicamente todos estos años con datos alegres, pero sin dientes financieros que realmente aporten al crecimiento de la industria turística; no logrando despertar el interés del mandatario nacional, aunque sí la protección estratégica de allegados familiares. El funcionario saliente no logró dar seguimiento a proyectos fantasiosos, como los de Barrios y Reinos Mágicos, porque sin presupuesto no hay proyecto y sin proyecto no hay destino. Actualmente esta dependencia ejerce menos del 50 por ciento del presupuesto que le estaba destinado en el año 2018.
Afortunadamente no ha desaparecido el programa de Pueblos Mágicos que data de 2001 y en donde ahora hay 177 de ellos, algunos que no cuentan con las características de excepcionalidad que deberían tener en materia natural y cultural, pero finalmente es el programa más rescatable, aunque se desciudadanizó por un decreto, publicado en noviembre pasado en el Diario Oficial de la Federación (DOF), impulsado por el mencionado titular de la Sectur y el cual atenta contra la buena gobernanza del turismo en México, ya que instala en la presidencia de los comités ciudadanos a los alcaldes municipales correspondientes a los Pueblos Mágicos y con ello se lastima la genuina independencia de la ciudadanía en su rol de operador de sus propios recursos y de observador de los manejos de los tres niveles de gobierno en la cosa turística. Este decreto, promovido por el posible sepulturero de la Sectur, debe derogarse.
No me parece conveniente que desaparezca esta dependencia federal, más bien lo que se requiere es de un titular fresco y abierto a la buena gobernanza, apoyado por profesionales del turismo que permitan su resignificación. Hoy día esta actividad económica está dentro de las primeras que encabezan el Producto Interno Bruto (PIB). Más que desaparecer a la Sectur convendría asociarla en nuevos programas estratégicos con la Semarnat, cuya titular será una experta en los temas del medio ambiente, y con secretarías vinculadas al desarrollo social y a la agricultura. Resulta urgente que se desarrolle el turismo de naturaleza que favorezca a pueblos originarios.
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Desde el viernes pasado hasta hoy domingo, se está desarrollando el Tercer Tianguis Internacional de Pueblos Mágicos en la ciudad de San Antonio, Texas. Yo presencié los primeros dos. En Barcelona se mostró un notable esfuerzo e inversión de las entidades federativas, pero una pobre respuesta de los españoles. En Los Ángeles, California, el espacio en el que se desarrolló el tianguis fue inadecuado y tampoco gozó de una asistencia constante. Espero que quienes estén en la hermana ciudad de San Antonio cuenten con el respaldo de los visitantes para que puedan recuperar lo invertido.
La Sectur no puede seguir sangrando los presupuestos estatales ni apoyando a los Pueblos Mágicos con fundaciones que hacen negocio. Juan Manuel Diez, munícipe de Orizaba, Veracruz, acaba de declinar la invitación para ser sede del Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos porque costaría 35 millones de pesos sin apoyo de la federación, cuando la recaudación municipal es de 32 millones de pesos. Espero que la doctora Sheinbaum no envíe a la congeladora a la Sectur y más bien elija a un experto. Deseo que vuelva a considerarse la figura del Consejo de Promoción Turística Mexicano.