De escándalos, descalificaciones y denostaciones ya hemos tenido suficiente, no nos infravaloren
COMPARTIR
En la elección de 2018, los líderes nacionales de los partidos se fueron por la libre, con una miserable visión de lo que implica la democracia y se convirtieron en candidatos de sus partidos y alianzas. Cinco años después, pareciera que seguirán por la misma ruta en la primera instancia del proceso de elección interna, evadiendo los protocolos. Recurrirán a la simpatía, a la conveniencia, a la influencia, a los compadrazgos y a los compromisos. Unos con la fuerza del estado y otros con la fuerza del dinero colocarán a su corcholata y taparrosca que les asegure velar por sus intereses.
Está más que claro, el ansia de poder –no de servir– y el aseguramiento del statu quo es lo que importan. Proyecto ideológico o proyecto económico, es lo de menos en el itinerario de los cuadros políticos, empresariales e intelectuales no se encuentra la idea del bien del mayor número, por no decir de todos, sino el bien de los intereses personales, familiares, partidistas o de grupo.
TE PUEDE INTERESAR: Las ideas y el respeto activo, los desafíos en el panorama electoral
Esto aunado a la ambición y a los diez minutos de gloria que buscan quienes se han prestado a ser comparsa –algunos cartuchos bastante quemados–, pensando en que serán los delfines de los grupos de poder, se ha convertido en un cóctel perfecto. Otra vez en juego, la economía –pero no la del país, sí la personal– y por supuesto la paz, la seguridad y la estabilidad, disfrazada de proyecto de nación.
Aún no empiezan las campañas rumbo al 2024, sin embargo, el ansia de quienes en las internas buscan ser quienes representen las facciones, pareciera estar cantado. Así es como lo han manejado los partidos y los medios. Así les gusta, por el nivel de morbo que despiertan, por todo lo que esconden y, sobre todo, porque perdieron de vista de hace tiempo, la lealtad con la verdad y el respeto a las normas que curiosamente ellos mismos han establecido.
Lo probable es que la membresía partidaria una vez más sea ignorada y despreciada para darle paso a los compromisos establecidos en lo oscurito, buscando a las o los candidatos que les vengan bien a los intereses de quienes mandan visiblemente y de quienes están en el backstage de los poderes fácticos.
Y, por otra parte –también cantadísimo– veremos algunos candidatos que, en su afán “por ser”, emigrarán a otros escenarios porque se sintieron traicionados en la interna. Esa es la tradicional historia en el pre de las campañas electorales en nuestro país: traiciones, preferencias, conveniencias, mimetismo y, en mucho de los casos, el indigno cierre de filas.
TE PUEDE INTERESAR: La encrucijada de Dante: ¿ir al 2024 con candidato propio o sumarse a la oposición?
Mientras tanto, al más puro estilo de las campañas electorales estadounidenses, ya comenzamos a ver cómo se dan hasta con la cubeta, buscando descubrir filias, fobias, hierros, debilidades y pecados del pasado de quien sea el oponente en turno. El punto es que ni siquiera hemos iniciado y ya comenzamos a ver denostaciones, acusaciones, denuncias, mentiras, opiniones para sembrar dudas, alianzas con personajes tenebrosos, videos privados que nadie conocía. La recomendación de los “grandes” asesores de campaña es ir contra el otro, quien quiera que sea ese otro, poniendo en práctica “el fin justifica los medios”.
Ya lo comenzamos a ver. Expresidentes insatisfechos que tuvieron su oportunidad y poco hicieron –ni modo que hayan hecho un buen papel si su partido no fue elegido–. Empresarios que no han tenido el valor de lanzarse a buscar la silla presidencial, pero sí con un talante retador aprovechan cualquier situación para opinar e influir, cuando en lo ordinario no abonan un ápice de justicia a las relaciones laborales ad intra de sus organizaciones.
Líderes de iglesias que, desde el confort que les brinda el aparato del negocio de la fe, opinan primaveralmente cuando en lo cotidiano les importa muy poco el evangelio y el estado que guarda el país, sin planes, sin proyectos y sin compromisos. Intelectuales y académicos que han tomado partido porque así les ha venido bien a sus intereses. Periodistas, locutores y líderes de opinión que reclaman el “cochupo” y el pago de piso; pero sobre todo políticos denostados, chamuscados, venidos a menos, que buscan seguir en la nómina del poder.
En medio de toda esta jauría estaremos 97 millones 985 mil 955 ciudadanos inscritos en el padrón electoral. En ese sentido debemos de estar atentos racionalizando, reflexionando, investigando de un lado y de otro, por arriba y por abajo, el background de quienes buscaran convencernos. No nos vayamos con la finta, no todo lo que brilla es oro y es importante que veamos el antes y el ahora de los candidatos. Lo complicado se vendrá cuando creyendo que porque representaban algunas ideologías y posturas sacarán el país adelante, cuando lo que realmente representan son los intereses de una camarilla. Una cosa es gobernar y otra criticar.
TE PUEDE INTERESAR: ¿Y la seguridad a candidatos? Incumple AMLO su promesa
Por lo pronto, las alianzas y partidos volverán a las andadas. Acusando xenofobias, nacionalismos, ideologías, posiciones sociales, pasados turbulentos, formación e improvisación, estelas de corrupción, género, pertenencia y filiación religiosa y de origen que coloquen a quien no sea a fin a los intereses de quien a golpe de billete y relaciones les hagan un guiño a los medios para prometerles y darles más poder y más dinero en el que encontraron el sentido de su existencia.
En síntesis, no se trata de ver quien manda al demonio a quien. Se trata de ver, quién resolverá los problemas de salud, de educación, de empleos, de seguridad, de vivienda, de transporte, de la canasta básica, de los impuestos y de la gasolina, que a la fecha y desde hace mucho tiempo siguen siendo una deuda de los gobiernos, actuales y pasados. Los mexicanos nos merecemos campañas electorales de calidad y altura, no nos infravaloren, políticamente ya somos mayores de edad desde hace rato. De escándalos, descalificaciones y denostaciones ya hemos tenido suficiente. Así las cosas.