Dos palabras sobre Los planetas, de Holst

Opinión
/ 22 enero 2025

A la memoria de mi ilustre coterráneo, el archivista y escritor

Lucas Martínez Sánchez (1968-2025)

El músico alemán Gustav Holst (1874-1934) comparte suerte con Johann Pachelbel, Joaquín Rodrigo, o Pablo Moncayo: se les conoce por una sola obra. A pesar de la fructífera carrera como compositor de más de 200 partituras, entre óperas, ballets, conciertos, sinfonías, himnos corales y canciones, se le recuerda sólo por la suite orquestal Los planetas, Op. 32 (1914-1917). La suerte de Los planetas y su popularidad quizá se deba a la melodiosa orquestación, que va de una vibrante marcha, a una etérea atmósfera romántica. En contraste está su Himno de Jesús, de 1917, de profunda belleza y delicado equilibrio entre lo orquestal y lo coral; o el experimental Doble concierto para dos violines y orquesta, Op. 49, de 1929. En éste cada uno de los dos violines va en una tonalidad diferente, como dos conciertos independientes tocados al mismo tiempo.

Ya que hablamos de la suite orquestal Los planetas, puntualicemos que se trata de una composición conformada por una serie de movimientos independientes, unidos internamente entre sí, como vasos comunicantes. Suelen ser instrumentales, pensados para orquestas sinfónicas o de cámara.

Se interpretan en una sola exhibición, separando cada movimiento con las pausas tradicionales. Éstos poseen un carácter distintivo, exploratorio, en ritmos, melodías y estilos, que al unirse configuran un lienzo sonoro integral, a la manera de mosaico bizantino. Un popular ejemplo de suite orquestal es El cascanueces, de 1892, de Tchaikovsky, unidas cada una de sus danzas por el sueño de Clara. En el caso de Los planetas, las características de los planetas del sistema solar, imaginadas por Holst, une los movimientos.

En la biografía de Gustav Holst El hombre y su música, de Michael Short (1937-2023) narra su autor que en la primavera de 1913 Holst vacacionaba en Mallorca con los compositores Henry Balfour Gardiner, Arnold Bax, y su hermano, el escritor Clifford Bax. En cierto momento los amigos discutieron sobre astrología, tema desconocido para Holst. La polémica despertó tal interés en Holst que se dedicó a su estudio tanto tiempo como le fue posible, deviniendo en hábil intérprete de horóscopos lo que lo llevó a imaginar personalidades singulares a cada planeta, plasmadas después en Los planetas. A los 30 años se había sorprendido con el RigVeda, cuya traducción al inglés juzgó tan deficiente que a los 35 años se matriculó en University College de Londres para estudiar sánscrito y escribir su propia traducción. La pasión lo llevó a componer la ópera Sita (1906) basada en el Ramayana, la ópera Savitri (1908), basada en el Mahabharata; cuatro grupos de Himnos del RigVeda (1908-1914); y dos obras más basadas en textos del poeta sánscrito clásico Kalidasa.

Brevemente el carácter de cada movimiento de Los planetas es: “Marte, el portador de la guerra.” Pasa de una premonitoria quietud, a una marcha bélica apoyada por la sección de metales, y timbales que explota con la violencia propia de la guerra. De Marte. “Venus, el portador de la paz”, contrastante melodía que transita sobre flautas y las cuerdas de un solitario violín solista, invitando a la serena reflexión. “Mercurio, el mensajero alado”, es el equivalente al scherzo de una sinfonía tradicional. Orrin Howard, Director de Publicaciones de la Filarmónica de Los Ángeles, dice que “Las texturas orquestales más completas confieren a Mercurio un carácter decididamente francés e impresionista.” “Júpiter, el portador de la alegría” es una enérgica melodía interrumpida por un tema mayestático, que da paso a la melodía de redoblado vigor. “Saturno, el portador de la vejez”, es la sección solemne y a la vez rebelde de la suite. Como el viejo que se le rebela a la decrepitud contra la que nada puede, y debe optar por una paz bien entendida. “Urano, el mago.” Es el movimiento tétrico que bien puede ser el brujo de El aprendiz de Dukas, las sombras de la ...árida montaña de Mussorgsky o el sueño de opio de la Fantástica de Berlioz. Finalmente llega “Neptuno, el místico”, sección final invadida de una atmósfera extraterrenal, acentuada por un coro femenino sin palabras, cual sirenas seduciendo a Odiseo.

Los planetas se interpreta hoy 23 y mañana 24 en el Teatro de la Ciudad, por la orquesta filarmónica del Desierto.

*

Preludio cumple su primer año, y contando.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM