Échale un quinto al piano

Opinión
/ 14 noviembre 2024

Aunque estas dos canciones le redituaron poco dinero en regalías, le abrieron las puertas a la dirección artística de Brunswick Records Corp

Hijo de José Ventura Valdés y de Carmen Leal, Felipe Valdés Leal nació en Saltillo el 6 de agosto de 1899.

Desde pequeño demostró su gusto por la música, en especial por la ranchera, que escuchaba cantar y silbar a los trabajadores del campo... Me pregunto, qué pasaría si el pequeño Felipe hubiese escuchado música eclesiástica, por ejemplo, o música de salón, acodado en los ventanales de las casas acomodadas saltillenses, casas del porfiriato, que como ya sabemos, contaban, casi de manera ineludible, con un piano. Tal vez tuviésemos en la historia de Saltillo a un músico de concierto. Digresiones al margen, se tiene noticia de que el pequeño Felipe compuso sus primeras obras a la corta edad de 7 años.

A falta de escuela de música pública, el padre de Felipe, don José, le enseñó los rudimentos de la armónica. Este sencillo y cotidiano instrumento le fue suficiente para afirmar su gusto por la composición. Tras sus estudios básicos, a los 24 años cumplidos, en 1923, marchó a la ciudad de Los Ángeles, a trabajar en una tienda de discos. Allá, en Los Ángeles, rodeado de músicos, compositores y de un ambiente de talento y bohemia, compuso su primera canción profesional: Échale un cinco al piano, Innegable éxito lúdico en voz de Antonio Aguilar y su esposa Flor Silvestre. Nota: Échale un cinco al piano alude a la moneda depositada para que el piano, o pianola, toque música para bailar.

A ésta siguió la canción identitaria de los trabajadores latinos en la zona de Los Ángeles: Los Pavos Reales originalmente llamada El corrido de Lucio Vázquez.

Aunque estas dos canciones le redituaron poco dinero en regalías, le abrieron las puertas a la dirección artística de Brunswick Records Corp.

A la par de su trabajo en la disquera, Valdés Leal continuó con su producción musical, en muchas ocasiones en coautoría con otros grandes compositores como con Ramón Ortega Contreras, coautores de El sube y baja, con José Vaca Flores escribió La de los ojos negros, y con Pascual Mariscal Barba hizo Un adobe y cuatro velas, y con Lorenzo Hernández Martínez escribió la clásica de Lorenzo de Monteclaro El hijo ingrato.

En 1943 Valdés Leal fue llamado por Discos CBS de México para dirigir el elenco artístico. Ahí conoció y dotó de personalidad musical a dos íconos de la canción mexicana: Los Panchos, y a Javier Solís.

Valdés Leal había escuchado a Los Panchos en Nueva York y le llamó la atención la singular mezcla de dulzura y potencia de las voces de Chucho Navarro, Alfredo Gil y Hernando Avilés. Desde sus tiempos en Los Ángeles adivinó que ese trío tenía un futuro potente. Así que, años más tarde, ya en la CBS les ofreció un contrato que, como dicen los clásicos “no pudieron rechazar”. Originalmente Los Panchos era un trío que cantaba canciones rancheras, con una excelente aceptación por parte de los latinos avecindados en Nueva York. En México Valdés Leal les mostró que su verdadera identidad eran los boleros, en boga por aquellos años.

Siendo director de CBS, y teniendo como su grupo más exitoso a Los Panchos, su primera voz, Julito Díaz, le insistió a Valdés Leal que escuchara a un tal Gabriel Siria, que cantaba en el bar Azteca. Valdés le hizo un demo. Al finalizar la sesión de grabación, advirtió que el muchacho tenía muy buena voz, y entonaba bien, solo que el nombre no lo ayudaba.

Entonces aquel jovencito de apenas 24 años, le dijo que él se anunciaba en el bar Azteca como Javier Luquín. A don Felipe tampoco le gustó, y entre esto y lo otro terminó invitando a comer a Julito Rodríguez y a este a Gabriel Siria. En el transcurso de la comida, Gabriel contó que fue abandonado por su padre, y que su madre lo regaló a unos tíos. Don Felipe, concluyó que en vez de Luquín debería apellidarse Solís, ya que se había hecho solo.

El siguiente primera voz de los Panchos, el puertorriqueño Johnny Albino, le propuso a Valdés Leal incorporar a una voz femenina: Se trataba ni más ni menos que de Eydié Gormé, con quien los Panchos alcanzaron la fama internacional.

Los saltillenses tenemos una deuda con don Felipe Valdés Leal...

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