De Arteaga para el mundo

Opinión
/ 2 diciembre 2025

Nunca he mencionado los bellos sitios gastronómicos que existen en Arteaga, municipio cercano a Saltillo. Hoy quiero cambiar eso.

Cerca de la Iglesia de San Isidro Labrador, frente a la plaza se encuentra el Café Peregrino. En calma de la cabecera municipal, también cerca de donde corre el agua, donde los sauces llorones están como fieles testigos de la vida que deambula por sus calles empedradas, llegan aromas a café y pan. Qué delicia.

La caminata por la mañana y las campanadas de la iglesia, los rayos del sol que se fugan cuando hay neblina, culminan justo en este cafecito del Centro Histórico de “Arteaguita la bella”.

Soy su vecina, de manera habitual suelo ir por las mañanas por un café y un detallito “gastroamoroso”.

Hace unos días fui, estaba nublado, cosa que me recuerda a mi ciudad de origen CDMX. En la charla y con la gran atención de Marissa y Gio, pedí un cochinito de piloncillo horneado ahí mismo. Ahora cuentan con su taller de pan y ahí hornean, cosa que se agradece.

Llegó a mi mesa el cochinito con nata; al probarlo empece a sentir una emoción que me llevó a mis épocas de “estudi-hambre”. Cerré los ojos y las lágrimas, como la acequia que nos bendice, se empezaron a asomar. Me fui a ese espacio de mi niñez, fuera de toda pretensión, cada bocado era una evocación de los cariñitos culinarios de mi época. Lloré con un sentimiento realmente profundo, dejándome llevar sin ninguna pena por la emoción del momento, sorbiendo café y sorbiendo la mañana.

Cuando alguien puede trasmitir en sus platillos estos sentimientos en sus comensales estamos hablando de que ha cumplido todas las expectativas. Mi amiga que me alcanzó en el sitio me preguntó qué pasó al ver mi llanto: “Me llego la nostalgia”, le respondí, eso pasaba.

Café Peregrino es una comunidad donde se congregan ciclistas, amantes de este deporte acompañados muchos de ellos de sus mascotas. Ese día vi los desayunitos caninos, para los peluditos.

Es hermoso sentarse en la mesita que da frente a la ventana, en un marco con plantas, madera, aromas y texturas lo hacen mágico.

Chilaquiles, taquitos de barbacoa, huevitos, pan brioche con huevo y queso ¡uffff! Además de fruta, torta de chorizo y otras suculencias como la concha con nata. Este festín que se encuentra desde el jueves a partir de las 8:30 A.M. hasta la 1:00 P.M. es digno de visitarse.

No sé si algún cochinito, dona o antojito puedan hacerle llorar como a mí. Lo que puedo asegurar es que se necesita algo más allá de hacer o montar un plato, se necesita intención.

Ellas tienen toda la intención del mundo de que te vayas feliz, que si llevas mascotas sean felices, una tendencia en ascenso.

También se realizan catas privadas el último jueves de cada mes, con chefs invitados.

El café es delicioso y todo es a detalle, a cariñito, a esa sensación que se ha ido perdiendo de sentirse apapachado y atendido. No importan los lugares instagrameables, importan más los lugares memorables, que se quedan ahí en tu corazón.

En la calle de Hidalgo #107 se encuentra Café Peregrino, ve con tiempo y sin prisa, porque se llena. Toda espera valdrá la pena, toda calma será premiada con un café.

Las bebidas frías y calientes son garantía. Y ahora ya también sabemos que pueden causar emociones radiantes con ese pan, donde también cabe mencionar tomaron curso con la gran chef Elena Reygadas de la multipremiada panadería Rosetta en CDMX... ¿Será que desde ahí comienza la memoria?

En esta temporada de frío Arteaga es bellísimo, con el encanto de su arquitectura, sus calles, su arbolado camino, la Alameda y ese aroma a mezquite de los elotes tatemados por la tarde, la frescura del viento. Las ardillas que cruzan por las huertas y, claro que por su puesto , caballos a la orden.

Bello Arteaga.

Cuidemos el agua.

Ivonne Orozco

Guisandera Mexicana

Sommelier en vino mexicano

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Mayora de cocina tradicional y estudiosa de la gastronomía mexicana. Nacida en una olla de barro en ebullición con el caldo de los frijoles negros. De raíces Oaxaqueñas, viviendo en Coahuila, con matices Veracruzanos por parte de padre. Una cocina migratoria, concebida para el mismo fin: disfrutar la mesa.

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