Cristina Pacheco, figura referencial del periodismo en México
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Aquella tarde, Cristina Pacheco llegaba a Saltillo invitada por Patricia Gutiérrez Manzur, directora de la siempre bien recordada, irremplazable, Librería Julio Torri.
Gutiérrez Manzur organizó en el viejo hotel Arizpe-Sáinz, que en ese momento era la sede de la Secretaría de Educación de Coahuila, una conferencia con la periodista mexicana.
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Creadora de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que se transformaría en la Feria del Libro de Coahuila, la entonces directora de la Julio Torri tenía preparado un entrañable escenario: la mesa ante la que Cristina Pacheco ofrecería su charla estaba iluminada por una luz cálida, suave. El entorno amenizaría un encuentro con un variado grupo que integraba el público saltillense.
Impartió su plática e invitó a la lectura; atendió con su afectuosa amabilidad a todos cuantos se le acercaron para pedirle un autógrafo o conversar con ella.
Acudí con mi mamá a aquella iluminadora plática. Mi mamá la seguía en televisión con sus programas de “Aquí nos tocó vivir”: nos aproximamos y en cuanto mi madre la saludó, Cristina Pacheco le dijo: “¡Qué hermosa sonrisa tiene!”.
Prácticamente empezó una entrevista con mi mamá y cuando se enteró que tiene ocho hijos, la felicitó por haber criado a tal número de muchachos.
Cristina Pacheco ha sido para mí un excelente modelo de persona y periodista profesional. La he seguido por años, como lo hizo igualmente mi mamá, cada viernes en “Conversando con Cristina Pacheco” y en su sabatino programa “Aquí nos tocó vivir”.
La del viernes pasado fue su despedida del público por motivo de enfermedad. Sus palabras conmovieron profundamente a sus televidentes. Se aleja de sus amados programas, de su contacto cercano con sus entrevistados y su público.
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En su despedida, esperamos momentánea, como ella misma anunció, además de la presencia de ánimo, ofreció un rostro lleno de tristeza. Pero hizo gala de toda su fortaleza hasta al intentar bromear con uno de sus invitados. “No me diga que va a llorar, Basurita”. Y aunque se le quebró la voz, siguió con la explicación del porqué de su despedida.
Ella es un referente para todo periodista en nuestro país. Una voz valiente, una voz que hace escuchar a los más desvalidos, a los desprotegidos. A los que, aun siendo famosos y destacados por su labor, algo diferente expresaban a la gente gracias a la manera de conducir sus entrevistas Cristina Pacheco.
Entró con libertad a los comedores de restaurantes; preguntaba en la calle; andaba por las banquetas y los mercados. Platicó con alfareros, con albañiles, maestros, periodistas, pintores, músicos, médicos, danzantes. La variopinta sociedad mexicana tuvo su encuentro en conversaciones inteligentes y divertidas; emocionantes y emocionadas. Entusiasmadas y avispadas.
Valiente enfrenta este momento como lo hizo cuando pérdidas fundamentales le llenaron de congoja el corazón.
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Esperamos su recuperación, hacemos votos para que todo procedimiento salga bien para una mujer que desde la pantalla nos hizo recobrar la esperanza en la humanidad en cada uno de los personajes que entrevistó, las mujeres y hombres de la calle que, como nosotros, van y salen todos los días a enfrentar la vida. Ella lo ha hecho y nos muestra, en su trabajo, y ahora en su despedida, con qué fuerza y valor lo está haciendo.
Cada semestre, desde hace varios años, Cristina Pacheco es modelo en mis clases de Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila: hablamos de ella y vemos sus puntuales, interesantes, entrañables trabajos de crónica y entrevista. Seguirá siendo nuestra figura referencial.