Saltillo: Angélica Narro de Garza, en su nombre llevaba su vocación
COMPARTIR
Murió hace unos días Angélica Narro de Garza, fundadora y directora de la residencia universitaria femenil de la Universidad Autónoma de Coahuila. Tuve la ocasión de asistir a la despedida que la Casa ofrecía a un grupo de estudiantes, seis moradoras de la residencia con motivo de su graduación y salida, entonces, ya del entrañable sitio en el cual sus estudios se conjugaron con memoriosos momentos.
Era una fresca tarde de primavera. La alegraban con su colorido y su aroma arriates de geranios, rosas, margaritas, dispuestos en un hermoso jardín disfrutado, ese año, por más de treinta estudiantes.
TE PUEDE INTERESAR: ¿Por quién doblan las campanas? El legado del magistrade saltillense
A la ceremonia a la que asistí, en aquel mayo de 2013, se conjugaban dos celebraciones: a la despedida de las jóvenes se unía la conmemoración de 42 años de la residencia.
Centenares de jóvenes han pasado por este increíble lugar: muchachas venidas de todos los puntos de nuestro estado y que lo convertirían en su segundo hogar.
Las recibió Angélica Narro de Garza. Ella, en los años setenta del siglo pasado, pensó y planeó un lugar de acogida para las jovencitas. Inició esta aventura acompañada de un grupo de mujeres que le propusieron ser la directora. Poco a poco se fue quedando ella sola al cargo de la residencia, ubicada en la colonia República de nuestra ciudad.
TE PUEDE INTERESAR: Un hogar lejos de casa
En aquella jornada de despedida y de aniversario, hubo tiempo para expresar sentimientos encontrados: tristeza, nostalgia, alegría, esperanza, fe puesta en el futuro. Los recuerdos hicieron temblar de emoción a quienes tomaron la palabra. Buenas estudiantes con excelentes promedios académicos. Las palabras de las estudiantes, sus bailes y sus presentaciones, tuvieron como cierre las de la directora Angélica Narro, quien describió el hogar a su cargo como “un marco de seguridad y afecto”. Destacó como lo más satisfactorio para ella el haberlas visto crecer y enfrentarse a los retos, el primero, separarse de la casa paterna, pero con una meta definida.
Una estudiante la describió de un poético modo: “Dicen que los padres eligen el nombre de sus hijos y con ello dan un destino. En el caso de la maestra, no pudieron ser más atinados al ponerle como nombre Angélica, pues es un ángel guardián para todas nosotras”.
Otra joven refirió la historia de Moisés: el amor de su madre hace que lo coloque en una cesta, a fin de ser recogido por otras manos amorosas para su cuidado y protección del peligro inminente.
TE PUEDE INTERESAR: A cien años de su nacimiento, la vigencia de la obra de Nicolás Moreno; el paisajista que documentó la naturaleza de México
Los padres encontraron en las manos de la señora Angélica Narro el afecto y el amor que sus hijas necesitarían en esta ciudad de Saltillo para realizar sus estudios. Manos de una mujer que por décadas lo hizo con amorosa generosidad y cariño.
Su corazón late en todas las jóvenes estudiantes, centenares de profesionistas, que no olvidarán los tiempos pasados en los espacios en la residencia universitaria que funcionó con disciplina, devoción y un enorme cariño por parte de un ángel que llevaba el nombre de Angélica Narro de Garza.
Descanse en paz, y brille su recuerdo por siempre.