Desarrollo emocional: A los hijos hay que protegerlos, pero no tanto

Opinión
/ 9 enero 2025

La sobreprotección transmite, aunque de manera no intencional, el mensaje de que el niño no es capaz de manejar las situaciones por sí mismo

En la sociedad actual es fundamental proteger a niños y adolescentes de situaciones tóxicas y peligrosas que puedan generarles angustia emocional y obstáculos. Al mismo tiempo hay que capacitarlos para que sean capaces de enfrentar con éxito los desafíos. Es sumamente importante aprender a gestionar las frustraciones y fracasos de manera constructiva y optimista, con el fin de fortalecer nuestra capacidad de recuperación, la cual resulta ser fundamental para lograr nuestros objetivos y experimentar plenitud en todos los aspectos de nuestra vida.

Las derrotas y obstáculos son elementos inherentes al proceso de desarrollo personal y profesional, y es fundamental aprender a gestionarlos de manera constructiva y resiliente. Los niños que logran manejar de manera efectiva la frustración y superar las adversidades que se les presentan desarrollan habilidades fundamentales para su crecimiento emocional e intelectual, tales como la capacidad de controlar sus emociones, la empatía hacia los demás y la destreza para encontrar soluciones creativas a los desafíos que se les presentan en su día a día. Es primordial desarrollar en ellos la capacidad de resiliencia. La resiliencia se refiere a la capacidad de adaptarse, sobreponerse y recuperarse frente a circunstancias adversas, y no es una habilidad innata presente desde el momento del nacimiento.

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Los padres juegan un papel crucial en la formación de sus hijos, guiándolos en el aprendizaje de cómo gestionar sus emociones, descubrir soluciones innovadoras y mantener una mentalidad positiva y proactiva frente a las dificultades de la vida. La sobreprotección es quizás uno de los estilos parentales más peligrosos, ya que fomenta una gran fragilidad y vulnerabilidad en los niños y adolescentes. La sobreprotección transmite, aunque de manera no intencional, el mensaje de que el niño no es capaz de manejar las situaciones por sí mismo. Esto puede minar su autoestima, haciéndolo sentir inseguro o incapaz de alcanzar metas sin la ayuda constante de sus padres. La falta de exposición a experiencias retadoras puede aumentar los riesgos de trastornos de ansiedad y depresión. Estos niños pueden sentirse abrumados por las adversidades de la vida porque nunca han desarrollado las habilidades necesarias para manejarlas y superarlas.

Fomentar y estimular la capacidad de recuperación en los hijos conlleva mostrarles de manera práctica y constante cómo ser resiliente ante las adversidades de la vida, brindarles las herramientas necesarias para la resolución efectiva de conflictos, así como valorar y reconocer de forma explícita el esfuerzo y la dedicación que ponen en cada tarea y desafío que enfrentan. Encarar de manera valiente y decidida las situaciones que generan frustración favorece la formación de una personalidad más fuerte y saludable, provocando mayor autoconfianza y seguridad en sus vidas.

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